La Biblia dice en Job 13:5

“Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría.”

Job le pide a sus amigos que guarden silencio porque todo lo que le están diciendo para supuestamente consolarlo no tiene lógica, lo que nos enseña que ante el dolor uno debe ser muy cauto a la hora de expresar una opinión porque desconocemos el origen y propósito de los males que una persona está enfrentando.

La versión de la Biblia de la iglesia en América traduce este verso de la siguiente manera: ¡Ojalá se callaran de una vez! ¡Esa sería su sabiduría! Que nos muestra que lo mejor que podemos hacer cuando estamos ante el sufrimiento de otra persona es guardar un respetuoso silencio.

La realidad es que desconocemos las razones por las que una persona vive momentos de gran dolor. La perdida de un ser querido, una enfermedad extraña o mortal, la ruina económica y otras tantas situaciones que llegan a la vida de los seres humanos son eventos cuya génesis esta vedada a nosotros.

Los amigos de Job fueron a consolarlo. Esa fue su intención. Muy loable por cierto, pero conforme fueron opinando y hablando con su amigo fueron destilando sus ideas sobre el pecado, la maldad, los pecadores, el castigo y la retribución del pecado, considerando que Job era el responsable de lo que le estaba sucediendo.

La realidad es que ni siquiera imaginaban el conflicto espiritual que sobre la vida del patriarca se estaba librando. Vaya, ni el propio patriarca sabía lo que estaba sucediendo. Todos ellos solo veían la manifestación física de lo sucedido en ámbitos a los que ellos no podían llegar.

Ante tal situación, Job les dice con toda claridad que debían guardar silencio y de esa manera serían considerados sabios. Ante situaciones como el dolor y sufrimiento ajeno lo mejor es guardar silencio. Callarnos y no emitir comentarios u opiniones de lo que nosotros pensamos sobre la situación atribulada que padece algún familiar, amigo o conocido.

En ocasiones bastará nuestra presencia solidaria, un abrazo efusivo o un apoyo económico para patentizar a quien padece nuestra empatía con él, nuestra determinación de estar con él en esos momentos. Las palabras que digamos saldrán siempre sobrando si buscamos con ellas encontrar la razón de lo que está viviendo.

Sí, muchas veces será mejor callarnos porque nada sabemos y nada comprendemos sobre el dolor ajeno.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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