La Biblia dice en 2º de Samuel 15:31
“Y cuando le contaron a David que Ahitófel era uno de los que conspiraban con Absalón, David rogó al Señor que hiciera fracasar los planes de Ahitófel.”
La rebelión de Absalón que se autoproclamó rey de Israel, que obligó a su padre el rey David a abandonar la ciudad, reveló la lealtad de quienes rodeaban a David. Hubo hombres como Itai, un extranjero que servía al monarca, que salió con él, lo mismo hicieron los levitas como Abiatar y el sacerdote Sadoc que lo apoyaron, no así un hombre llamado Ahitófel.
Ahitófel era un importante consejero de David al que Absalón recurrió para que su asonada tomará forma y pudiera hacerse del gobierno de su padre. No era cualquier hombre, era un reputado asesor con conocimientos suficientes para hacer posible derrocamiento del gobierno del rey. Era inteligente y astuto y sus consejos eran grandemente apreciados.
De hecho se inauguró como consejero de Abasalón sugiriéndole que se acostara en público con las concubinas de David, lo que Absalón siguió al pie de la letra, pero cuando aconsejó salir a perseguir a David, sus palabras fueron contrastada por Husai, otro consejero de David que no apoyaba a Absalón, pero que se quedó en Jerusalén.
Es interesante notar que David buscó al Señor al saber que Ahitófel asesoraba a su hijo y le rogó que los planes de ese hombre fracasaran. No pidió que muriera o que fuera confundido. David sabía que ese hombre era inteligente y ante esa clase de adversarios solo queda rogar a Dios su intervención para que sus consejos fracasen.
David sabía de la capacidad de ese varón y que la única manera de luchar contra sus planes era que Dios interviniera a su favor. De hecho, el segundo consejo que dio Ahitófel a Absalón de haberse llevado a cabo hubiera terminado con la vida de David, pero Dios había escuchado la oración del rey.
Los planes de los malvados pueden ser perfectos contra nosotros, pero siempre la intervención del Señor los puede desbaratar. A diferencia de Saúl que persiguió a David más con fuerza que con inteligencia, Ahitófel era más peligroso porque usaba la razón, pero el Creador cuidó de su siervo.
La lección que nos deja esta historia es que Dios destruye el consejo de los malvados contra nosotros. Pueden estar bien elaborados, pero la intervención divina los ceba y la vida de sus hijos es preservada. Dios nos muestra que lo irremediable o lo que parece definitivo él lo puede cambiar con solo una acción de su diestra de poder.