La Biblia dice en el salmo 119:41-48
Vau
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; tu salvación, conforme a tu dicho. 42 Y daré por respuesta a mi avergonzador, que en tu palabra he confiado. 43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero. 44 Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente. 45 Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré; 47 Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado. 48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos.
Introducción
Confesar que Dios existe y vivir bajo sus preceptos no necesariamente es aceptados por todos. Creer en el Señor ha tenido desde siempre enemigos de todos los tamaños y los justos han enfrentado y enfrentarán siempre no solo la oposición a sus convicciones sino particularmente burlas y ofensas.
La sexta letra del alfabeto hebreo es vau y el salmista la utiliza para hablarnos de avergonzadores u ofensores que lo zahieren con sus comentarios y cómo encuentra refugio en la palabra de Dios para enfrentarlos y conservar su tranquilidad y sobre todo no perder su confianza en Dios.
La presión social sobre quienes creen es muy fuerte. La historia nos muestra cómo en diferentes épocas la fe se ha defendido incluso con la vida porque el mundo rechaza el mensaje que contiene la revelación divina y quienes profesan convicciones relacionadas con el Creador son puestos en grandes dilemas.
Las burlas y las ofensas que se dan contra quienes creen se dan de mucha maneras. Se dan cuando una persona habla de Dios y se conduce con temor de él, pero también ocurren y con mayor crudeza cuando “las cosas no salen como la gente espera que le salgan a quien confía en Dios.” Las calamidades no siempre son entendidas por la gente.
El salmista nos va a presentar la manera en la que podemos enfrentar esta situación que de forma constante enfrentaremos.
Salmo 119: Señor, enséñame a amar tu palabra
Para no avergonzarme de mi fe
A. Ante los burladores
B. En todo tiempo
C. Ante los poderosos
Puede llegar a ser tan fuerte la presión sobre el creyente que corre el riesgo de negar su fe por la vergüenza pública que llega a su vida. El salmista desea resistir y nos conmina a resistir esta carga que llega a nuestra vida por tener una fe distinta a la de mucha gente y ante opositores que nos quieren hacer volver atrás.
La vergüenza es un tema recurrente en la Escritura. Según leemos la vergüenza no era un sentimiento que Adán tenía cuando fue creado. Como consecuencia de su rebeldía la vergüenza se instaló en la vida de los hombres. Génesis 2: 25 dice que “Adán y Eva estaban desnudos y no se avergonzaban.”
La palabra hebrea vergüenza procede de la raíz “bosch” que comunica la idea de una condición personal que se da en dos vías: la primera cuando de manera personal por cuestiones de conciencia una acción o acto nos lleva sentirnos apenados o avergozados y en segundo término aquella que surge externamente por alguien que nos quiere humillar.
El salmista la va a utilizar en este último sentido. Personas que nos quieren apenar para humillarnos y para tratar de afectar nuestra dignidad.
A. Ante los burladores
La burla o los burladores tratan a toda costa de humillarnos. Su objetivo central es llevarnos al ridículo y si lo pueden hacer ante mucha gente para ellos es un gran logro y un estimulador de su caída naturaleza pecaminosa.
Los versos cuarenta y uno y cuarenta y dos dicen de la siguiente manera:
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; tu salvación, conforme a tu dicho. 42 Y daré por respuesta a mi avergonzador, que en tu palabra he confiado.
La versión Dios Habla Hoy traduce estos versos así:
“Muéstrame, Señor, tu amor y salvación, tal como lo has prometido. 42 Así podré responder al que me ofenda, pues confío en tu palabra.”
La palabra avergonzador que usa la versión Reina Valera 1960 la Dios Habla Hoy la cambia por ofensa.
La Nueva Traducción Viviente traduce así este pasaje:
Señor, concédeme tu amor inagotable, la salvación que me prometiste. 42 Entonces podré responder a los que se burlan de mí, porque confío en tu palabra.
Esta versión se decanta por traducir la expresión avergonzador como burlador por el contexto en el que se presenta la palabra y que no contradice de ningún modo la expresión ofensa porque la burla es una ofensa, solo que el vocablo burlador o avergonzador específica mejor el sentido que quiere comunicar.
La palabra ofender se traduce en otras versiones como zaherir, humillar, afrentar, insultar y burlar.
El salmista confía plenamente en la misericordia del Señor porque gracias a ella puede ser salvado porque así lo ha establecido en su palabra. La bondad de Dios se conoce gracias a su revelación y en ella podemos encontrar auxilio ante quienes se burlan de nosotros por confiar en Dios.
B. En todo tiempo
Los versos cuarenta y tres y cuarenta y cuatro dicen lo siguiente:
No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero. 44 Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente.
Hay un idea predominante en estos versos y es que el autor del salmo quiere mantenerse siempre cerca de la revelación divina y además en todo tiempo. Cercanía y permanencia ante la Escritura es un elemento básico para que Dios nos ayude cuando enfrentamos la burla de los enemigos del Señor.
La frase no quites de mi boca la palabra de verdad es muy común al referirse al trato que se le debe dispensar a la Biblia en nuestras vidas: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, le dijo Dios a Josué para reiterar y subrayar la importancia de mantener en su mente y corazón la palabra de Dios.
Pero no solo se trata de conocer y saber los mandamientos del Señor, también es necesario guardarla y eso debe hacer siempre y ese compromiso es el que hace el salmista cuando le dice al Señor que guardará la ley siempre, para siempre y eternamente.
C. Ante los poderosos
Cuando Pablo escribió a los romanos “porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”, estaba expresando una de las grandes verdades a una cultura que tenía mucho orgullo y que la vergüenza estaba literalmente vetada de sus vidas.
El deshonor era para los romanos una situación inaceptable porque para ellos el hecho de ser descendientes de los fundadores de Roma el oprobio o la pena sencillamente no podían aceptarse y mucho menos vivir con ella. Preferían morir que vivir en la humillación de ser la burla de su sociedad.
El salmista escribe al respecto lo que fue la vida de Pablo que siendo judío y romano compareció ante el César: 46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré.”
No solo tenemos que enfrentar a los burladores, sino también tendremos que dar respuesta o testimonio de nuestra fe a los poderosos tal y como lo hicieron Pablo, Pedro y otros discípulos y como lo han hecho a lo largo de la historia todos aquellos que pelearon por la fe dada una vez a los santos.
Cuando los poderosos nos piden explicar nuestra fe pueden intimidarnos, hacernos sentir miedo o de plano llenarnos de zozobra, pero el salmista dice que no debemos avergonzarnos ante nada por las creencias que tenemos sin importar que los gobernantes de este mundo sean quienes nos pidan detallar nuestras convicciones.