La Biblia dice en el Salmo 76
Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de Asaf. Cántico. Dios es conocido en Judá; En Israel es grande su nombre. 2 En Salem está su tabernáculo, Y su habitación en Sion. 3 Allí quebró las saetas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra. Selah 4 Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza. 5 Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; no hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes. 6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos. 7 Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira? 8 Desde los cielos hiciste oír juicio; la tierra tuvo temor y quedó suspensa 9 cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar, para salvar a todos los mansos de la tierra. Selah 10 Ciertamente la ira del hombre te alabará; tú reprimirás el resto de las iras. 11 Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios; Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible. 12 Cortará él el espíritu de los príncipes; temible es a los reyes de la tierra.
Introducción
La creación nos muestras que el hombre jamás podrá igualar a Dios en sus obras. Cierto, alcanzará grandes logros y avances como los tecnológicos que vemos diariamente, pero jamás podrá superar la grandeza y magnificencia del Señor no solo en lo creado sino en la vida cotidiana de la humanidad.
Asaf contempló una obra sin precedentes, vio en su tiempo una demostración portentosa de Dios y quedó profundamente impresionado de los alcances del poder de Dios cuando se muestra entre los seres humanos y socava su “grandeza”, plantándose omnipotente sobre todo lo creado.
El autor de este salmo ha presenciado una obra grandiosa e impactante. Ha visto palpablemente que Dios derriba a los poderosos, que cambia de la noche a la mañana las circunstancias y que se instala como quien decide el rumbo de la historia y que los que parecen poderosos e invencibles en realidad son más débiles de lo que imaginan.
Al acercarnos a esta clase de sucesos o hechos, no queda más que rendirnos incondicionalmente al Señor y reconocer que es temible, es decir, que es no solamente digno de temor, sino también es necesario temerle. Dios no solo es temible, sino el único que debe ser temido.
Salmo 76: Señor eres temible y digno de ser temido
A. Por tus atributos
B. Por tus obras
Aunque Asaf no vivió en este tiempo, la mayoría de los comentaristas concuerdan en que este salmo fue compuesto para celebrar la derrota de Israel sobre los asirios sin disparar una sola flecha en lo que iba a ser una guerra desigual y en la que el pueblo de Israel sería derrotado de manera abrumadora.
Para entender, bajo esa perspectiva el salmo, tenemos que leer el pasaje del 2º libro de los Reyes 18:13-37 que dice de la siguiente forma:
13 A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 14 Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. 15 Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real. 16 Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. 17 Después el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. 18 Llamaron luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller. 19 Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? 20 Dices (pero son palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías, que te has rebelado contra mí? 21 He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían. 22 Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén? 23 Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos. 24 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? 25 ¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela. 26 Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro. 27 Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros? 28 Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29 Así ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. 30 Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo, 32 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará. 33 ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 34 ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano? 35 ¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén? 36 Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento del rey, el cual había dicho: No le respondáis. 37 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.
Este es un escenario de total desaliento. No se podía hacer nada ante el poderoso ejército Asirio y menos contra su altivo gobernante Senaquerib. Ante ello, el rey Ezequías se presentó ante Dios con las siguientes palabras registradas en el 2º Libro de Reyes 19:1-7.
Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. 2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz, 3 para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas. 4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda. 5 Vinieron, pues, los siervos del rey Ezequías a Isaías. 6 E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.
Finalmente esto fue lo que ocurrió:
2º de Reyes 19:35-37
35 Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. 36 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó. 37 Y aconteció que mientras él adoraba en el templo de Nisroc su dios, Adramelec y Sarezer sus hijos lo hirieron a espada, y huyeron a tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.
Bajo este contexto el salmo se puede entender perfectamente.
A. Por tus atributos
El salmo comienza con un descripción de los atributos de Dios.
Los versos uno al cuatro dicen de la siguiente forma Dios es conocido en Judá; en Israel es grande su nombre. 2 En Salem está su tabernáculo, Y su habitación en Sion. 3 Allí quebró las saetas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra. Selah 4 Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza. Dios demostró a Israel y nos demuestra a todos nosostros que un ejército poderoso puede ser destruido sin siquiera disparar una flecha.
Nos demuestra que no importa el tamaño de un ejército, si él dispone, basta con su voluntad para arrollarlos y dejarlos fuera de combate rápidamente. Dios se mostró como un Dios temible. Esa palabra se traduce de diversas maneras: glorioso, esplendoroso, venerado, terrible. Manifestó su grandeza de una manera tal que Asaf plasma en este salmo la impresión que le causó el Señor, lo dejó boquiabierto, impactado y sobre todo, perplejo.
El salmo es una mezcla de atributos y obras por parte de Dios. Separamos los atributos y obras para hacer más comprensible el texto, pero en realidad Asaf hace una ingeniosa combinación de ambos para hacernos ver que lo que Dios es va ligado a lo que él hace. Dios es bueno, hace cosas buenas. Dios es poderoso, hace obras poderosas.
B. Por sus obras
Del verso cinco al verso nueve dicen de la siguiente manera:
5 Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; no hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes. 6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos. 7 Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira? 8 Desde los cielos hiciste oír juicio; la tierra tuvo temor y quedó suspensa 9 cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar, para salvar a todos los mansos de la tierra. Selah
Asaf recuerda cómo cayó el ejército asirio. No metieron ni las manos, como solemos decir los mexicanos porque Dios se encendió en su ira. La ira de Dios es un tema que hemos visto en diferentes maneras, pero en este caso lo podemos comprender por la actitud de Senaquerib que se sintió superior no solo a los hebreos, sino al propio Dios.
Dios, entonces, intervino y el carro y el caballo fueron entorpecidos cuando Dios hizo ver su juicio sobre esa nación y nada pudo hacer para no ser derribado.
El salmo setenta y seis nos presenta a ese Dios que interviene en la historia y humilla a los poderosos. Así lo plantea el salmo:
10 Ciertamente la ira del hombre te alabará; tú reprimirás el resto de las iras. 11 Prometed, y pagad a Jehová vuestro Dios; Todos los que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible. 12 Cortará él el espíritu de los príncipes; temible es a los reyes de la tierra.