La Biblia dice en 1 Timoteo 1:15
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”
Pablo sintetiza la razón por la que Cristo vino al mundo: para salvar a los pecadores. Su nombre Jesús, que en hebreo es Josué o Yeshua, significa exactamente el Señor salva y en su nombre encotramos su misión: buscar a los perdidos pecadores para salvarlos de su propia maldad que los condenaba al castigo eterno.
Pablo nos habla de esta labor de Jesucristo junto con dos verdades que permean su vida: 1. Que es una verdad irrefutablemente fiel y digna de ser recibida por todos y 2. Que él se consideraba el primero de los pecadores por lo que Cristo vino a la tierra. Las tres ideas son entretejidas con vehemencia por Saulo de Tarso el perseguidor de la iglesia perdonado.
La frase “palabra fiel y digna de ser recibida por todos” es traducida por algunas versiones de la siguiente manera: “Esto es muy cierto, y todos deben creerlo.” Y “la afirmación segura y digna de total aceptación”. Con ello el apóstol estaba ubicando correctamente ese importanto postulado: Cristo vino a salvar todo aquello que se había perdido.
Cristo vino al mundo con una labor a hombros, con un trabajo que le costó la vida y ese solo hecho hace la afirmación de Pablo como algo cierto o seguro y digna de total aceptación. De esa forma vincula de manera perfecta el nacimiento y muerte de Cristo. Cristo nació para morir por nosotros.
Luego Pablo se asume como un pecador, como una persona que buscando la perfección no la ha alcanzado y se presenta como un pecador, pero no en el sentido de obrar el mal de manera constate, sino de su condición frente a un Dios santo y puro que habita en la luz de la santidad.
Pablo no se siente un hombre sin falta, no se autoincrimina, claro, pero tampoco se presenta como alguien que está más allá del pecado. De ningún modo. Él en realidad se presenta como el hombre más necesitado de la obra de salvación de Cristo, como la persona que ha experimentado en su vida la misión de Cristo.
Salvar a los pecadores constituye el plan por el que Cristo nació en Belén. Inevitablemente La Navidad nos proyecta a su obra rendentora en la cruz del calvario por cada uno de los pecadores de este mundo.