La Biblia dice en el Salmo 74:
Masquil de Asaf. ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? 2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado. 3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario. 4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus divisas por señales. 5 Se parecen a los que levantan el hacha en medio de tupido bosque. 6 Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. 7 Han puesto a fuego tu santuario, han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra. 8 Dijeron en su corazón: destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra. 9 No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. 10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? 11 ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? 12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; el que obra salvación en medio de la tierra. 13 Dividiste el mar con tu poder; quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. 14 Magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los moradores del desierto. 15 Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. 16 Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. 17 Tú fijaste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste. 18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. 19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. 20 Mira al pacto, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. 21 No vuelva avergonzado el abatido; el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. 22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. 23 No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.
Introducción
El salmo setenta y cuatro da cuenta de la destrucción del templo de Jerusalén por los babilonios en el siglo VI antes de Cristo y por ello algunos comentarista piensan que este salmo fue escrito por los hijos de Asaf y se le adjudicaron a él porque para esas fechas el ya había muerto.
Es un canto que apela a la memoria del Creador para que no se olvide de su pueblo, de su ciudad, de su templo y de quienes perpetraron la destrucción de la santa ciudad de Jerusalén. Es un clamor para suplicarle a Dios que tenga presente la situación que están viviendo los escogidos.
El rezo pertenece a Asaf según leemos en la inscripción. La palabra o idea que se repite de manera consistente es “acuerdate”, “no te olvides” o “ten presente”. La expresión la encontramos en el verso dos, el verso dieciocho, diecinueve y veintidós en la versión Reina Valera 1960.
En otras versiones la encontramos también en el verso veinte, lo que nos hace suponer que la idea principal que el autor quiere comunicar es que Dios mantenga sus ojos puestos en su pueblo, que no les de la espalda y sobre todo que su mano no se aparte de ellos porque las consecuencias de esta situación es terrible.
El autor está experimentando una grave tribulación al ver la situación en la que están viviendo y se acerca a Dios para rogarle que no lo deje en esa condición y se aferra con todo su corazón a la idea de que Dios no puede olvidar a quien sufre, sobre todo si el sufriente es su pueblo.
Salmo 74: Señor, acuérdate de nuestra aflicción
I. Porque hemos sido asolados
II. Porque nuestros enemigos se regodean
III. Porque no vemos tus señales
IV. Porque te necesitamos tanto
Asaf nos enseña como dirigirnos a Dios cuando la desolación se ha plantado en nuestra vida y cuando nuestro futuro parece tan incierto porque el presente esta lleno de desesperanza al ver que lo que parecía indestructible ha sido casi borrado de la tierra, cuando lo inconcebible se torna real y cuando lo increíble se vuelve cotidiano.
En esos duros días llenos de tragedia y llenos de congojas, este salmo puede ser y es muy útil para orar a Dios y suplicarle que no nos olvide, que nos tenga presente en su corazón y recuerde que somos seres incapaces, necesitados siempre de su brazo de poder.
El salmo comienza con una breve inscripción: “Maskil de Asaf”, la palabra maskil ya la hemos encontrado en otros salmo y quiere decir reflexión, meditación, contemplación. Es un salmo que ha de cantarse o entonarse reflexionando seriamente. No que los demás no se canten así, pero particularmente éste debe interpretarse pensando en cada palabra e idea que contiene.
I. Porque hemos sido asolados
Del verso uno al verso tres nuestro salmo dice de la siguiente manera:
Masquil de Asaf. ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? 2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado. 3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.
Las dos preguntas iniciales de Asaf plantean el estado de ánimo en que se encontraba. Se sentía abandonado y pensaba que Dios estaba sumamente enojado con su pueblo al que llama ovejas de tu prado. La razón de verse de esta manera radica en la destrucción del templo de Jerusalén que relata este salmo.
Muchos profetas predicaron por años que si el pueblo de Israel no se arrepentía, la ciudad de Jerusalén sería destruída y con ella el hermoso templo de Jerusalén, pero no lo creyeron y cuando esto sucedió aproximadamente en el año 584 antes de Cristo quedaron pasmados y no daban crédito a lo que sus ojos veían.
Se sentían asolados como pueblo. No era una desolación personal, sino colectiva y el sentimiento era general. Por las calles de Jerusalén se respiraba una tristeza profunda al ver la ciudad y el templo quemados, destruidos y por eso se sienten olvidados por Dios y le suplican que se acuerde de ellos.
