La Biblia dice en Proverbios 18:14
“Al enfermo lo levanta su ánimo, pero al ánimo decaído, ¿quién podrá levantarlo?”.
La palabra “ánimo” que se usa dos veces en este verso procede de la raíz hebrea “ruach” o “ruaj” que se traduce como espíritu. Cuando se refiere al espíritu de Dios se traduce presenta como el Ruaj HaKodesh, pero en este verso no tiene esa connotación porque la palabra “ruaj” también se traduce como aliento.
Y este es justamente el sentido de la palabra en este verso por eso la versión Dios Habla Hoy lo vierte como “ánimo” porque la expresión también puede utilizarse como “coraje” o “fuerza”. De esta forma nos queda claro el sentido del texto que estamos usando para nuestra reflexión de este día.
El “ánimo”, “aliento”, “coraje” o “fuerza” es lo que hace que una persona en un gran problema como una enfermedad se levanta de su postración no solo física, pero principalmente emocional. Aún en una adversidad como esa la persona con coraje se sobrepone y sigue luchando hasta el final.
Pero en cambio una persona que no tiene aliento ni ánimo o coraje es una persona que está caída emocionalmente y difícilmente una persona vendrá a levantarlo de su decaimiento por más motivador que ésta persona sea. Podrá escuchar a los mejores motivadores, pero si carece de fuerza propia para alzarse de su condición no podrá salir de ese estado.
Salomón nos presenta a dos clases de personas en este verso. Los que no se rinden, los que combaten con todo contra lo que los quiere hundir y aquellos que no quieren hacer nada por ellos mismos para levantarse sin han caído en ese horrendo foso del desánimo y desaliento para enfrentar problemas y contrariedades.
Con sus palabras el rey sabio de Israel nos deja en claro que cada uno de nosotros debe proponerse a sí mismo animarse, llenarse de coraje, fuerza y aliento para no perder nunca el deseo de vivir con sentido, de darle a nuestra existencia un propósito que movilice nuestras vidas.
Nadie vendrá y hará lo que nosotros no quérramos hacer con nuestro estado de ánimo porque aunque venga, si de nosotros no surge la voluntad de llenarnos de entusiasmo las personas solo perderán el tiempo tratando de levantarnos porque tal vez nos logren animar un momento, pero luego regresaremos a nuestro estado habitual de desánimo.