La Biblia dice en el salmo 100:
Salmo de alabanza. Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. 2 Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. 3 Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. 4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. 5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones.
Introducción
El salmo cien tiene una inscripción que nos permite comprender su propósito: es un canto de gratitud. La versión Reina Valera 1960 traduce la expresión como “Salmo de alabanza” como lo hacen otras versiones y es que la expresión hebrea “todá” se puede traducir como gratitud, alabanza y hasta como confesión.
Sin embargo, la expresión “todá” aparece dos veces en el salmo y en esa aparición casi todas las versiones la traducen como “gratitud” o “acción de gracias”. Podemos, entonces, sin necesidad de forzar el texto hablar de un salmo de gratitud o canto de acción de gracias con el que cierran los salmos dedicados a hablar del Rey del universo.
Con la gratitud se entremezclan la alegría y el servicio a Dios. La gratitud se presenta de este modo como el gran denotante para hacernos siervos del Señor. Pero no cualquier clase de servidumbre, sino aquella que nace de la alegría. Somos esclavos del Señor no a la fuerza, sino de manera voluntaria y también
El pueblo de Israel fue liberado para hacerse esclavo del Señor. Ellos que habían padecido tanto de sus amos egipcios debían descubrir que el Señor los quería como siervos, pero con una singular diferencia, él no los maltrataría ni les amargaría la vida con pesadas cargas como lo habían hecho los egipcios. El sería tierno y compasivo con ellos.
Este es un salmo que evoca y convoca a rendirnos a Dios, cantarle con alegría y servirle con regocijo porque en primer lugar no nos pertenecemos a nosotros mismos, tenemos un Dueño y Señor que nos creó y en segundo lugar porque Dios es inmensamente bueno con cada uno de nosotros.
El marco sobre el que descansan estas acciones es la gratitud. La gratitud es una actitud que los hombres necesitan desarrollar. No se nace con ella.
La memoria nos ayuda mucho para no olvidar todo lo que se ha hecho por nosotros. La gratitud es el motor para servir a Dios. Todo lo que no nace de la gratitud ante Dios es simplemente interés y servir a Dios debe nacer de un corazón que reconoce los beneficios recibidos de parte del Creador.
Salmo 100: Señor, cuánta alegría produce servirte con gratitud
A. Para llegar ante tu presencia con mucha alegría
B. Para reconocer que tus nos creaste
C. Para bendecir tu nombre
D. Para anunciar que tú eres bueno
La palabra “todá” que es la raíz etimológica de la expresión agradecimiento es un término que aparece por primera vez en el libro de Levítico para señalar un tipo de ofrenda que se podía presentar en el tabernáculo y no tenía relación alguna con las ofrendas por el pecado, sino que nacía de aquella persona que había peligrado su vida y salvaba milagrosamente.
La palabra se utiliza unas treinta dos veces siempre con el sentido de gratitud. Al ofrecerla en el templo de Jerusalén, los judíos expresaban la más grande de las adoraciones porque nacía no de una obligación, sino de una actitud voluntaria y espontánea que es como Dios quiere que se le adore.
Solo de esa forma podemos descubrir cuánta alegría se produce por servir al Señor con un corazón agradecido.
A. Para llegar ante tu presencia con mucha alegría
Dice nuestro salmo en tono de llamado y convocación “Venid ante su presencia con regocijo”. Con ello el salmista nos pide llegar ante Dios con la actitud correcta. Llegar con regocijo, es decir, con una alegría desbordada. Lo contrario al júbilo es la tristeza o el pesar o también la pesadez.
Nosotros podemos descubrir el servicio a Dios con mucha alegría cuando la motivación que nos ánima es la gratitud. Dios desea hijos felices sirviéndole y no seres mortificándose por hacer la voluntad de Dios. El servicio al Señor es, independientemente de las complejidades con las que nos reta la vida, una labor que se debe desempeñar con gozo.
La simja o alegría hebrea se palpan, se siente y se percibe en cada una de las partes de este salmo y esa alegría se comparte con Dios quien no solo nos auxilia en las tribulaciones, sino que también quiere regocijarse con nosotros cuando hemos pasado momentos difíciles y complicados y hemos salido avantes gracias a su acompañamiento.
B. Para reconocer que tus nos creaste
El salmo nos da una razón para llegar con tanta gratitud ante Dios y con tanta alegría: “Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos.” Somos criaturas, lo que implica que tenemos un Creador. Nosotros no somos autónomos ni independientes, al contrario somos seres con grandes carencias que solo son suplidas por quién nos hizo.
Esa es la razón por la que el salmista nos pide que “reconozcamos” que somos seres que fuimos tomados de la tierra y de allí Dios nos hizo y por lo tanto debemos nuestra existencia a un ser que entre sus brillantes planes y propósitos decidió que nosotros estuviéramos en este mundo.
Cuando entendemos y comprendemos que nuestra vida surgió de un Ser que es Todopoderoso nuestra actitud debe cambiar porque eso quiere decir que nosotros nos debemos a alguien y ese alguien nos llama a reconocerlo y cuando lo logramos entender la gratitud es infinita.
Además de ser criaturas Dios nos apartó como su pueblo y como sus ovejas. Lo que le da un sentido todavía más fuerte a la idea de ser seres necesitados de gran protección en un mundo lleno de maldad.
C. Para bendecir tu nombre
Hay en este salmo una serie de recomendaciones para llegar ante su presencia de la manera debida. El verso cuatro del salmo que hoy meditamos dice así:
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre.
La alegría de servir al Señor con gratitud nos lleva a bendecir su nombre. El salmista le dice a los hebreos que desde el momento de llegar a las puertas del templo y luego en sus atrios ellos debían de agradecer y alabar al Señor, que son dos formas de bendecir el Santo nombre de nuestro Dios.
Bendecir a Dios surge también de un corazón agradecido. Bendecirlo en todo momento, aun cuando tal vez no haya motivos por los cuales tengamos que hacerlo, porque tal vez estemos pasando una enfermedad o escasez o estemos en una situación complicada, pero al hacerlo reconocemos que él está en control de todo.
D. Para anunciar que tú eres bueno
Qué bendición más grande saber que Dios es bueno. Esa verdad es la que nos alienta a ser agradecidos. Cuando olvidamos o pensamos que Dios no es bueno comienza nuestra gran caída porque al pensar que Dios hace cosas que nos dañan o que van contra nuestros propósitos, nos equivocamos grandemente respecto a la naturaleza del Señor.
El verso cinco de nuestro salmo dice así:
Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones.
Una de las razones que debe mover nuestro corazón es tener presente que Dios es bueno. Que en él no hay cambio y que todo lo que hace lo hace motivado por su naturaleza bondadosa y que nosotros nunca debemos de perder de vista que Dios jamás se equivoca en lo que hace porque lo hace motivado por dos razones.
En este verso podemos ver que Dios no se equivoca porque para siempre es su misericordia y porque su verdad es por todas las generaciones. La misericordia de Dios es darnos aquello que no merecemos animado por un amor de tipo maternal. Dios nos ama tanto que nos trata con la ternura con la que una madre trata a su hijo.
Pero el hecho de señalar que su verdad es por todas las generaciones es una manera de hacernos ver que sus promesas no cambian. Que lo que ha dicho tampoco se modifica sino que permanece inmutable.