La Biblia dice en el salmo 81:
Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de Asaf. Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo. 2 Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. 3 Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne. 4 Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob. 5 Lo constituyó como testimonio en José cuando salió por la tierra de Egipto. Oí lenguaje que no entendía; 6 aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos fueron descargadas de los cestos. 7 En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondí en lo secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba. Selah8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres, 9 no habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. 10 Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré. 11 Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. 12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. 13 !Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel! 14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios. 15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de ellos sería para siempre. 16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría.
Introducción
El salmo ochenta y uno es una relatoría de la oportunidad perdida de los hebreos que salieron de Egipto a la Tierra Prometida. Tal como ocurre en muchos salmos, los autores procuran además de escribir un cántico que pueda integrarse al himnario del pueblo de Israel, también presentan un recorrido histórico para aprender del pasado ya sea ominoso o glorioso.
Y este salmo no es la excepción. Asaf escribe lo que pasó con el pueblo hebreo cuando salió de la tierra de esclavitud donde fueron sojuzgados severamente por los egipcios por 400 años. Dios de una manera formidable los libertó para conducirlos a la tierra que había jurado a Abraham que le daría a sus descendientes.
Este salmo combina magistralmente lo que pasó y lo que hubiera pasado si los israelitas no se hubieran revelado una y otra vez en ese viaje de Egipto a la Tierra Prometida. Pero la lección no solo sirve para recordar o vaticinar lo que hubiera sucedido s¡ ellos hubieran tomado una actitud distinta en esos días, sino en toda la historia de Israel.
Este salmo no se queda en la frase “que hubiera sucedido si no hubiéramos hecho eso”, en realidad el salmo se adentra perfectamente en lo que hubiera ocurrido si los hebreos se hubieran ceñido a lo que Dios les demandaba. El salmo explica que las cosas hubieran resultado más sencillas para todos ellos.
El salmo 81 nos lleva a pensar seriamente en las oportunidades que perdemos cuándo en lugar de obedecer a Dios anteponemos nuestros planes, nuestros proyectos, nuestros deseos. Perdemos mucho más de lo que creemos cuando dejamos a Dios como última opción en nuestras vidas.
Creyendo que estamos ganando mucho en realidad perdemos demasiado. Nunca ganaremos nada apartados del Señor. No llegaremos lejos si hacemos a Dios a un lado, si no le permitimos que gobierne nuestra existencia. Eso es lo valioso de este salmo que hoy meditamos.
Salmo 81: Señor, ayúdanos a no perder más oportunidades de servirte
A. Para celebrar con júbilo tus fiestas
B. Para recordar que siempre nos sacias
C. Para ser sustentados con lo mejor de ti
El salmo ochenta y uno fue escrito por Asaf. Así nos lo dice la inscripción que tiene al comienzo. La expresión “Gitit” ya la hemos encontrado en otros salmos y hemos dicho que esa expresión indica que este salmo habría de entonarse con la misma melodía de una canción llamada del lagar.
Este salmo es un llamado a reflexionar sobre el ofrecimiento que Dios le hizo a Israel cuando los sacó de Egipto. Les ofreció satisfacerlos en medio del desierto y lo hizo con una promesa de darles lo mejor del trigo y con miel de la peña, pero ellos no quisieron y perdieron esa gran oportunidad.
A. Para celebrar con júbilo sus fiestas
Del verso uno al verso cuatro encontramos las siguientes palabras:
Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo. 2 Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. 3 Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.4 Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob.
Los judíos tuvieron fiestas o celebraciones bien marcadas. La que menciona aquí el salmista es la fiesta de luna nueva. El calendario hebreo es lunar y por eso cada luna nueva se celebraba su aparición porque significaba la oportunidad de seguir viviendo y existiendo en el mundo.
Los judíos debían celebrar ese evento de una manera jubilosa, tal como lo detalla el salmo ochenta y uno en los primeros versos con júbilo, cantando con instrumentos y en el caso de la celebración novilunar con trompentas. En hebreo esta fiesta recibe el nombre de Rosh Jodesh, que significa “cabeza de la luna nueva”.
La mención de esta fiesta en estos versos no es casual. La nueva luna representaba para los hebreos una nueva oportunidad, una renovación del tiempo para servir a Dios. Ellos debía aquilatar esa expresión del favor divino y no caer en la indiferencia de pensar que la vida se extiende porque así debe ser.
La vida es una oportunidad para servir a Dios y no debemos desaprovechar ese gran privilegio que Dios nos da, al contrario debemos agradecerle por hacernos partícipes de su obra a través de las celebraciones consagradas en su palabra. Los judíos tenían fiestas muy señaladas como pascua, pentecostés, tabernáculos, día de la expiación, entre otros.
Participar en ellas era una oportunidad para servirle, no una carga. El salmista quería que sus lectores comprendieran esta gran verdad: servir a Dios es una oportunidad magnífica de mostrarle al Creador nuestra gratitud y nuestra disposición para retribuirle de alguna manera todo lo que ha hecho por nosotros, más que esperar que haga más por nosotros.
B. Para recordar que siempre nos sacias
Del verso cinco al verso diez nuestro texto dice de la siguiente forma:
Lo constituyó como testimonio en José cuando salió por la tierra de Egipto. Oí lenguaje que no entendía; 6 aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos fueron descargadas de los cestos. 7 En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondí en lo secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba. Selah8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres, 9 no habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. 10 Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré.
La salida de Egipto forma parte fundamental de la historia de Israel. La fundación de la nación hebrea tiene como una de sus columnas los sucesos ocurridos en esa nación pagana. Su liberación del yugo egipcio es parte importante de su configuración como pueblo escogido por Dios.
Sus sufrimientos en esa tierra son relatados no solo en el libro de Éxodo, sino también en los salmos. La libertad de Israel está claramente marcada en tres fases: 1. Israel estaba bajo carga. 2. Clamaron a Dios y les respondió liberándolos. 3. Liberados fueron probados y reprobaron una y otra vez.
Los salmos subrayan esta verdad y el salmo ochenta y uno apunta a una interesante verdad que nos enseña lo que Dios hizo con ellos y lo que esperaba seguir haciendo.El verso diez dice así:
Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré.
La versión la Biblia de la iglesia de América traduce así este verso:
Yo soy el Señor tu Dios, el que te sacó de la tierra de Egipto. Abre la boca, y yo te saciaré.
Eso quiere decir que Dios los sació y puede saciarnos a nosotros cuando nos volvemos a él y somos fieles al llamado que él ha hecho a nuestras vidas.
C. Para ser sustentados con lo mejor de ti
Del verso once al verso dieciseis leemos lo siguiente:
Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. 12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. 13 !Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel! 14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios. 15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de ellos sería para siempre. 16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría.
En estos versos encontramos lo que le sucedió al pueblo de Israel. No oyeron a Dios, se endureció su corazón, caminaron de acuerdo a sus propios pensamientos y eso detuvo la bendición que Dios tenía para ellos: sus enemigos hubieran sido derribados y Dios hubiera destruido a los adversarios de Israel.
Ellos hubieran sido sustentados con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría, pero perdieron esa oportunidad.
Los judíos de los que habla Asaf son los del tiempo del viaje de Egipto a la tierra prometida, pero bien puede ser cualquier creyente de cualquier tiempo que ante la oportunidad de servir a Dios prefiere vivir de acuerdo a sus propios conceptos e ideas, lo que tarde o temprano descubrirá que es una gran equivocación.