La Biblia dice en Deuteronomio 13:3
“No le hagan caso porque el Señor su Dios quiere ponerlos a prueba para saber si ustedes lo aman con todo su corazón y con toda su alma.”
Cuando Dios formuló sus mandamientos y preceptos al pueblo de Israel por medio de la Torá o instrucción, que nosotros conocemos como Pentateuco porque son los primeros cinco libros de la Escritura, estableció con toda claridad que en medio del pueblo de Israel podían aparecer falsos profetas.
Pero no cualquier clase de falsos profetas, sino una especie singular de hombres que si bien sus palabras, anuncios, profecías u oráculos se cumplían, en lugar de acercar al pueblo a Dios los desviaban, confundían y lo llevaban a desobedecer a Dios y rebelarse contra el Creador que los había salvado.
¿Es posible que hombres con la capacidad sobrenatural de anunciar el futuro podían llevar a Israel a la apostasía? La respuesta tristemente es sí. La razón es sencilla, a todos nos impacta conocer a personas con la facultad de entender los tiempos y pensar que todo lo que dicen es correcto.
Sin embargo, Moisés les dijo con toda claridad que los falsos profetas en realidad el Señor los usaba para probar el corazón de su nación. Es decir, eran enviados por el Señor mismo para saber si los judíos habían aprendido a obedecer a Dios antes que a los hombres y sus convicciones estaban basadas en la revelación divina y no en las palabras de un hombre.
En términos sencillos lo que Dios les quería decir y nos quiere decir a nosotros también que por más grandes milagros y señales que haga un hombre, si sus palabras no llevan a someterse a Dios o sujetarse a la voluntad divina, no se le debe hacer caso ni considerar como palabra de Dios lo que dice.
Nos queda claro que un hombre puede tener capacidades y dones, pero también que puede desviar al pueblo del Señor, luego entonces el valor que debe prevalecer no es lo que un hombre dice, sino lo que la palabra del Señor dice. Un falso profeta se le reconoce no solo porque su profecía falle, sino también porque aparte al creyente de Dios.
Moisés nos previene de esa equivocada y lamentable condición de anteponer a un hombre por encima de la revelación divina y esencialmente nos quiere dejar en claro que nosotros no seguimos hombres, sino a Dios. Que por encima de sueños, profecías, visiones y dones espectaculares está la voluntad de Dios como verdad suprema.
En tiempos en los que es muy fácil convertirnos en seguidores de hombres, la palabra de Dios nos recuerda que debemos poner atención en obedecer siempre a Dios, antes que a los hombres.