La Biblia dice en el Salmo 98:
Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. 2 Jehová ha hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha descubierto su justicia. 3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. 4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos. 5 Cantad salmos a Jehová con arpa; con arpa y voz de cántico. 6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina, delante del rey Jehová. 7 Brame el mar y su plenitud, el mundo y los que en él habitan; 8 Los ríos batan las manos, los montes todos hagan regocijo 9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud.
Introducción
Este salmo tiene una breve inscripción: salmo, y con ella nos recuerda que es un canto. Un canto que al igual que los anteriores tiene como finalidad mostrarnos a Dios como el Rey. Los salmos que hemos estudiado el último mes tiene como característica similar que hablan de Dios como Soberano de todo el mundo.
En aquellos días no existían imperios que dominarán el mundo entero. Existían monarcas que gobernaban porciones del mundo, la idea o el concepto de un monarca mundial surge justamente de la Escritura que presenta al Dios de Israel como el Rey no solo del planeta, sino del mismo universo.
Sin nombre de autor, el salmo noventa y ocho nos presenta a Dios como Rey, pero desde una perspectiva un poco distinta a los anteriores salmos. El autor quiere llevarnos a considerar al Creador como un soberano victorioso. Es decir como quien habiendo salido a pelear retorna glorioso, majestuoso y vencedor.
Se trata de plantarnos en una especie de desfile donde el monarca se placea victorioso. Un desfile donde son inagotables los gritos de júbilo, un evento donde hasta los árboles, el mar, los ríos y aún las montañas se desgañitan celebrando gozosos a quien derrotó a todos sus enemigos.
Es una visión de Dios como absoluto vencedor, sin nadie que le haya podido plantar cara y hacerlo siquiera trastabillar. Se trata de sumarnos gozosos al triunfo del Vencedor.
Esa es la razón por la que se nos pide cantarle. Cantar a Dios una y otra vez, sin agotarnos, sin desmayar, pero sobre todo sin perder la esperanza de que a ese Rey victorioso un día lo veremos dominando este mundo lleno de maldad y donde las tinieblas parecen gozar de absoluta impunidad y junto con ella los malvados.
Los salmos, lo hemos dicho una y otra vez, nos recuerdan la historia de los israelitas que está ligada o amalgamada a la historia del mundo. No es casual que en su historia aparezcan los grandes imperios: Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma. El significado de todo esto es que Dios dirige la historia de su pueblo a la consumación de la historia del hombre mismo.
Salmo 98: Señor, espero paciente tu aplastante victoria
A. Porque será notoria
B. Porque te acordarás del pacto con Israel
C. Por eso ahora te canto con todo mi ser
D. Porque vendrás a juzgar
La versión Reina Valera 1960 no usa la palabra victoria. En su lugar usa la expresión salvación. Lo hace en los versos uno, dos y tres. La palabra salvación procede de la raíz hebrea “yasha” que se traduce como vengador, libertador, salvador, vencedor o victorioso, es la raíz de la que procede el nombre Josué, Yeshua o Jesús.
Para el salmo hemos empleado el término victoria no de manera arbitraria, sino en armonía con la versión de la Biblia Hios Habla Hoy en los tres versos del salmo, como también lo hace la versión hebrea en los primeros dos versos. La traducción más adecuada por el contexto es justamente victoria.
A. Porque será notoria
Los versos uno y dos dicen de la siguiente manera:
Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. 2 Jehová ha hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha descubierto su justicia.
El salmista está convencido de la victoria del Señor. No tiene la menor duda de compartirla a todos los lectores y llamarnos a cantarle a Dios justamente por esa razón. Encontramos la frase “cántico nuevo” que hemos explicado en el salmo noventa y seis como un llamado a entonar alabanzas a Dios de una manera fresca y renovada.
La victoria del Señor será notoria por una razón que encontramos en este verso y que aprendemos cuando nos acercamos a la Escritura. En el versículo dos dice de la siguiente forma “ha hecho notoria su salvación, que hemos vertido como “victoria” y luego dice “a vista de las naciones ha descubierto su justicia”.
Esta frase nos hace pensar inmediatamente en el último libro de la Biblia, me refiero a Apocalipsis, que declara abiertamente que cuando el Señor vuelva todas las naciones lo sabrán y caerán rendidas ante él. Algunos lo adorarán porque lo han conocido, pero otros declararán que es Señor, aunque ellos no lo hayan aceptado.
B. Porque te acordarás del pacto con Israel
El verso tres de nuestro salmo dice de la siguiente forma:
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
La casa de Israel es una forma en que la Biblia se refiere al pueblo amado de Dios. La aplastante victoria que Dios infringirá a las naciones enemigas de su nombre alcanza a los enemigos de su pueblo porque el odio hacia los judíos nace no de ellos mismos, sino a causa del Dios que veneran.
Israel juega un papel fundamental en la historia de la humanidad. La Biblia nos enseña que desde el momento que Dios escogió a Abraham y fundó de su descendencia a los hebreos, la historia del mundo esta completamente ligada al pueblo de Israel y en este salmo que habla del triunfo del Señor son mencionados.
Y son mencionados con toda claridad porque ellos serán los grandes protagonistas de la victoria del Señor. El reencuentro con su Señor servirá para se cumplan todas las profecías que hombres como Isaías, Jeremías, Daniel, Ezequiel, Oseas, Joel, Amós y otros mucho más hicieron.
C. Por eso ahora te canto con todo mi ser
Los versos cuatro al seis expresan la clase de adoración que nuestro buen Dios merece:
Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos. 5 Cantad salmos a Jehová con arpa; con arpa y voz de cántico. 6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina, delante del rey Jehová.
La victoria del Señor merece una celebración estruendosa. Merece una exaltación digna del tamaño de su obra. En estos tres versos encontramos llamados a rendir adoración al Señor. Descubrimos tres veces en modo imperativo la expresión “cantad” o “canten”, luego una vez levanten la voz, aplaudan y aclamen.
Todas estas expresiones las encontramos en modo imperativo, es decir, es una orden que debemos cumplir. Lo que hacemos en nuestras reuniones, cuando nos reunimos a adorar al Creador es una especie de ensayo que nos prepara cuando llegado el momento celebremos la victoria del Señor.
D. Porque vendrás a juzgar
Del verso siete al once el salmo dice así:
Brame el mar y su plenitud, el mundo y los que en él habitan; 8 los ríos batan las manos, los montes todos hagan regocijo 9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud.
Encontramos un llamado a la creación a sumarse a la adoración a Dios que viene con una sola finalidad a este mundo: a juzgar. A dar a cada uno lo que merece por su conducta. Viene a premiar y castigar y lo hace porque es el Vencedor, es quien triunfó y con esa calidad dará lo que merece cada quien.
Nadie le podrá hacer frente. Él tomará las decisiones que mejor le parezcan. Le hará saber a todos que tiene el poder y la capacidad de obrar conforme a sus planes, ejecutará plenamente su voluntad, no que hoy no lo haga, pero en ese día lo hará ante todos sin dejar nada encubierto.