La Biblia dice en el salmo 119:89-96

Lámed

Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. 90 De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste. 91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven. 92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. 93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado. 94 Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos. 95 Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus testimonios. 96 A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento.

Introducción

En la gematría hebrea, sistema de interpretación que numera las letras de cada palabra, la letra lámed tiene un valor de cuarenta. La anterior, Kaf vale 20 y la décima Yod 10, como lo señalamos en nuestros respectivos estudios.

Para los hebreos la manera en que se escribe y el tamaño del grafo es una expresión de la manera en que podemos elevarnos hacia el cielo. Es para otros la letra que nos recuerda que somos espíritu, pero también somos materia y desde luego nos recuerda que la unión indivisible entre la creación y el Creador.

Las ocho líneas correspondientes a la letra lámed que en nuestra versión Reina Valera 1960 corresponden a los versículos ochenta y nueve al noventa y seis nos hacen pensar justamente en la manera en la que Dios mantiene contacto permanente con su creación a través de sustentación, es decir Dios, la conserva y hace que subsista.

El diseño de la creación es perfecto. Estamos ubicados justamente como planeta en el punto exacto para que los rayos del sol no nos dañen ni dañen plantas, ríos o montañas. La rotación de la tierra sobre su eje hace que en la tierra podamos tener día y noche que sirven para tener actividades y descansar.

La creación es una expresión mayúscula del cuidado que Dios tiene y su bendita provisión, pero también del equilibrio que tiene mediante cada una de las estaciones del año y porque no decirlo del frío, la lluvia y el calor.
Dios no se desentendió de lo que creó. No le ha dado la espalda a su creación, sino que la cuida y sustenta. La tierra no ha dejado de producir. Los mares no han dejado de reproducir alimentos y los cielos no han dejado de llover, a pesar de los estragos en la naturaleza que el hombre ha propiciado.

El tema de la conservación, sustentación, subsistencia flotan en estos versos y como no, si todo lo que nuestros ojos ven fueron hechos a través de la palabra de Dios. Dios dijo y fue hecho, leemos y releemos en el libro de Génesis. Juan nos lo recuerda en su evangelio cuando señala que de no ser por la palabra de Dios lo que vemos no hubiera sido hecho.

Entendemos que la palabra de Dios no solo es creadora, sino también sustentadora, es decir hace emerger la creación, pero también le da sustento y firmeza y de idéntica manera la revelación divina hace que los hombres se conserven o tengan sustento al vivir en esta tierra, gracias a la provisión celestial.

Salmo 119: Señor, enséñame a amar tu palabra
Porque conserva mi vida
A. Como se conserva tu creación
B. Como se conserva todo lo que te sirve
C. Como conservas a los hombres en la aflicción

A. Como se conserva tu creación

La palabra de Dios tiene una virtud: fue el instrumento que Dios usó para que de la nada existiese todo lo que vemos. En un momento de la eternidad el Creador decidió darle forma a este mundo y para ello solo requirió su voz. La voz de Dios llamó a las cosas que no son para que fueran.

Por la fe, como dice la carta de los Hebreos, nosotros entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Hebreos 11:3.

Y desde ese momento Dios se ha encargado de sustentarla. Ni un solo día, Dios se ha desentendido de lo que hizo y gracias a su intervención el ser humano no destruido su propio habitat. La contaminación en ríos y mares es una muestra palpable de lo nociva que ha resultado la presencia del hombre en este mundo.

El salmista escribe sobre esta verdades cuando dice del verso ochenta y nueve al noventa:

Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. 90 De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste.

La idea de un Dios presente en todo momento atendiendo su creación la descubrimos en los vocablos “para siempre”, “de generación en generación” y “hasta hoy”. Dios la cuida y la protege de nosotros mismos dada nuestra inclinación de dañar la casa común del género humano.

El calentamiento global, la radioactividad en extensas áreas del planeta provocadas por la mano del hombre lo prueban fehacientemente, además de la contaminación atmosférica y en afluentes y mares con toneladas de basura sin dejar de contar los hidrocarburos.

A pesar de ello, el compromiso que Dios hizo con Noé cuando salió de su arca junto con su familia sigue vigente: Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. Génesis 8: 22.

B. Como se conserva todo lo que te sirve

El verso noventa y uno de nuestra porción del salmo ciento diecinueve dice así:

Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven.

La palabra “subsistir” que usan muchas versiones en este texto procede la raíz hebrea “amedu” que en otras porciones de la Biblia se traduce como levantarse o alzarse y también como resistir. En ocasiones se vierte como “oposición” u “oponerse”. Con estos usos de la expresión podemos comprender que la idea de conservar es hacer algo o alguien resistente.

Dios entonces ha vuelto su creación algo resistente o que literalmente se opone al hombre para que se conserve ante tantos y tantos ataques a las fuentes de las aguas, los bosques, los ríos y los mares. La idea de la palabra subsistir o conservar es que Dios dota de resistencia a su creación, incluido el hombre, pero no a todos los hombres.

Los hombres que resisten los avatares de esta vida son aquellos que en primer lugar sirven a Dios. Es clara la idea que todo lo que Dios creó tiene un propósito o una finalidad. Nada está demás o accidentalmente en este mundo y por supuesto en primerísimo lugar el ser humano fue puesto con una intención: servir a Dios.

Luego entonces Dios conserva o hace resistente a los hombres que le sirven y lo hace a través de su bendita palabra que permanece inalterable e inmutable en los cielos como lo dice el primer verso de la sección lámed que escribe el autor de este bello salmo. La palabra de Dios conserva al hombre, lo hace subsistir en un ambiente lleno de cosas que lo quieren dañar.

C. Como conservas a los hombres en la aflicción

Del verso noventa y dos al verso noventa y cinco encontramos las siguientes palabras del salmista:

Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. 93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado. 94 Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos. 95 Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus testimonios.

En las frases o expresiones “en mi aflicción hubiera perecido”, “me has vivificado” y “me han aguardado para destruirme” descubrimos las bondades de la palabra de Dios para con el salmista porque en medio de esas circunstancias la palabra de Dios lo ha conservado y no ha dejado de recibir subsistencia de parte de Dios.

Los seres humanos enfrentamos toda clase de adversidades y situaciones complejas que nos rebasan en nuestras capacidades. El sufrimiento es una experiencia que no tiene ninguna clase de preparación. Nunca sabemos nuestras debilidades hasta que experimentamos esa clase de dificultades que nos ahogan y nos empequeñecen.

La palabra de Dios justamente está para ayudarnos y auxiliarnos en esa clase de situaciones. Ella es capaz de conservarnos o darnos resistencia cuando las adversidades parecen derribarnos. La palabra de Dios es nuestro baluarte, nuestra fortaleza y nuestra espada para defendernos.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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