La Biblia dice en el Salmo 119:
Dálet
25 Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra. 26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos. 27 Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas. 28 Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra. 29 Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley. 30 Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí. 31 Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences. 32 Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
Introducción
Cuando nuestro Señor Jesucristo citó Deuteronomio 8:3 al ser tentado por el diablo luego de cuarenta días de ayuno y dijo que el hombre no vivirá solamente de pan dejó en claro que el hombre tiene dos clases de vida, la estrictamente material que se colma alimentándose y la espiritual que se sacia a través de la palabra de Dios.
El autor del salmo ocupa el cuarto párrafo del canto dedicado a la letra dálet para hacernos ver la condición del alma y su profunda necesidad de contar con la palabra de Dios que es el único alimento capaz de ayudarla en esos momentos en los que la tristeza, el abatimiento, la ansiedad y la angustia parecen hundirla en la desesperación.
La revelación divina es para el alma lo que los alimentos son para el cuerpo: el sustento, los nutrientes y las vitaminas para subsistir y así como el cuerpo humano desfallece y puede morir por la falta de alimentos, así el alma agoniza a falta de la Escritura que le sirve de ayuda ante las necesidad que enfrenta y que no pueden ser llenadas con nada más.
Hombres y mujeres tenemos necesidades profundas, nacidas de nuestra naturaleza divina impregnada cuando Dios nos hizo a su imagen y semejanza y no es que Dios tenga un cuerpo como el de nosotros, sino su capacidad racional con las que nos dotó a diferencia de los animales que solo tienen instintos.
Y como tenemos esa condición requerimos la palabra de Dios del Señor para conectarnos con nuestro Creador y recibir la fuerza para luchar contra las grandes contradicciones de este mundo.
El autor del salmo que meditamos nos muestra la capacidad de la Biblia de darnos vida cuando las circunstancias adversas parecen arrebatarnos el sentido de existir en este mundo y nos conecta con el autor de la vida haciendo posible encontrar muchísimas razones para seguir existiendo aun cuando las cosas no marchen bien.
Salmo 119: Señor, enséñanos a amar tu palabra
Porque me da vida
A. Cuando mi alma está abatida
B. Cuando mi alma se deshace de ansiedad
C. Cuando mi alma necesita apartarse de la mentira
A. Cuando mi alma esta abatida
El verso veinticinco de nuestro salmo dice de la siguiente forma: Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.
La versión Dios Habla Hoy traduce este verso así: Estoy a punto de morir; ¡dame vida, conforme a tu promesa! Y es que la palabra “abatida” que procede de la raíz hebrea “dabaq” se traduce como “estar cerca de” o “mantenerse cerca de algo o de alguien” e incluso también “aferrarse”.
Cuando esa palabra se une a polvo que tiene la idea de muerte por la expresión del polvo eres y en polvo te convertirás, podemos fácilmente entender que el salmista esta en una condición grave o más bien, su alma está en una situación sumamente delicada porque está casi agonizando.
Y por esa razón lanza un clamor para que Dios venga a su auxilio y le ayuda a encontrarse o reencontrarse con la bendita palabra de Dios que tiene la virtud y la gracia de dar vida porque en ella se encuentra lo que Dios ha establecido como requisitos indispensables para bien vivir en esta tierra.
El alma que carece de alimento espiritual va muriendo poco a poco hasta que deja de tener conexión con Dios y comienza a desfallecer porque carece de los mandamientos del Señor que tiene la capacidad de dar vida como lo dijo Jesús según descubrimos en los escritos del evangelista Juan.
“66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Juan 6: 66-68.
La palabra de Dios, dice también el autor de los Hebreos “es viva y eficaz”. Esa es la característica esencial de la revelación divina que tiene vida y por supuesto transmite vida para hacernos entender que en ella encontraremos siempre algo más que historias o relatos, sino a Dios hablándonos.
Se trata de entender que nuestra principal necesidad interna solo se logra suplir cuando llegamos ante la Escritura que nos llena de vitalidad porque fortalece nuestro espíritu y nos inunda de paz.
B. Cuando mi alma se deshace de ansiedad
El verso veintiocho de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
La palabra ansiedad es sumamente interesante en el hebreo porque procede de la raíz “tugah” que literalmente significa “la tristeza que se origina por la muerte de un ser querido” o “el pesar por el duelo de un muerto” o más sintetizado “pena” por la pérdida de algo o alguien.
El ser humano carece de la fortaleza necesaria ante situaciones adversas. Hay circunstancias que lo sobre pasan. Pienso por ejemplo en los recientes terremotos en Turquía y Siria que devastaron ambos países. Las escenas de personas rescatadas en plena nevada y el dolor por los miles de muertos muestra nuestra gran vulnerabilidad.
La incertidumbre que vivieron en esos países luego de los sismos con las réplicas nos muestra que los seres humanos somos muy propensos a la ansiedad porque todos se iban a dormir preocupados de que en cualquier momento se presentaran más sismos y los dañara.
En medio de esas situaciones que con diferentes matices podemos vivir, la palabra de Dios puede sustentarnos, darnos fuerzas, sostenernos, apoyarnos y fortalecernos para resistir las inclemencias de los tiempos que estamos viviendo porque tiene la facultad de atener el origen de nuestras preocupaciones.
C. Cuando mi alma necesita apartarse de la mentira
El verso treinta de nuestro estudio dice así:
Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.
Si hay algo que nos resta mucho de vida es la mentira. Una vida fuera de la verdad nos consume porque no hace vivir una vida paralela o una doble vida y eso a la larga cansa y fatiga porque vuelve insoportable la vida de quien decide ese camino por eso el salmista ha tomado la decisión de seguir el camino de la verdad.
Ese compromiso lo ha llevado a apartarse de la mentira.