La Biblia dice en el Salmo 94:
Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate. 2 Engrandécete, oh Juez de la tierra; da el pago a los soberbios. 3 ¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos? 4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad? 5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan, y a tu heredad afligen. 6 A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida. 7 Y dijeron: no verá JAH, ni entenderá el Dios de Jacob. 8 Entended, necios del pueblo; y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios? 9 El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? 10 El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? 11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad. 12 Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes, 13 Para hacerle descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo. 14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad, 15 sino que el juicio será vuelto a la justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón. 16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad? 17 Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio. 18 Cuando yo decía: mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. 19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma. 20 ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades que hace agravio bajo forma de ley? 21 Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente. 22 Mas Jehová me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza. 23 Y él hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia maldad; los destruirá Jehová nuestro Dios.
Introducción
El salmo noventa y cuatro es una plegaria para recordarnos esencialmente que Dios es justo y que si bien en muchas ocasiones los malvados o injustos parecen llevar la delantera o salirse con la suya, finalmente tendrán que rendir cuentas ante la justicia divina que castiga o premia.
Por las ideas que encontramos en este canto podemos entender que el autor esta viviendo momentos de gran tensión causados por la injusticia de hombres que deberían de actuar de otro modo. Muy probablemente el salmista haya padecido de manera muy personal la injusticia de un tribunal o de jueces que en lugar de atender a su labor son corruptos.
La justicia de la que habla aquí el salmista es la que los hombres han impuesto para mantener el orden social, es decir aquella facultad que se le ha delegado a ciertos hombres llamados jueces para mediar entre dos o más personas que reclaman un derecho y que al juzgar deciden quién tiene la razón.
El derecho hebreo es uno de los primeros cuerpos jurídicos que se estudian cuando se cursa la abogacía. Los judíos contaron con una legislación que les ayudó a enfrentar los litigios entre sus ciudadanos. La creación de jueces en Israel se la debemos a Jetro y Moisés quienes en el desierto establecieron hombres con ciertas capacidades para fungir como tales.
Si bien la ley mosaica no contenía todos los requerimientos legales que hoy conocemos, sí tenía los básicos y esenciales que leemos en los cinco primeros libros de la Escritura a través de los cuales los ciudadanos podían acudir para dirimir cualquier controversia que se presentara ante ellos.
Todo era funcional, pero cuando los hombres encargados de declarar el derecho se corrompían, entonces comenzaban los grandes problemas porque sus resoluciones no se ajustaban a la justicia, sino a sus intereses, marcados generalmente por prebendas y recursos económicos que recibían ilegalmente.
Eso los convertía en jueces injustos y esa es la razón por la que el salmista nos ha dejado este salmo para recitar y repasar en todo momento ya que las injusticias de aquellos tiempos son las mismas o tal vez todavía aun mayores que las que vemos hoy en día y que conocemos a través de los medios de comunicación.
Salmo 94: Señor, la injusticia nunca quedará impune
A. Porque tú eres el Juez de la tierra
B. Porque los jueces injustos son insolentes
C. Porque los jueces injustos te ignoran
D. Porque tú eres juez justo
E. Porque en ti no hay injusticia
Las injusticias de los jueces alcanzan a todos. De manera directa o indirecta somos afectados por lo que ellos deciden desde sus magistraturas. Un juez corrompido daña a todos y por eso merece ser señalado porque una decisión suya puede modificar sustancialmente la vida de miles o millones de personas.
A. Porque tú eres el Juez de la tierra
La idea esencial del salmo se sostiene en esta frase. Dios es el Juez de toda la tierra. Dios domina perfectamente el mundo y da a cada quien lo que merece. La justicia humana se puede corromper o equivocar, pero de ningún modo la justicia divina puede caer en esa misma condición o estado.
Los versos uno y dos de nuestro salmo dice de la siguiente manera:
Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate. 2 Engrandécete, oh Juez de la tierra; da el pago a los soberbios.
Me gusta más como traduce la Biblia de la Iglesia de América la frase: Jehová, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate porque lo hace así ¡Señor, Dios que hace justicia, Dios que haces justicia, manifiéstate! Pero la expresión venganza sitúa mejor el concepto de justicia porque la palabra procede de la raíz neqamah.
