La Biblia dice en el Salmo 128:
Cántico gradual. Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. 2 Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. 3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. 4 He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. 5 Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, 6 y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
Introducción
El salmo ciento veintiocho parece ser la continuación del salmo ciento veitisiete porque tiene como punto central hablar de la familia. Es un salmo sapiencial o de sabiduría que por supuesto se puede cantar para meditar o reflexionar los resultado del temor de Dios en la vida de los hijos de Dios, particularmente en el tema del hogar.
Sin autor en la inscripción, el salmo nos lleva a dos temas ligados poéticamente: el temor, reverencia o respeto al Señor unido a la vida hogareña. Servir al Señor tiene como recompensa inicial una vida familiar sin sobre saltos y con la garantía de que esposa e hijos traerán bienes al varón que teme el santo nombre del Creador.
La familia se convierte así en la mejor de las recompensas a las que puede aspirar un hombre. La rectitud que demanda el Señor tiene como origen respetar al Señor, según entendemos la frase “temor del Señor” que en el salmo se repite en dos ocasiones para subrayar su relevancia e importancia.
Nos encontramos de esa manera en la razón final a la que nos lleva considerar a Dios en todos nuestros caminos. Nos hace ver que honrar a Dios en nuestras vidas no es ni ocioso ni perdida de tiempo, al contrario es la forma de lograr el éxito en la única empresa que garantiza que al final de la vida no terminemos frustrados.
El salmista nos hace reflexionar en lo valioso que resulta contar con un hogar estable donde cada uno de sus miembros cumpla con la función que Dios le ha dado a cada uno a fin de disfrutar la compañía de cada uno de sus integrantes.
Señor, anímame en mi peregrinar a la patria celestial
Salmo 128: Para vivir reverenciando tu nombre
A. Porque solo tú puedes hacer que me vaya bien
B. Porque solo tú puedes darme una hogar bendecido
C. Porque solo tú puedes darme un futuro promisorio
A. Porque solo tu puedes hacer que me vaya bien
El verso uno y dos dicen de la siguiente manera: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. 2 Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.
Nadie en esta vida quiere que le vaya mal. El anhelo de todas las personas es que les vaya bien. La verdad que aflora en este salmo es estremecedora. En la vida te puede ir bien o te puede ir mal. Las dos opciones no son fortuitas, ni accidentales. Que te vaya bien o que te vaya mal es resultado de una elección.
Y la decisión nace o surge de dos situaciones: una temer al Señor y dos andar en sus caminos. Hemos estudiado a lo largo del libro de Salmos que el temor a Dios no es miedo o fobia, sino respeto, honor y reverencia que se le debe a Dios. Se trata de una actitud que considera seriamente al Creador antes tomar decisión alguna.
La frase andar en sus caminos se puede traducir como obedecer sus preceptos o acatar sus mandamientos. Dios ha dispuesto una serie de normas para nuestros beneficio y al cumplirlas traemos bendición y bienestar para nuestras vidas. Su intención al prescribir ordenanzas y estatutos es hacernos bien.
Y una de ellas es justamente comer del trabajo de nuestras manos, vivir dichosamente y que nos vaya bien. A un hombre que le va bien en este mundo es porque puede comer de su trabajo, inicialmente, y hacerlo con alegría, no como el que describe el salmo anterior: por demás es que os levantéis de madrugada y vayas tarde a reposar y comáis pan de dolores.
El contraste con el pan de dolores es el pan de la dicha. El hombre que come de esa clase de pan es dichoso porque lograr suplir sus necesidades sin perder lo más valioso que hay en este mundo.
B. Porque solo tú puedes darme un hogar bendecido
Los versos tres y cuatro de nuestro salmo a meditar dicen de la siguiente forma: . 3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. 4 He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová.
La palabra mujer que usa el salmo se refiere a la esposa. La esposa del hombre que reverencia al nombre del Señor es comparada con una parra o un árbol o arbusto de uva que crece de lado a lado. Casi siempre la mención de la uva o de su fruto de la vid que es el vino en la Biblia es para señalar el gozo y la alegría y también placer.
Una esposa que traiga alegría al corazón es uno de los resultados de respetar al Señor y seguir sus caminos. En este mundo nos vamos a encontrar muchas paradojas, en ocasiones lidiaremos con el dolor y los padecimientos, pero tener al lado una mujer que nos llene de alegría es una bendición del cielo.
La relación esposo-esposa es compleja. Muchas parejas padecen grandemente con esta relación por las más diversas causas, pero Dios le garantiza a los que tiene temor de su nombre a hacer de su esposa una persona que le traiga dicha y bienestar para vivir con alegría la vida de pareja.
Pero los hijos forman también parte de la familia y los hijos o los disfrutas o los padeces. Una vida de respeto al Señor, una existencia que honra a Cristo es una vida en las que los hijos serán como plantas de olivo alrededor de la mesa. Una figura retórica para señalar que los hijos serán productivos para ellos mismos, en primer lugar, y para ayudar a los padres.
El verso cuatro dice claramente que así será bendecido el hombre que teme al Señor. La bendición de un hombre que reverencia al Señor no es riqueza material, sino un hogar profundamente armonioso, que en todos los tiempos es el mejor regalo que tanto padres como hijos pueden tener.
C. Porque solo tú puedes darme un futuro promisorio
Los versos cinco y seis del salmo que estamos meditando dicen así: 5 Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, 6 y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
El futuro de Jerusalén y el futuro de los hijos van juntos como bendición. Para un hebreo su patria es fundamental y por eso el salmista inserta esta bendición de ver el bien de Jerusalén, es decir libre de sus adversarios, que nunca faltan y que se multiplican tratando de perjudicarla.
Ver a los hijos de los hijos es una bendición porque los nietos son la alegría de un abuelo al que Dios le ha dado la oportunidad de ver a sus descendientes ya que en ocasiones los hombres mueren sin haber visto a los hijos de sus hijos. Incluso parten de este mundo sin siquiera ver a sus hijos.
Por eso el salmista nos ofrece una promesa para nuestro futuro relacionado con Jerusalén para ver su bien y también acceder a la posibilidad de poder ver a nuestros descendientes y alegrarnos de saber quienes nos sucederán en este mundo.