La Biblia dice en Salmos 90:1

“Señor, tú nos has sido refugio por todas las edades.”

El salmista ha descubierto dos grandes verdades para su vida: la primera es que Dios es refugio. La palabra refugio en este verso procede de la raíz hebrea “maon” que se traduce como habitación escondida. Lo que en el español diríamos “escondite”. El verbo de esa palabra algunos lo traducen como ocultar o cubrir.

La palabra refugio que utiliza el autor del salmo tiene la connotación de un lugar donde se puede esconder algo o alguien de manera idéntica como algunos animales tiene lugares donde se resguardan y es casi imposible que sean atacados porque es impenetrable o porque allí nadie los puede encontrar.

La segunda verdad que Moisés, autor de este canto, nos comparte es que Dios es eterno. Que el tiempo no le causa ningún estrago. Que generación a generación Él siempre está presente para ayudar a proteger y cuidar a todo aquel que quiera ser resguardado o cuidado de los grandes peligros que hay en esta vida.

El hombre puede encontrar a Dios siempre porque siempre ha estado allí y siempre estará. No como los seres humanos que son finitos y breves. Dios es para siempre. Jamás dejará de existir o perecerá. Como decimos aquí en Oaxaca, Dios nunca muere esta presente en todo momento.

Moisés sabe perfectamente de lo que nos habla porque él tuvo que esconderse cuando huyó de Egipto y el faraón lo buscó para destruirlo. Su largo viaje de Egipto a Madian, donde se refugió lo hizo pensar seriamente sobre la forma en que Dios protege y cuida a todos del inminente peligro.

Moisés nos enseña en este verso que podemos confiar totalmente en el cuidado de Dios porque ha protegido desde siempre a quien lo invoca. Lo ha hecho de generación en generación. Su cuidado es tan delicado que nos esconde de nuestros enemigos que quieren ir contra nuestra vida.

Dios nos cuida de tal manera que nos oculta, nos esconde y nos “hace invisibles” a aquellos que quieren dañarnos y hace que no nos vean y pasen de largo a la hora de querer maltratarnos o hacernos daño. La seguridad que podemos tener en Dios es total e inmensa. Nadie nos podrá hacer daño si nos refugiamos en él.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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