La Biblia dice en el salmo 79:
Salmo de Asaf. Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros. 2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las bestias de la tierra. 3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase. 4 Somos afrentados de nuestros vecinos, escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores. 5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? 6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre. 7 Porque han consumido a Jacob, y su morada han asolado. 8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, porque estamos muy abatidos. 9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. 10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada. 11 Llegue delante de ti el gemido de los presos; conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte, 12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos de su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová. 13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, te alabaremos para siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas.
Introducción
Muchos salmos del salterio judío recuerdan la caída de Jerusalén por manos de los babilonios porque provocó la destrucción del glorioso templo construido por Salomón e hizo que miles de judíos fueran llevados contra su voluntad a una tierra extraña llamada Babilonia.
En realidad ese evento dejó consternados a los hebreos que nunca dieron crédito a lo que les ocurrió porque para ellos era impensable que algún día su amada ciudad quedara en manos de los gentiles como ocurrió en los tiempos de Nabucodonosor, quien arremetió contra la ciudad de Jerusalén.
La desolación que vivieron los dejó impactados y escribieron salmos como este para tener presente siempre las consecuencias de alejarse de Dios. Olvidarse de Dios tiene como consecuencia experimentar las más profundas tristezas.
Asaf o sus descendientes plasmaron en este salmo las emociones que los recorrieron al ver su amada ciudad destrozada, el templo incenciado y saqueado y miles de sus compatriotas caminar al exilio, así como miles y miles de muertos regados por todos los contornos de la ciudad de paz.
Al llegar a este salmo, llegamos a presenciar un desgarrador cuadro de dolor y tristeza que nos sirve para revisar nuestra actitud frente a Dios.
Salmo 79: Señor, acuérdate de nuestra desolación
A. Para que se detenga la mortandad
B. Para que llegue a su fin la afrenta
C. Para que ya no mires nuestros pecados
D. Para alabarte para siempre
Si hay un evento que marcó al pueblo hebreo, fue su salida de Israel. Este salmo fue escrito por los hijos de Asaf para rememorar la destrucción de la ciudad santa a manos de Nabucodonosor, pero definitivamente bien podría ajustarse a lo ocurrido en el año setenta después de Cristo cuando el general romano Tito Flavio entró a Jerusalén y la destruyó.
La historia de Israel esta marcada justamente por su exilio a otras naciones. Hoy estamos a solo veintiocho años de celebrar un siglo de su regreso a Israel luego de casi veinte siglos fuera de ella. La relevancia de este salmo es grande para saber y entender lo que han vivido los hebreos.
Por eso su clamor fue siempre que Dios se acordara de su desolación en la que vivieron por muchos siglos.
A. Para que se detenga la mortandad
Del verso uno al verso tres el autor del salmo nos ofrece una estampa de lo sucedido en esos días:
Salmo de Asaf. Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros. 2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las bestias de la tierra. 3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase.
La palabra profanacion que usa el salmo es fuerte. La raíz hebrea de la expresión es “tame” y se usa en el relato de la violación que sufrió Dina a manos de Siquem hijo de Hamor heveo quien de acuerdo a Génesis 34:2 “la deshonró”. Amancilló, dice en Génesis 34: 27. Y ese es el mismo término que utiliza Asaf para referirse a lo ocurrido a Jerusalén.
Lo acontecido a los judíos fue una infamia. Una vergüenza nacional que trajo consigo además de oprobio al templo, mucha muerte de tal manera que muchos cuerpos ni siquiera pudieron ser enterrados a causa de la brutalidad y el enorme número de los que perecieron en esos días.
La sangre derramada como agua retrata fielmente lo sucedido en esos días. Una mortandad inverosímil. Cadáveres por doquier de niños, mujeres, ancianos y hombres sin posibilidad de darles sepultura hacían horroroso lo ocurrido en Jerusalén. Si de por sí es tristísimo ver muertos a nuestros seres queridos es todavía más patético dejarlos sin enterrar.
Qué clase de dolor se experimenta cuando se ve que no se puede devolver al polvo a quienes han fallecido y eso fue lo que vivieron los judíos en tiempos de Asaf y sus hijos, pero también en otras ocasiones, según aprendemos de la historia de Israel y por eso el salmista pide que se detenga la desolación.
B. Para que llegue a su fin la afrenta
Del verso cuatro al verso seis encontramos el clamor para que terminara esa desolación:
Somos afrentados de nuestros vecinos, escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores. 5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? 6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre.
La desolación que vivían era insoportable porque provocaba que los pueblos vecinos los escarnecíera, es decir que se burlaran de ellos y eso siempre hace del dolor algo todavía más insoportable. ¿Cómo creer en un Dios que llena de ira y hace que sus hijos y su pueblo sufra de esa manera?
No estamos hablando de cualquier clase de sufrimiento, sino de aquel que no tiene respuesta o sentido. Estamos hablando de los profundos abismos del dolor que vienen a la vida de las personas en el momento que menos se esperan y hacen de esos días una experiencia que raya en la locura.
Por eso la petición del salmista ante Dios de que cese la desolación para que la afrenta y vergüenza llegue a su fin y que todo el peso de la ira caiga a las naciones que no conocen a Dios y a sus reinos paganos que no le rinden tributo. Ellos son los que deben ser objeto del furor del Creador, pero no su pueblo.
C. Para que ya no mires nuestros pecados
Del verso siete al verso once encontramos las siguientes palabras de Asaf:
Porque han consumido a Jacob, y su morada han asolado. 8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, porque estamos muy abatidos. 9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. 10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada. 11 Llegue delante de ti el gemido de los presos; conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,
La única manera que concibe el salmista para que Dios ponga fin a sus sufrimientos es que deje de mirar sus pecados. Es un hecho que Dios reacciona airadamente ante el pecado sistemático de su pueblo. Dios es amor y compasión, pero también fuego consumidor y por eso el salmista pide que Dios los perdone.
El autor del salmo le pide a Dios con todo su corazón que no recuerde contra su pueblo los pecados e iniquidades de sus antepasados y al contrario vengan pronto sus misericordias para ser auxiliados de esa forma la gente dejará de hacerles la molesta pregunta: ¿Dónde está su Dios?
D. Para alabarte para siempre
Nuestro salmo termina de la siguiente manera:
12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos de su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová. 13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, te alabaremos para siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas.
El salmista se compromete a que Israel regrese como ovejas del prado del Señor y en consecuencia alabe a Dios para siempre, lo que ha sido el anhelo del Señor desde el comienzo, él quiere que su pueblo se deje guiar por él y de esa forma se dediquen a alabarlo y honrarlo constantemente.