Porfirio Flores
“Es necesario, pues, que el obispo sea irreprochable, casado una sola vez…” 1ª Carta de San Pablo a Timoteo 3,2 (Biblia Latinoamericana).
“Pero no ignoren la tiranía del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido.” 1ª Corintios 7,2 (Biblia Latinoamericana).
Cuando en el año 2002 se destapó el escándalo de pederastia en el arzobispado de Boston, Estados Unidos, donde un cura abusó de 130 niños, parecía que la iglesia católica había tocado fondo en un tema sumamente delicado en la vida de sus pastores, pero no: Boston era apenas un borbotón de lo que vendría después en muchos países de Europa.
Nadie se imaginaba que después de lo ocurrido en Boston podría haber algo peor. Hace apenas unas semanas la iglesia católica de Chile quedó de nueva cuenta bajo los reflectores por abusos sexuales contra monjas, pero lo ocurrido en Pensilvania rebasó con creces la imaginación de cualquiera.
La indignación mundial por los abusos sexuales en Pensilvania obligó al líder mundial de la iglesia católica, Jorge Bergoglio a escribir una carta dirigida en primer lugar a los católicos de todo el mundo y en segundo lugar a la opinión pública que cuestiona severamente la practicas, costumbres y tradiciones de la iglesia con más fieles en todo el mundo.
En su misiva Jorge Bergoglio dice:
“Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse.”
Pero en realidad, en el tema de la pederastia clerical del catolicismo lo que han hecho con el pasado en todos los países donde se ha presentado es cerrar los ojos como si ignorando los problemas se resolvieran automáticamente, cuando lo único que hace o ha hecho esta actitud es exacerbarlos.
Y en cuento al futuro, no se ve ni se ha visto por ningún lado que la iglesia católica modifique un ápice el celibato al que se obliga cada sacerdote que toma el servicio de la iglesia católica. El celibato que siempre lo han sostenido desde afuera como desde adentro importantes personajes es una invención católica que ha perjudicado severamente su institución.
El celibato es una imposición de la iglesia católica para sus ministros. La Escritura ensaña sobre el tema, pero lo hace siempre como una opción para quienes tengan el don de la abstinencia, pero no para todos. Pablo con todo y que tenía ese don jamás obligó a nadie a practicarlo.
El celibato o la falta de una vida sexual con una esposa fue una doctrina posterior a los apóstoles y a los padres de la iglesia. El celibato no nació con la iglesia fue una enseñanza que comenzó a circular en los albores del siglo cuarto y al final de esa centuria cobró carta de naturalización en el catolicismo romano.
Ni el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento tiene un mandamiento de esta naturaleza para ninguno de los servidores de lo sagrado. Moisés tuvo esposa. Abraham, el padre de la fe, tuvo en Sara a su mujer. Pedro, tenía esposa y suegra según nos relata Marcos en su evangelio.
El apóstol Pablo fue célibe, según leemos en su primera epístola a los Corintios fue una decisión personal y cuando habló sobre los creyentes les invitó a tener esposa si no tenían el don de continencia, porque “sería mejor casarse que estarse quemando”. En otras palabra Pablo sabía bien el diseño del cuerpo humano.
Pero esta opción en la iglesia católica se convirtió en una obligación para todos y la pederastia y los abusos sexuales de los sacerdotes alrededor del mundo son una prueba inequívoca que este mandato debe abrogarse para permitir que los sacerdotes se casen y tengan una familia como todos.
Es posible que el problema de abusos sexuales en la iglesia no se corrija, pero lo que si es seguro que su comisión disminuirá drásticamente.
La cancelación del celibato ocurrirá cuando la iglesia católica descubra que el problema de abusos sexuales no es ya un problema de un lugar o de unos cuantos, sino un problema estructural que debe ser atendido porque de no ser así casos como Boston o Pensilvania seguirá presentándose siempre.