La Biblia dice en Proverbios 1:33
“Pero el que me preste atención, vivirá en paz y sin temor de ningún peligro.”
La aspiración de todos los seres humanos es vivir en paz. El anhelo en el corazón es que la existencia humana transcurra sin contrariedades, que se pueda morar en este mundo sin sobresaltos y que todo lo que suceda que nos desestabilice pueda ser controlado, dominado y resuelto para existir sin contratiempos.
El proverbista nos dice que eso es posible si atendemos a la sabiduría, a la que personfica como alguien que habla una y otra vez para convocarnos a seguirla, que se para en los lugares públicos para atraernos a fin de ayudarnos a conducirnos con sabiduría e inteligencia en un mundo lleno de mentiras, distractores y enemigos silenciosos que quieren destruirnos.
De hacerle caso, atendiendo sus exhortaciones, consejos y llamados de atención podremos sortear toda clase de trampas que hay en esta vida en la que muchas personas en lugar de vivir con sabiduría se entregan con ahínco a vivir haciendo el mal y dañando a sus semejantes como si en eso se les fuera la vida.
Uno de los grandes beneficios que trae consigo dejar que la sabiduría nos gobierne es que se vivirá en paz y se vivirá sin tempor de peligro alguno. Paz y seguridad son dos baluartes importantísimos para la vida porque nos dan la capacidad de movernos confiandamente en este mundo.
La sabiduría de la que habla el libro de Proverbios no es la acumulación de conocimiento en la mente, ni el alcance de logros académicos, que jamás se desdeñan, pero no son de lo que habla la Escritura sino de la capacidad de tomar decisiones correctas primero en el ámbito personal, luego en otros.
A partir de ella se construye la paz y se genera seguridad. Es indispensable entender que la sabiduría es una necesidad básica en la existencia humana porque dota a las personas de la capacidad para llevar a cabo resoluciones correctas a la hora de enfrentar dilemas en la vida cotidiana.
Es la razón por la que Salomón desea que nos sumerjamos en la sabiduría, entendiendo que la sabiduría nace del temor al Señor.