La Biblia dice en Mateo 15: 13
“Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.”
Así le contestó Jesús a sus discípulos cuando le comentaron que los fariseos se habían ofendido muchísimo cuando les citó al profeta Isaías que dijo de Israel: Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
Y se enfadaron con el Señor porque con las palabras del vidente de Dios los acusó de su hipocresía. La falta de sinceridad de ellos quedó confirmada con su molestia y eso fue aprovechado por Jesús para enseñarle a sus discípulos el valor de la integridad y la honestidad ante Dios, valores contrarios a la hipocresía.
Para que lo comprendieran lo hizo con una ilustración: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Comparó a Dios como un campesino o agricultor y a los fariseos o hipócritas como una planta que no fue plantada por Dios, la cual sería desarraigada o tirada y retirada para no estorbar.
La hipocresía fue uno de los grandes temas que Jesús discutió con los fariseos. La palabra hipocresía es una trasliteración del griego al español, es decir, pasó de esa lengua antigua al castellano sin modificación, por su puesto que la pronunciación ha cambiado, pero la raíz es la misma y quiere decir sencillamente un actor.
Jesús le dijo a sus seguidores que el Padre no plantó actores o hipócritas. En otras palabras el Señor se deslindó de personas que viven una doble vida. El Padre no sembró esa clase de plantas en su huerto. La falta de sinceridad no es una característica en la vida de los creyentes.
Pero no solo se deslindó, sin también advirtió que serían desarraigados, lo que nos enseña que el Señor se deshará de quienes en lugar de evitar la hipocresía la asumen como estilo de vida porque son nocivos al desvirtuar la verdadera adoración a Dios y convertirla en una simple vida exterior para impresionar a los hombres.
Nos queda claro que la hipocresía de los fariseos nunca fue aceptada por Cristo, ni será aceptada en la vida de los creyentes porque lo único que hace es concentrar personas pegadas de sí mismas que lo único que les interesa es lo que los demás digan y no lo que Dios dice a sus vidas.