La Biblia dice en Hechos 1:11

Y les dijeron: Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá.

Poco antes de la fiesta de Pentecostés, cuarenta días después de la celebración de Pascua, Jesús se fue al cielo, ascendió en medio de sus seguidores que lo vieron subir a los cielos y lo siguieron con su vista hasta que su tamaño fue disminuyendo y una nube lo envolvió, según nos relata Lucas en su libro de los Hechos.

Un ángel apareció, entonces, en escena para quitarles la pesadez que sintieron al saberse solos de nueva cuenta. Jesús se fue, pero volverá, les aclaró para recordarles que Cristo regresará y animarlos a esperarlo, alentarlos para que pudieran vivir con la idea y pensamiento que el Señor retornará.

El ángel los sacudió para que no quedarán paralizados. Ya les había sucedido con la muerte de Jesús y eso no podía ocurrir de ninguna manera otra vez. Habían sido testigos de su muerte y quedaron inmovilizados y ahora que eran testigos de su resurrección y ascensión no podía bajo ninguna razón quedarse estáticos.

Esa es la razón por la que el ángel los interroga y los consuela diciéndoles que Jesús volverá de manera idéntica como se ha ido y por lo tanto no deben permitir que nada los detenga, ni la nostalgia, ni la idea de que se quedarán solos, sino que Jesús volverá y su retorno será visible para todos.

El cristianismo moviliza individual o colectivamente. No hay tiempo que perder para quedarnos paralizados, aun cuando sea por un impresionante acto de parte de Dios como lo fue la ascensión de Cristo. Nada debe ni puede hacer que nos crucemos de brazos, al contrario debemos permanentemente hacer por la obra de Dios.

Los discípulos se habían quedado más del tiempo debido viendo al cielo y por eso Dios les tuvo que enviar un mensajero para hacerles ver que no debían perder tiempo, máxime cuando se acercaba la llegada del Espíritu Santo que habría de dotarlos de las herramientas para llevar el evangelio hasta lo último de la tierra.

Nos queda claro que el Señor no nos quiere detenidos o encapsulados, sino siempre trabajando en su obra, teniendo presente que Cristo volverá y nos recompensará por todo lo que hayamos hecho en su nombre.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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