Salmos 119: 153-160
Resh
Mira mi aflicción, y líbrame, porque de tu ley no me he olvidado. 154 Defiende mi causa, y redímeme; vivifícame con tu palabra. 155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos. 156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová; vivifícame conforme a tus juicios. 157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, mas de tus testimonios no me he apartado. 158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras. 159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia. 160 La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia.
Introducción
La letra resh es la vigésima letra del alfabeto hebreo. En la guematría hebrea su valor númerico es el doscientos y literalmente su nombre significa cabeza. Algunos lo asocian directamente al intelecto tanto divino como humano. Dios y el hombre comparten esa cualidad racional.
Dios es espíritu y al crear al hombre a su imagen y semejanza lo dotó de intelecto, razón, capacidad para pensar, tal y como él es. En esa característica hombres y Dios tienen la misma esencia. En toda la creación ningún otro ser posee esta virtud. Los animales no pueden razonar, se mueven por instintos, pero el hombre no.
Esa es la conexión entre el hombre y Dios: su mente, su cabeza y todos los procesos cognitivos que allí suceden y con la letra “resh” que se representa con una cabeza, el salmista nos lleva a considerar la necesidad de acercarnos a Dios conscientes de que solo el nos puede auxiliar.
La idea que encontramos en estos ocho versos es justamente la profunda necesidad que el hombre tiene de acercarse a Dios con toda su inteligencia, con la capacidad para comprender que la fe no es un acto que nos haga capitular en términos racionales o de raciocinio.
Hay una idea que prevalece en esta sección y tiene que ver con una necesidad profunda en el ser humano y es que de tiempo en tiempo necesitamos ser tomados por el Creador para llenarnos de vida. Las circunstancias adversas, los males en este mundo, los malvados y sus perversidades nos agotan y necesitamos ser reiniciados.
La sección de resh usa en tres ocasiones la palabra “vivifícame” que algunas versiones prefieren traducir como “dame vida”. Otras utilizan “vuélveme la vida” y otra más “otórgame” la vida.
El salmista le está pidiendo a Dios aliento. Siente que lo que está viviendo lo hace desfallecer y como no, si hay situaciones que nos ponen en una condición donde perdemos hasta nuestras ganas de vivir.
Salmo 119: Señor, enséñame a amar tu palabra
Porque me alienta
A. Ante la aflicción
B. Por su misericordia
C. Ante quienes me persiguen
Una persona está en grave peligro cuando pierde las fuerzas para seguir viviendo. Todos los seres humanos en mayor o menor grado hemos pasado esa experiencia, cuando vivir o cuando levantarnos de la cama para comenzar un nuevo día es tan díficil que quisieramos no abrir los ojos para salir.
Dios, quien fue quien puso en nosotros aliento de vida, sabe perfectamente de esos días y como fue quien puso esa capacidad en nosotros nos espera para darnos fuerza, renovarnos y comenzar de nuevo. Justamente la palabra “resh”, además de relacionarse con la palabra cabeza también tiene relación con comienzo o inicio. Resh se usa en “Bereshit”, primer libro de la Biblia, que recibe ese nombre porque es el principio o comienzo.
Y nosotros debemos ser alentados para reniciar, para comenzar de nuevo, para retomar fuerzas y seguir con este peregrinaje llamado vida.
A. Ante la aflicción
Los versos ciento cincuenta y tres y ciento cincuenta y cuatro nos ofrece uno de los más fuerte problemas que nos roban el aliento.
Mira mi aflicción, y líbrame, porque de tu ley no me he olvidado. 154 Defiende mi causa, y redímeme; vivifícame con tu palabra.
Los seres humanos sufrimos y a veces mucho. Sufrimos de manera directa cuando alguna enfermedad o mal físico llega a nuestra existencia. O un accidente nos hace perder capacidades físicas o bienes materiales que con mucho trabajo obtuvimos y no se diga, también sufrimos mucho cuando padece o sufre alguien a quien amamos mucho.
El salmista pone ante Dios sus sufrimientos, le dice que los mire, una forma más que de enterar a Dios, es la manera en que el salmista se desahoga porque Dios sabe todas las cosas, incluyendo nuestros padecimientos, pero cuando el autor del salmo lo presenta ante Dios, le ayuda a sacarlo de su corazón.
Pero además, le dice que defienda su causa. Una frase que nos permite entender la manera en que el salmista concibe a Dios y su necesidad personal. Hay problemas, males, enfermedades y otras muchas tribulaciones en las que solo Dios puede hacer algo por nosotros, porque ni nosotros, ni nadie más tiene el poder que el Creador tiene.
Y en este punto es justamente donde le dice a Dios que lo vivifíque.
B. Por su misericordia
En los versos ciento cincuenta y cinco y ciento cincuenta y seis, el salmista plantea la razón por la que Dios puede darnos aliento cuando más lo requerimos:
Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos. 156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová; vivifícame conforme a tus juicios.
La palabra que se usa en este verso para la expresión “misericordias” es el término “rechem” o “rejem” que también se emplea en el Antiguo Testamento para referirse a la matriz. El sentido al que nos lleva con esa expresión es que la compasión, amor o bondad a la que se refiere este vocablo es el amor materno.
El amor de una madre es impactante porque su hija o hijo puede fallar y fallarle a ella, pero su corazón siempre lo verá con piedad y jamás actuará en su contra. Lo perdonará y estará siempre lista para tenderle la mano y ayudarlo a salir de problemas, dificultades en los que se encuentre.
El salmista sabe que solo puede ser vivifícado o alentado por las múltiples misericordias del Creador. Esa clase de amor donde todo reside o tiene razón por quien ama, no por la persona que es amada. Somos inmerecedores de tal clase de amor por parte del Señor, pero él nos ama de esa forma.
La causa para recibir aliento de parte del Dios del cielo es porque nos ama mucho. Cuando sentimos que desfallecemos podemos acercarnos a su palabra y allí encontraremos fuerza, vigor, valor y entereza para seguir adelante en este camino al que nos ha llamado para seguirle convencidos que es lo mejor para nuestra vida.
C. Ante quienes me persiguen
Del verso ciento cincuenta y siete al ciento cincuenta y nueve encontramos las siguientes expresiones del salmista:
Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, mas de tus testimonios no me he apartado. 158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras. 159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia.
Si algo desgasta y mortifica es tener contra nosotros perseguidores y enemigos. La historia del pueblo hebreo es un ejemplo de una nación perseguida desde siempre. En la Antigüedad, en el medievo y en la época moderna, los hebreos han sido objeto de delirante persecusión por naciones que los vieron siempre como enemigos.
Son ellos ejemplo de la necesidad de acercarse a la Escritura para encontrar aliento ante los adversarios que tratan de aniquilarnos por las más diversas y absurdas razones.