La Biblia dice en el Salmo 104:
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; 2 te has envuelto en un manto de luz. ¡Tú extendiste el cielo como un velo! 3 ¡Tú afirmaste sobre el agua los pilares de tu casa, allá en lo alto! Conviertes las nubes en tu carro; ¡viajas sobre las alas del viento! 4 Los vientos son tus mensajeros, y las llamas de fuego tus servidores. 5 Pusiste la tierra sobre sus bases para que nunca se mueva de su lugar. 6 El mar profundo cubría la tierra como si fuera un vestido. El agua cubría las montañas. 7 Pero tú la reprendiste, y se fue; huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno. 8 Subiendo a los montes y bajando a los valles, se fue al lugar que le habías señalado, 9 al límite que le ordenaste no cruzar, para que no volviera a cubrir la tierra. 10 Tú envías el agua de los manantiales a los ríos que corren por las montañas. 11 De esa agua beben los animales salvajes; con ella apagan su sed los asnos del monte. 12 A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo; ¡allí cantan, entre las ramas de los árboles! 13 Tú eres quien riega los montes desde tu casa, allá en lo alto; con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra. 14 Haces crecer los pastos para los animales, y las plantas que el hombre cultiva para sacar su pan de la tierra, 15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite. 16 Sacian su sed los árboles, los cedros del Líbano que el Señor plantó. 17 En ellos anidan las aves más pequeñas, y en los pinos viven las cigüeñas. 18 Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones. 19 Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse. 20 Tiendes el manto oscuro de la noche, y entonces salen los animales del bosque. 21 Los leones rugen por la víctima; piden que Dios les dé su comida. 22 Pero al salir el sol, se van y se acuestan en sus cuevas. 23 Entonces sale el hombre a su labor y trabaja hasta la noche. 24 ¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; ¡la tierra está llena de todo lo que has creado! 25 Allí está el mar, ancho y extenso, donde abundan incontables animales, grandes y pequeños; 26 allí navegan los barcos, allí está el Leviatán, el monstruo que hiciste para jugar con él. 27 Todos ellos esperan de ti que les des su comida a su tiempo. 28 Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se llenan de lo mejor; 29 si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, mueren y vuelven a ser polvo. 30 Pero si envías tu aliento de vida, son creados, y así renuevas el aspecto de la tierra. 31 ¡La gloria del Señor es eterna! ¡El Señor se alegra en su creación! 32 La tierra tiembla cuando él la mira; ¡echan humo los montes cuando él los toca! 33 Mientras yo exista y tenga vida, cantaré himnos al Señor mi Dios. 34 Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos, pues sólo en él encuentro mi alegría. 35 ¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores! ¡Que dejen de existir los malvados! ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Aleluya!
Introducción
El salmo ciento cuatro es una canto de reconocimiento a la grandeza de Dios por la manera en que sustenta la tierra y en consecuencia provee no solo al ser humano sino a los animales y a toda la creación de una manera perfecta y armoniosa.
El salmista se sienta a contemplar la manera en la que Dios dirige su creación, la forma en la que hace producir el sustento de animales y hombres en una especie de concierto lleno de armonía y tiempos bien marcados para que a nadie le falte lo que necesita para subsistir en este mundo.
El salmista hace un recuento de sus observaciones en las que inserta alabanzas y reconocimiento a la infinita sabiduría de Dios para colocar perfectamente los tiempos, las estaciones y las temporadas en la tierra para que los hombres puedan producir el pan que los sustente.
Sin inscripción que nos permita conocer al autor o el momento en que fue compuesto, este salmo es un canto sapiencial porque nos lleva a reconocer y tener presente siempre que sin la intervención divina este mundo sería un lugar de anarquía, un espacio en desequilibrio y en consecuencia inhabitable.
Pero el hombre puede vivir y ha vivido en este planeta desde que Dios lo creó porque Dios no solo lo diseñó sino que lo sustenta. El hombre puede sobrevivir porque hay un manejo perfecto de tiempos y procesos naturales que la tierra no deja de producir el sustento diario de la humanidad.
Es un perfecto equilibrio que el hombre en muchas ocasiones y en muchos lugares del globo terráqueo ha perturbado lo que ha provocado escasez de alimentos, sin embargo el favor de Dios es tan grande que a pesar de estas circunstancias Dios sigue proveyendo lo necesario para sustentar la tierra.
El salmo tiene como finalidad llevarnos a reflexionar seriamente que si tenemos en nuestra mesa el alimento es gracias a que Dios no ha dejado de bendecir la tierra y cuidarla aun de nuestra propia inclinación a dañarla y destruirla.
Salmo 104: Señor, tú abasteces todas nuestras necesidades
A. Porque con agua la tierra produce alimentos 10-18
B. Porque los tiempos están claramente marcados 19-23
C. Porque sustentas hasta a los animales del mar 24-30
D. Por eso mientras tenga vida te cantaré
Del verso uno al verso nueve de nuestro salmo, el salmista presenta a Dios o nos muestra la grandeza de Dios. Una sola frase nos ayudaría a entender frente a qué clase de Dios estamos.
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; 2 te has envuelto en un manto de luz. ¡Tú extendiste el cielo como un velo! 3 ¡Tú afirmaste sobre el agua los pilares de tu casa, allá en lo alto! Conviertes las nubes en tu carro; ¡viajas sobre las alas del viento! 4 Los vientos son tus mensajeros, y las llamas de fuego tus servidores. 5 Pusiste la tierra sobre sus bases para que nunca se mueva de su lugar. 6 El mar profundo cubría la tierra como si fuera un vestido. El agua cubría las montañas. 7 Pero tú la reprendiste, y se fue; huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno. 8 Subiendo a los montes y bajando a los valles, se fue al lugar que le habías señalado, 9 al límite que le ordenaste no cruzar, para que no volviera a cubrir la tierra.
“¡Tú extendiste el cielo como un velo!” dice el salmista para mostrarnos que el inmenso cielo para nosotros para Dios es apenas una pequeña cortina que cubre su casa. Esta figura retórica busca que logremos apreciar, si es que lo podemos hacer, la inmensa grandeza de nuestro buen Dios.

