La Biblia dice en Hageo 1:6

“Ustedes siembran mucho, pero cosechan poco; comen, pero no se sienten satisfechos; beben, pero se quedan con sed; se abrigan, pero no entran en calor; y el que trabaja a jornal, echa su salario en saco roto.”

El profeta Hageo fustigó duramente a los judíos que habían regresado de la cautividad a Jerusalén por su pasividad ante la urgencia de reconstruir tanto la ciudad como el templo que Nabucodonosor había destruido y les recordó que el descuido de la obra de Dios nunca trae prosperidad a la vida de las personas.

Ellos habían descuidado por completo la necesidad que tenía la casa de Dios y se habían dedicado por completo a resolver el problema que tenían en sus casas, trabajando por completo en su rehabilitación y poniendo todos sus esfuerzos y recursos en mejorar sus condiciones de vida.

Sin embargo, ocurrió algo en la vida de ellos, a pesar de que dedicaban toda su vida a tratar de tener mejoras materiales sucedía exactamente lo contrario. En lugar de trabajar mucho y obtener bastante en realidad algo sucedía y esa ecuación lógica de hacer más para obtener más simplemente no operaba.

Vivían, además insatisfechos, con todo y que tenían bienes y habían logrado grandes avances en la rehabilitación y mantenimiento de sus casas, pero a pesar de ello seguían sin lograr la plena realización de su vidas y justamente en esos momentos Dios le da un mensaje al profeta Hageo.

El mensaje para ellos y para nosotros es el mismo: dale la prioridad a Dios y él se encargará de todo lo secundario. Jesús lo explicó de una manera más sencilla y comprensible cuando dijo: Busquen primero el reino de Dios y todas las demás cosas –casa y susento– vendrán por añadidura.

Se trata de una verdad que permanece desde hace siglos: poner diligencia, atención y cuidado a las cosas de Dios antes que a todo lo demás nos dará todo aquello que necesitamos o requerimos. En sentido contrario ocuparnos primero de nuestras necesidades y luego del Señor no nos llevará a nada.

Necesitamos poner en primerísimo lugar a Dios porque al final de cuentas él es el único que puede cambiar todas las circunstancias para bien de nosotros. Darle el primer lugar es manifestarle que reconocemos que él es mas sabio que nosotros, es admitir que confiamos totalmente en él y no en nuestros planes.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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