La Biblia dice en Hechos 9:25
“Pero sus discípulos lo pusieron en un gran canasto y lo bajaron de noche por la muralla que rodeaba la ciudad.”
Pablo le había pedido autorización al sumo sacerdote de Jerusalén para detener cristianos en Damasco y la obtuvo, así junto con otros hombres se dirigió a esa antigua ciudad para encarcelar creyentes, sin embargo en el camino Jesús lo detuvo y ese hombre despiadado y cruel con los discípulos de Cristo se olvidó de perseguirlos y empezó a predicar a Jesús.
Todos en la ciudad sabían a que iba Saulo de Tarso, incluido el discípulo llamado Ananías de tal forma que cuando el Señor le pidió que fuera a hacer oración por él porque había quedado ciego, le dijo que la fama de Saulo no era precisamente la mejor entre los miembros de la iglesia.
El hecho de ser un perseguidor de la iglesia y luego convertirse en un predicador de la nueva fe provocó revuelo en Damasco. Sin embargo a muchos no les agradó nada y decidieron que ese hombre debía morir. Algunos judíos montaron, entonces, guardia a la entrada de la ciudad para víctimar el nuevo converso.
Lucas nos dice en Hechos que fue de tal tamaño el peligro que vivió Pablo en sus primeros días como cristiano que los discípulos lo pusieron en un gran canasto y lo bajaron de noche por la muralla que rodeaba la ciudad, es decir, lo sacaron de Damasco para que no lo privaran de la vida.
Así quedó marcado el inicio de su vida como creyente, que lo acompañó durante todo su ministerio. Pablo entendió perfectamente el fanatismo de sus paisanos porque él mismo fue un fanático que aprobó la muerte de Esteban. No había nada de que sorprenderse, nada que reclamar al Señor, nada que él no conociera.
Su primer contacto con la fe en Jesucristo fue complejo y complicado, pero a pesar de ser nuevo en la fe no se desalentó y de allí se dirigió a Jerusalén, donde fue visto con recelo y de no haber sido por Bernabé no lo hubieran aceptado entre los apóstoles y en esa ciudad ocurrió lo mismo que en Damasco: los judíos, ahora griegos, lo quisieron matar.
Entonces los discípulos de Jerusalén consideraron mejor enviarlo a Tarso donde estaría seguro y así sucedió retornó a su tierra debido a que su vida corría peligro en cualquier lugar que se presentara.
Literalmente Pablo nació de nuevo en medio de una turbulencia que supo sortear y entender y no se desalentó ni abandonó la fe. Con autoridad, escribió tiempo después, ¿quién nos podrá separar del amor de Cristo? Dios lo guardó hasta que cumplió el propósito por el que el mismísimo Jesús lo había alcanzado.