Las nubes son el carro en el que viaja el Señor, dice el autor de este canto para mostrarnos que el Creador es inconmensurable, inmenso y que su grandeza excede lo que nuestro entendimiento puede apreciar y comprender. Su grandeza está por encima de lo que nuestra razón puede llegar a entender.
A. Porque con agua la tierra produce alimentos
En el mundo existe diez grandes ríos
1. El Ganges
2. El Nilo
3. El Misisipi
4. El de la Plata
5. El Negro
6. El Madeira
7. El Yangtsé
8. El Orinoco
9. El Congo
10. El Amazonas
De igual modo existen cientos de ríos en todo el mundo que permiten la vida de los hombres y de los animales y ese es el primer reconocimiento que el salmista hace al mostrarnos como Dios abastece su creación haciendo llover para que estos ríos puedan tener suficiente agua para hacer producir la tierra.
Del verso diez al verso dieciocho encontramos:
10 Tú envías el agua de los manantiales a los ríos que corren por las montañas. 11 De esa agua beben los animales salvajes; con ella apagan su sed los asnos del monte. 12 A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo; ¡allí cantan, entre las ramas de los árboles! 13 Tú eres quien riega los montes desde tu casa, allá en lo alto; con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra. 14 Haces crecer los pastos para los animales, y las plantas que el hombre cultiva para sacar su pan de la tierra, 15 el pan que le da fuerzas, y el vino, que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite. 16 Sacian su sed los árboles, los cedros del Líbano que el Señor plantó. 17 En ellos anidan las aves más pequeñas, y en los pinos viven las cigüeñas. 18 Los montes altos son para las cabras, y en las peñas se esconden los tejones.

La vida en la tierra sin agua es imposible. Dios nos da el agua a pesar de todo el daño que le hemos hecho a la naturaleza porque la deforestación y la tala inmoderada de nuestros bosques incide directamente en la falta de lluvias y también en la falta de agua en los afluentes, muchos de los cuales lamentablemente se han secado.
B. Porque los tiempos están claramente marcados
El sol y la luna tienen diversas encomiendas en la creación. Juegan un papel sumamente importante en el sustento de la vida humana.
19 Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse. 20 Tiendes el manto oscuro de la noche, y entonces salen los animales del bosque. 21 Los leones rugen por la víctima; piden que Dios les dé su comida. 22 Pero al salir el sol, se van y se acuestan en sus cuevas. 23 Entonces sale el hombre a su labor y trabaja hasta la noche.
La vida nocturna se hizo para los animales. En ese tiempo, programado por el Señor, los animales buscan su sustento, para que una vez que la noche se vaya, el hombre pueda salir a buscar su alimento.
Pero además el sol y la luna marca el calendario que sirve para saber cuando se va a plantar y cuando vendrán las primeras lluvias y el ser humano pueda trabajar la tierra y entonces proveerse su alimento.

C. Porque sustentas hasta los animales del mar
De los versos veinticuatro al treinta, el salmista dice lo siguiente:
24 ¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; ¡la tierra está llena de todo lo que has creado! 25 Allí está el mar, ancho y extenso, donde abundan incontables animales, grandes y pequeños; 26 allí navegan los barcos, allí está el Leviatán, el monstruo que hiciste para jugar con él. 27 Todos ellos esperan de ti que les des su comida a su tiempo. 28 Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se llenan de lo mejor; 29 si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, mueren y vuelven a ser polvo. 30 Pero si envías tu aliento de vida, son creados, y así renuevas el aspecto de la tierra.
El autor del salmo habla del dominio del Señor sobre el mar y menciona al Leviatán. Mucho se ha hablado de este ser. Se menciona también en el libro de Job y la mayoría de los comentarista sostiene que es un monstruo mitológico, es decir que en realidad no existió, pero que los pueblos semíticos lo mencionan mucho.
El salmista lo emplea para mostrar que aún si ese ser exisitiera sería una creación del Señor colocado en los mares que creó y donde habitan incontables animales que Dios creó.

D. Por eso mientras tenga vida de cantaré
El salmo termina con un compromiso del salmista de cantarle a Dios por la forma en que provee al hombre su alimento y para la manera en que sustenta su creación
31 ¡La gloria del Señor es eterna! ¡El Señor se alegra en su creación! 32 La tierra tiembla cuando él la mira; ¡echan humo los montes cuando él los toca! 33 Mientras yo exista y tenga vida, cantaré himnos al Señor mi Dios. 34 Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos, pues sólo en él encuentro mi alegría. 35 ¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores! ¡Que dejen de existir los malvados! ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Aleluya!