La Biblia dice en el salmo 86:
Oración de David. Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, porque estoy afligido y menesteroso. 2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. 3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. 5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. 6 Escucha, oh Jehová, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos. 7 En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes. 8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, ni obras que igualen tus obras. 9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre. 10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; solo tú eres Dios. 11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre. 12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre. 13 Porque tu misericordia es grande para conmigo, y has librado mi alma de las profundidades del Seol. 14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, y conspiración de violentos ha buscado mi vida, y no te pusieron delante de sí. 15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad, 16 Mírame, y ten misericordia de mí; da tu poder a tu siervo, y guarda al hijo de tu sierva. 17 Haz conmigo señal para bien, Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.
Introducción
Hay muchas razones por las que podemos alabar a Dios. El salmo es un canto 86 escrito para recordarnos que hay muchas, pero muchas, razones por las que le podemos alabar a Dios. Nunca deberíamos dejar de adorar a Dios si tuviéramos presente todo lo que Dios ha hecho por nosotros.
El salmo ochenta y seis es una especie de recolección de fundamentos para dirigirnos a Dios, pero a la vez es un poderoso salmo para recordarnos que jamás debemos dejar de dirigirnos a Dios porque hay demasidos motivos para buscarlo y entre esos motivos encontramos toda clase de argumentos.
Es un canto compuesto por David. No sabemos ni cuando ni donde lo escribió, pero la inscripción con la comienza nos dice que la obra es autoría del rey David que nos acerca a la manera en que podemos motivar nuestra oración o búsqueda del Señor y no desmayar o desfallecer a la hora de disciplinarnos y mantenernos en constancia con el Creador.
En la versión Reina Valera 1960 tenemos la palabra “porque” nueve veces. En los versos 1, 2, 3,4, 5, 7, 10, 13 y 17. En la versión hebrea de los Salmos la encontramos como “pues” en ocho ocasiones. En la versión Dios Habla Hoy aparece cinco veces. Digamos que es la palabra o expresión que conduce todo el salmo.
El término “porque” o “pues” denota inicialmente una causa, motivo o razón. Es decir su uso tiene la función de explicar la causa, motivo o razón de una acción en la vida de las personas, en este caso el salmista quiere exponer las razones por las que adora y bendice el santo nombre de Dios.
A lo largo de los Salmos y de toda la Escritura encontramos muchos motivos para ensalzar el nombre del Señor. Pero en este salmo en particular el salmista se centra en las acciones que Dios ha hecho y hace para apremiarnos sobre la gran necesidad que tenemos de volvernos al Creador con todo nuestro corazón.
Salmo 86: Señor, tengo muchas razones para alabarte
A. Porque estoy afligido y menesteroso
B. Porque eres bueno y perdonador
C. Porque me respondes
D. Porque eres grande y hacedor de maravillas
E. Porque tu misericordia es grande
F. Porque me ayudaste y consolaste
A. Porque estoy afligido y menesteroso
La primera razón que nos planta el salmista para alabar cantando a Dios es porque somos seres afligidos y menesterosos. En términos sencillos necesitamos tanto de Dios porque sufrimos y no tenemos absolutamente nada con que enfrentar nuestras aflicciones y cuitas que se presentan en nuestra vida.
Los seres humanos somos extremadamente frágiles. No tenemos la fuerza que pensamos o creemos tener. Esa debería ser una razón suficiente para buscar a Dios. Hay cargas en la vida que jamás podremos sostener solos y Dios nos puede ayudar grandemente. Hay luchas también que no podremos enfrentar solos y Dios nos puede sostener firmemente.
El salmista está planteando una profunda verdad cuando dice que un motivo para alabar a Dios siempre es nuestra gran necesidad. Somos seres necesitados. La palabra menesteroso dennota seres con necesidades hasta de lo más básico para sobrevivir, es decir, personas cuya única posesión es lo que traen encima.
Esta sería una razón suficiente para alabar a Dios siempre. Dejar a Dios implica morir por inanición.
B. Porque eres bueno y perdonador
Desde el primer capítulo de Génesis al comienzo de la palabra de Dios se ve a través de la creación que Dios es bueno. Cada obra durante los seis días de la creación al concluir su obra Dios remataba su labor diciendo que lo que se había creado era bueno y el sexto cuando creó al hombre la Biblia dice que era bueno en gran manera.
El gran problema de los seres humanos es que no correspondemos de igual forma a esa bondad de Dios porque en lugar de vivir de acuerdo a sus demandas, vivimos conforme a nuestros deseos y dañamos su santidad. No sabemos devolver al Señor la gratitud que su bondad merece y lo ofendemos.
Aún así el nos perdona porque nos ama. Su perdón alivia la pesada carga del pecado sobre nuestras vidas y por esos dos motivos el salmista le alaba a Dios cantando y nos motiva a nosotros a recordar que nuestro buen Dios es bueno y perdonador y por eso debemos adorarle con todo el corazón.
C. Porque me respondes
Dios ni es lejano ni distante, tampoco es sordo o desentendido al contrario el Señor oye, escucha, atiende y soluciona nuestros grandes problemas. Siempre interviene aún en los casos más complicados o en las situaciones cuando todo parece perdido, él siempre tiene una salida perfecta.
Sólo el tiene la capacidad de convertir el desierto en manantiales, de sacar agua de la roca, de soltar la lengua de los mudos, de abrir los ojos de los ciegos y de salvar eternamente nuestra alma porque nos oye y nos responde. Tenemos un Dios de respuestas, un Dios que atiende a nuestras súplicas.
D. Porque eres grande y hacer de maravillas
Los salmos nos acercan al Señor y nos relatan la historia de Israel. Una historia donde la participación divina es indiscutible. La diestra del Señor se ve desde antes de la formación de la nación hebrea. El resguardo de la simiente de la que nacería Cristo antes y después del diluvio es una formidable expresión la grandeza de Dios y sus maravillas.
Una y otra vez Dios le mostró a Israel su grandeza, sancándolos de Egipto, conduciéndolos por la tierra prometida, derrotando a sus enemigos. Sin importar que para ello tuviera que abrir el mar Rojo, detener el caudal del río Jordán y paralizar el sol, o regresar la sombra solar, enviar diez plagas y muchas otras maravillas más.
Dios es incomparable cuando hacemos un recuento de todo lo que ha hecho, hizo y hará a favor de su amado pueblo.
E. Porque tu misericordia es grande
Todas las rebeliones de Israel en el desierto y en la tierra prometida, su castigo, su arrepentimiento y perdón nos muestran que Dios ha tenido de ellos misericordia siempre. La historia de Israel es el reflejo del amor incondicional a ellos. Dios nos ama de una forma conmovedora.
Se trata de un amor como el de una madre por su hijo o como la de una padre por sus vástagos que procura lo mejor para ellos. Nadie nos puede amar como el Señor. Esa debe ser una razón suficiente para permanecer en su presencia siempre.
F. Porque me ayudaste y consolaste
Un motivo para adorar a Dios es recordar su ayuda y consuelo a nuestras vidas. Los hombres requerimos de Dios porque no podemos hacer nada por nosotros mismos, pero a la vez necesitamos su consuelo porque hay dolores en la vida que duelen tanto que necesitmos el bálsamo divino.
El salmista recuerda como Dios le ha ayudado cuando necesita apoyo en su vida, pero también trae a la memoria las veces que Dios lo ha consolado. Dos motivos muy poderosos para acercarnos a Dios.