Ese es el gran problema del asolamiento. Nos lleva a la soledad o al sentimiento de soledad, una de las paradas al camino de la depresión porque cuando sentimos que a nadie le importamos caemos en una espiral de confusión y pensamientos en los que nos vemos solos como en un desierto.
II. Porque nuestros enemigos se regodean
Del verso cuatro al ocho el salmo setenta y cuatro dice de la siguiente forma:
4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus divisas por señales. 5 Se parecen a los que levantan el hacha en medio de tupido bosque. 6 Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. 7 Han puesto a fuego tu santuario, han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra. 8 Dijeron en su corazón: destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.
Los adversarios de Israel cantaban victoria, vociferaban, dice la versión Reina Valera 1960 y otras versiones dicen “rugían” para expresar la actitud de los babilonias que fueron los responsables de la destrucción de la ciudad de Jerusalén. Estas expresiones nos hablan del talante de los caldeos.
La burla de los gobernados por Nabucodonosor había llegado a tal grado que colocaron sus banderas como señal de triunfo y fueron más allá porque no tuvieron el menor respeto por la ciudad del Señor. Dice el salmista que se plantaron frente a las puertas como si estuvieran en bosque tupido de árboles y las destruyeron.
De igual modo hicieron con la casa del Señor a la que prendieron fuego y vaciaron de sus utencilios. Una verdadera tragedia para los hebreos que se sentían orgullos de su centro de adoración y que cuidaban de manera estricta solo para que llegaran los babilonio y lo destruyeran.
Asaf o los autores de este salmo que se lo atribuyeron a él, le piden a Dios que no se olvide de la actitud de estos hombres. De por sí la burla es siempre una actitud que hiere a todos, pero cuando el escarnio se produce porque se ha derrotado o pasado por encima de alguien el sentimiento de dolor es todavía más grande.
En este salmo la versión Reina Valera utiliza la palabra sinagoga. La traducción no la hacen así otras versiones, pero la versión que utilizamos si lo hace porque la destrucción del templo de Jerusalén primero por los babilonios y luego por los romanos hizo necesario la creación de estos lugares casi en todo el mundo.
Casi todas las versiones la traducen como “lugar de reunión para adorar”.
III. Porque no vemos tus señales
Del verson nueve al verso diecisiete nuestro salmo dice así:
9 No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. 10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? 11 ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? 12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; el que obra salvación en medio de la tierra. 13 Dividiste el mar con tu poder; quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. 14 Magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los moradores del desierto. 15 Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. 16 Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. 17 Tú fijaste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste.
Como ningún otro pueblo de la tierra, los judíos vieron el poder de Dios de manera directa. La diez plagas de Egipto, que fueron el arranque de una serie de portentos por parte de Dios, y luego todos los milagros en el desierto como comer sin sembrar, beber agua de la roca y tener por sombra una una nube, entre otros grandes prodigios.
Y de pronto de esas maravillas nada. El salmista confiesa su perplejidad ante la ausencia de algún profeta que les llevará un mensaje para saber que era lo que seguía a la destrucción de Jerusalén y el exilio a Babilonia, pero habían un silencio absoluto de parte de Dios junto con una cesación de señales.
En los versos diez y once encontramos cuatro preguntas que nos ofrecen claramente lo que pasaba en esos días entre los israelitas.
¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?
¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
¿Por qué retraes tu mano?
¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?
Resultaba incomprensible que Dios estuviera en silencio ante el grado de afrenta que estaba viviendo, si el único que dominaba al Leviatán era el Señor y el creador del día y de la noche así como las estaciones del año era Dios. No había “correlación” entre lo que estaban viviendo y la clase de Dios que tenían.
El salmista le pide a Dios que se acuerde de todo esto para que no desfallezca su corazón y perezcan ante la desolación que están viviendo. Lo reconoce como Rey. Un rey que somete al Leviatán, un monstruo mitológico de grandes dimensiones y sumamente destructivo.
IV. Porque te necesitamos tanto
Del verso dieciocho al verso veintitrés el salmo dice de la siguiente forma:
18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. 19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. 20 Mira al pacto, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. 21 No vuelva avergonzado el abatido; el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. 22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. 23 No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.
Esta es la sección donde más se repite la expresión “acuérdate”, “ten presente” y “no te olvides”. La actitud del salmista es de humilidad, reconociendo que el tamaño de la aflicción lo supera con creces y necesita profundamente el auxilio del Señor para sobreponerse.