La Biblia dice en Marcos 4:4
“Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron.”
Jesús utilizó las parábolas, un sistema muy ingenioso para enseñar sus verdades a las personas y compenetrarlas en verdades que a simple vista no se pueden descubrir y sobre todo no se pueden entender, pero a través de sus relatos captó su atención y sobre todo logró que sus enseñanzas causarán los efectos deseados.
La parábola del sembrador es una de esas grandes enseñanzas que nos ayudan a comprender el valor, importancia y relevancia de la Escritura en la vida de las personas y el relato es sencillo, un campesino salió a sus labores al campo y parte de la semilla que llevaba cayó en el camino y las aves ni siquiera la dejaron penetrar en la tierra, pues se la comieron.
Esta semilla dijo Jesús que representaba a todos aquellos que escuchan la palabra de Dios e incluso la reciben con gusto, pero el maligno viene y roba las verdades que contiene la revelación divina y el hombre pronto olvida lo que escuchó y en consecuencia se aleja de las verdades divinas.
Nos queda claro que la exposición breve, ocasional o indirecta de la Escritura hace que las personas escuchen con agrado, pero no tiene ningún alcance en la vida de ellos, lo que nos alerta sobre la necesidad de proclamar la palabra de Dios de manera constante y reiterada a fin de que la semilla no sea robada por el maligno.
Una semilla robada por el maligno representa el fracaso total en la vida de las personas porque la ausencia de la Biblia trae sequedad, maldad y sobre todo un profundo abismo entre el hombre y Dios porque el ser humano carece de las instrucciones que le permitan agradar a su Creador.
Cuando los hombres que oían a Jesús escucharon la primer parte de la parábola del sembrador descubrieron que oír ocasionalmente las palabras de Cristo no tendrían ningún resultado. A Cristo se le debe oír constantemente para que la vida de las personas tengan frutos.
Una semilla robada es la cancelación de frutos en la vida de las personas. Es una tragedia porque las personas a quienes se les hurta la posibilidad de acercarse a la revelación divina pierden la posibilidad de producir bienes en su propia vida y en la de quienes les rodean.