La Biblia dice en Salmos 92:12

“Los buenos florecen como las palmas y creciendo como los cedros del Líbano.”

En el mundo hay muchos tipos de árboles. El salmo utiliza dos de ellos para hablarnos de la bendición que tendrán los justos que dedican todos los días de su vida un día a la semana exclusivamente a su Creador: serán como palmas y como cedros, dos árboles que tienen una gran fortaleza.

Las palmas o palmeras son especies que generalmente tienen como hábitat las costas de todo el mundo. Es común encontrarlas cerca del mar y cuando los huracanes azotan alguna región costera del mundo los puede uno ver doblados, pero jamás arrancados o derribados a pesar de la violenta fuerza con que se presentan esos fenómenos naturales.

El cedro comparte con las palmas la característica de dureza, pero también tiene un aroma fresco e inconfundible que lo convierte en una de las maderas más apreciadas en todo el mundo porque combina ambos aspectos de tal manera que es muy apreciado y valorado para la fabricación de muebles.

Los justos son comparados siempre con árboles en la Biblia. El salmo uno dice que un piadoso es como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto a su tiempo y el salmo noventa y dos le pone nombre a ese árbol o más bien le pone dos nombres: la palma o palmera y el cedro.

Florecer y crecer son dos síntomas de salud de cualquier ser vivo y en particular de los árboles que Dios creó para beneficio de los seres humanos y que usa como ejemplo de lo que ha de suceder con todos aquellos que depositan en el Señor toda su confianza y le entregan un día completo de cada semana.

El salmo noventa y dos fue escrito para celebrar el shabat o día de descanso o de reposo de los hebreos y el principio básico de ese canto hebreo es la disposición de imitar a Dios que después de seis días de crear el mundo y universo descansó y santificó o apartó el séptimo día para que el hombre pudiera buscar y encontrar al bendito Creador de todo.

Quien decide hacer eso tiene como promesa convertirse o parecerse a dos árboles: la palmera y el cedro, en otras palabras quiere decir que Dios le dará fuerza y vigor a quien decide darle lo mejor de su existencia al Señor. Se trata de una bendición reservada para quienes necesitan un día para adorar siempre a Dios y lo apartan para él.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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