La Biblia dice en el salmo 119:129-136

Pe

Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma. 130 La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples. 131 Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos. 132 Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre. 133 Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí. 134 Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos. 135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos. 136 Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.

Introducción

La caída del diablo y la caída del hombre convirtió el mundo en un lugar de oscuridad. Las tinieblas se apoderaron de la humanidad y los hombres comenzaron a vivir a tientas, desconociendo, ignorando y hasta detestando la verdad, lo que hizo y hace de este planeta un lugar donde la gente vive a tientas tratando de encontrar una verdad que la guíe.

Jesús fue claro cuando habló de esa triste condición del mundo cuando dijo: Yo soy la luz del mundo, el que cree en mi no andará en tinieblas sino que verá la luz de Dios.

El salmista nos lleva a esta reflexión en la décima séptima letra del alfabeto hebreo llama “pe”, similar a la “p” del alfabeto en español, donde habla sobre la necesidad que el hombre tiene de la luz de Dios que está revelada en la bendita palabra de Dios máxime que su entorno está lleno de tenebra.

La lucha entre la luz y las tinieblas está planteada de manera clara en la revelación divina desde el origen mismo del universo ya que Dios tuvo que separar la luz de las tinieblas según nos relata el libro de Génesis. La luz de la que habla Moisés en ese libro no es la luz natural, sino aquella que le permite al hombre conocer a Dios.

La Escritura se convirtió en el instrumento que Dios dejó sobre está tierra para iluminar el camino del hombre, para mostrarle claramente la senda que debe seguir para enfrentar y sortear los peligrosos caminos que pueden confundir su existencia.

El salmista tiene claro que los hombres somos seres necesitados de luz. Y no es exageración, el hombre, dice el apóstol Pablo tiene el entendimiento entenebrecido, es decir, en completa oscuridad, luego vive en un mundo lleno de tinieblas, lo que hace imprescindible contar con la luz del Señor.

Al acudir a la Biblia nos acercamos al libro que disipa la oscuridad porque nos revela con toda precisión la voluntad de Dios para la vida de cada uno de nosotros y en ese sentido arroja mucha luz para que sepamos que es lo que espera el Señor de nosotros y que es lo que debemos entregarle.

A. Cuando me expongo a su luz

El verso ciento treinta dice así:

La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.

La Nueva Versión Internacional traduce este verso así: La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo. Mientras que la versión Dios Habla Hoy así: La explicación de tus palabras ilumina, instruye a la gente sencilla. En tanto que la Nueva Traducción Viviente lo hace así: La enseñanza de tu palabra da luz, de modo que hasta los simples pueden entender.

La palabra exposición que las diversas versiones en español traducen como “explicación” o “enseñanza” procede del vocablo “petaj” que solo aparece en este verso y que literalmente significa desdoblar. La expresión nos lleva a pensar en un ejercicio muy cuidadoso para comprender un concepto o una idea o una materia.

Se trata de separar los elementos de un todo para alcanzar su comprensión, en ese sentido se comprende porque los traductores optan por el empleo de términos como explicación y enseñanza, aunque en realidad la intención del autor va más allá de la acción de enseñar para enfocarse en la forma de presentar la revelación divina.

Se necesita en primer lugar un ejercicio de comprensión de quien va a exponer, es decir, tuvo o tiene que hacer un ejercicio racional acompañado del Espíritu Santo para que pueda entender en primer lugar el significado del texto para luego salir y enseñar, pero también es primordial que el que vaya a escucharlo también ponga toda la atención.

Sin embargo, es indispensable tener en consideración que de manera particular cada creyente o lector de la palabra de Dios debe tener un método de estudio bíblico personal. Debe contar con un sistema propio que le permita disfrutar de la lectura y meditación de la palabra del Señor.

La luz llega a nuestras vidas cuando nos exponemos a la Biblia ya sea de manera personal o a través de maestros que haciendo un ejercicio muy disciplinado y riguroso pueden explicar y enseñar correctamente el sentido de la revelación divina.

B. Cuando me sujeto a sus ordenes

La idea de la luz en la vida de las personas está directamente relacionada con su andar o vivir o con su caminar. La luz de Dios o de su palabra tiene como finalidad dirigir la vida de hombres y mujeres para bien vivir y sobre todo para evitar tropiezos, caídas y amargas experiencias en esta vida.

El verso ciento treinta y tres dice de la siguiente forma: Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

Una de los resultados que arroja la luz en la vida de las personas es que les permite poner orden en sus vidas. Generalmente antes de la palabra de Dios o la ausencia de la revelación divina la existencia de las personas es un caos, similar del que habla el libro de Génesis en sus primeros versos.

Este verso es traducido en otras versiones de la siguiente forma: Hazme andar conforme a tu palabra; no permitas que la maldad me domine. (DHH). Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad. (NVI). Guía mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine el mal. (NTV).

La palabra “ordena” que usa la versión Reina Valera 1960 y que otras versiones traducen como hazme andar o guía mis pasos, procede del vocablo hebreo “kun” que literalmente signfica firmeza, seguridad o certeza. En otras palabras el autor del salmo está diciendo que la luz de Dios en su vida trae consigo una existencia segura.

Para no seguir un estilo de vida que al final de cuentas no traiga ninguna clase de satisfacción que trascienda, el salmista está señalando la necesidad de tener la palabra de Dios como iluminación. De hecho solo de esa manera podrá luchar contra la iniquidad que se agazapa para atraparlo.

C. Cuando se acerca al rostro resplandeciente de Dios

El verso ciento treinta y cinco de nuestro pasaje dice de la siguiente manera: 135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.

La frase que tu rostro resplandezca en referencia a Dios o como una plegaria de los hebreos al Señor aparece tempranamente en el libro de Números 6: 24-26 que dice así: Jehová te bendiga, y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

Es una oración muy parecida a la que aparece en el mismo libro de los Salmos 4: 6: Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.

Es la oración sacerdotal que Moisés le pidió a su hermano Aarón que los sacerdotes imploraran sobre los judíos cada que llegaran adorar el Señor en tabernáculo y en el templo como una manera de suplicar a Dios su presencia poderosa en sus vidas.

Es una frase retórica que utiliza un antropomorfismo para presentar a Dios como un ser con un rostro brillante con tal resplandor que es capaz de iluminar la cara de otra persona, en este caso del creyente y como resultado viene a su vida una existencia iluminada y luminosa sobre esta tierra.

En Salmo 13: 1 encontramos esta interrogante sobre el rostro de Dios: ¿Hasta cuando Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

La palabra de Dios es el testimonio fehaciente de la voluntad divina por iluminar el camino del hombre. En la revelación divina encontraremos siempre la luz que necesitamos para deshacer las tinieblas que prevalecen sobre este mundo y de esa forma podremos encaminar nuestros pasos hacia la luz divina.

Si Dios no ilumina nuestro camino, entonces nuestras vidas tendrán mucho de parecido con lo que el salmista plantea al final de esta sección de la letra hebrea “pe”: Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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