La Biblia dice en 1º Libro de los Reyes 22: 22

“Él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así.”

Para pelear juntos contra un común enemigos los reyes del norte y el sur de Israel, Acab y Josafat, respectivamente, se reunieron y antes de salir a la batalla consultaron a cuatrocientos profetas que según Acab tenía y digo según porque Acab fue uno de los reyes más perversos de su tiempo, pero se ufanaba de consultar a Dios. 

Todos ellos le decía que saldría victorioso, que fuera confiado porque Dios estaba con él, que nada malo le ocurriría, que la diestra del Señor era con él, que no temiera, ni dudara porque Dios lo acompañaba. Eran tan vehementes y convincentes que Acab se sintió totalmente satisfecho. Esos sí eran profetas. No como Elías, ni como Micaías. 

El rey Josafat vio algo que no le pareció. La unanimidad de estos videntes le resultó sospechosa y preguntó si no había algún otro profeta para consultarlo y entonces, Acab le habló de Micaías y le dijo que también era un varón de Dios, pero que no le gustaba oírlo porque sus profecías eran de destrucción y de malos presagios. 

A pesar de ello, Josafat le pidió que lo llamara y entonces vino a ellos y les dijo lo mismo que los cuatrocientos profetas, pero Acab se percató que Micaías estaba fingiendo, pero lo hacía porque Dios se lo indicó y entonces le exigió que hablara lo que Dios le había dicho y le dijo que no resultaría vencedor de esa batalla, que en realidad moriría al ir a la guerra. 

La ira de Acab se desató y le dijo a Josafat que por eso no consultaba a ese profeta y fue entonces que Micaías le explicó que la razón por la que los cuatrocientos profetas le decían que fuera a la batalla. Se había apoderado de ellos un espíritu de mentira para engañarlo y para que se dirigiera a la guerra. 

Lo inquietante de este texto que hoy meditamos es que hay hombres que se dicen profetas y en realidad lo que profetizan son mentiras impulsado por un espíritu demóniaco que los lleva a decir falsedades. Estos no solo son falsos profetas, sino profetas surgidos de los mismos infiernos para mentir flagrantemente. 

Los cristianos vivimos estos tiempos donde hombres sin el menor pudor, sin ningún empacho de autonombra profetas y algunos hasta como apóstoles en una franca desviación espiritual. Debemos tener cuidado, mucho cuidado porque muy posiblemente estemos frente a instrumentos del mal para dañar nuestra vida. 

El espíritu de mentira sigue moviéndose porque los demonios son atemporales y solo con la palabra de Dios podemos enfrentarlos. Créale a la Biblia. Lea la palabra de Dios. Es el mejor antídoto contra farsantes y demonios.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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