Esta palabra comunica la idea de un Dios que hace justicia, pero su retribución es durísima con quien obra una falta. La injusticia agravia tanto a Dios que cuando la castiga lo hace de una manera terrible, insoportable y demoledora. El mejor ejemplo es Babilonia de quién Dios se vengó por lo que le hizo a Israel. Le aplicó la justicia, le retribuyó, pero airadamente.
El salmista le pide al Juez de toda la tierra que actúe así justamente, que se muestre de esa forma con aquellos jueces insolentes que creen que sus decisiones interesadas y lejos de declarar el derecho, afectan a seres inocentes.
B. Porque los injustos son insolentes
El problema que tienen los jueces de los que habla el salmo noventa y cuatro es que se sienten intocables, piensan que detentan el poder y nadie puede hacer nada contra ellos porque ellos son autoridad. Son arrogantes porque tienen influencias porque a ellos nadie los puede juzgar, piensan.
Los versos tres al siete dicen de la siguiente forma:
¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos? 4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad? 5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan, y a tu heredad afligen. 6 A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida. 7 Y dijeron: no verá JAH, ni entenderá el Dios de Jacob.
La legislación de Israel tenía sumo cuidado con los débiles, pobres, necesitados y menesterosos. En esa categoría se encontraban tres clases de personas: las viudas, los extranjeros y los huérfanos. El trato que se le daba a esa clase de personas evidenciaba el corazón de los hebreos.
Los jueces además de disfrutar sus injusticias, ser prepotentes y sentirse inalcanzables, dañaban a los más necesitados. No les importaba afectar son sus resoluciones a esta clase de personas y por eso el salmista clama a Dios para pedirle su intervención y castigar a estos personajes insolentes. Es inadmisible dañar a los más desprotegidos.
C. Porque los jueces injustos te ignoran
Del verso ocho al verso once nuestro salmo dice de la siguiente manera:
8 Entended, necios del pueblo; y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios? 9 El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?10 El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? 11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad.
El salmista nos ofrece una definición de lo que los pensamientos del hombre son ante Dios cuando se ha extraviado de sus caminos: son vanidad, son vacíos, son simples, son absurdos, son ilusorios.
Los jueces que se creen tan conocedores de las leyes incurren en esta triste condición porque en lugar de ajustar su labor a lo que la ley establece hacen lo que les place y se comportan como si Dios no conocieran lo que hace al corromper la noble labor de hacer justicia.
Llegan a tal nivel de inconciencia que el salmista les reprocha: ¿Cuándo serán sabios? Con un razonamiento sencillo y simple: Dios conoce todas las cosas. Nada se puede esconder a sus ojos. Los acuerdos ocultos, los sobornos escondidos y todo lo que se hace a espaldas de quienes demandan justicia, lo conoce perfectamente.
D. Porque tú eres juez justo
Dios siempre actúa con justicia. Sus decisiones y determinaciones tienen como eje central que nos da lo que para él representa más útil para nuestras vidas aunque muchas veces nosotros no lo entendamos.
Esta idea se desprende de los versos doce al quince que dicen de la siguiente manera:
Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes, 13 Para hacerle descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo.14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad, 15 sino que el juicio será vuelto a la justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.
Ante el desolador panorama generado por los jueces injustos, Dios nos recuerda que nunca nos abandonará y el juicio será vuelto a la justicia. La aspiración de todos los seres humanos de que cada hombre reciba lo que merece se cumplirá solamente en Dios.
E. Porque en ti no hay injusticia
Del verso dieciséis al verso veintitrés encontramos los siguientes conceptos divinos:
¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad? 17 Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio. 18 Cuando yo decía: mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. 19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma. 20 ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades que hace agravio bajo forma de ley? 21 Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente. 22 Mas Jehová me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza. 23 Y él hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia maldad; los destruirá Jehová nuestro Dios.
El verso veinte hace una pregunta que algunas versiones traduce del siguiente modo: ¿Podrá estar de acuerdo contigo un tribunal inicuo, que es fuente de desgracia, en contra de la Ley? y porque ¿acaso tú estas sentado en tribunal injusto, cuando nos impones penosos preceptos?
Dios no actúa como los jueces humanos llenos de corrupción. La versión Dios Habla Hoy traduce este verso de la siguiente forma: Tú no puedes ser amigo de jueces injustos, que actúan mal y en contra de la ley.
De esa forma queda claro que el actuar de Dios con compasión por sus hijos. No los deja nunca a merced de ellos, sino que los defiende y protege.