La Biblia dice en Isaías 9:6

“Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la paz.”

En hebreo la palabra paz procede de la expresión “shalom” que a diferencia de la palabra griega “eirene” su sentido abarca más que un estado de tranquilidad o paz mental porque implica además de ese estado una condición de descanso, despreocupación y sobre todo de relajación proveniente de una estrecha relación con Dios.

Shalom es, entonces, más que una simple condición de paz meramente humana, sino la instauración de una quietud nacida del mismo cielo como resultado de la comunión con el Creador. De hecho de la expresión shalom, surge la palabra shabat que sencillamente significa descanso.

Jesús es visto por el profeta como el Príncipe de paz, un gobernante que traería quietud y así fue durante su ministerio terrenal. Según leemos en los evangelios mientras estuvo en esta tierra departió paz a quienes le buscaron. No hubo nadie que no llegara a sus pies a quien no ofreciera la bendición de tener quietud, calma, sosiego, bonanza.

Fue su invitación reiterada: Mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da, no se turbe su corazón, ni tenga miedo, dijo a los judíos de su tiempo que como nosotros experimentaban la zozobra que trae consigo esta terrible realidad de incertidumbre por el mañana, cuando parece que los malvados gozan de bienes, sin merecerlo.

En un mundo estresado, que provoca ansiedad y desaliento recordar a Jesús como el Príncipe de paz es sumamente benéfico, pero es todavía más gratificante hacerlo el monarca de nuestras vidas porque de esa forma tenemos garantizado el antídoto contra la desesperanza y contra todo aquello que nos quita la calma.

Jesús vino al mundo a traer paz a todos aquellos que lo aceptan no como un simple mortal, sino como el dueño absoluto de la tranquilidad que tanto ansía nuestra alma y corazón, un Príncipe que tiene la paz suficiente para todos sin importar el nivel de estrés que estes atravesando.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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