La Biblia dice en Job 24:1
“Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿por qué los que le conocen no ven sus días?”
La versión de la Biblia Dios Habla Hoy traduce este verso de la siguiente manera: “¿Por qué el Todopoderoso no señala fechas para actuar, de modo que sus amigos puedan verlas?”. De esta forma podemos comprender mejor la pregunta que Job se formula a sí mismo y a los amigos suyos que fueron supuestamente a consolarlo.
Su repentina “desgracia” lo tomó tan de sorpresa que sin imaginárselo de un día a otro quedó sin hijos, sin propiedades, ganados y bienes y sin salud de tal manera que su situación se transformó de ser un encumbrado y acaudalado personaje a un miserable ser incapaz de curar sus malestares físicos.
En sus proyecciones o planes esta situación nunca entró en consideración porque al igual que muchos de nosotros el patriarca jamás consideró vivir una experiencia de dolor tan grande y profunda. Lo que estaba viviendo era tan inimaginable que jamás le pasó por la mente que viviría tal experiencia.
Y es entonces que formula esta interrogante en la que revela el anhelo de todos los hombres: que Dios pudiera avisarnos que en tal día de tal mes de tal año él va a actuar y entonces los hombres se prevendrían y la adversidad no los encontraría desprevenidos para saber que hacer.
Lo que Job le está pidiendo a Dios es un calendario para saber cuando vendrán las desgracias y así estar listo para enfrentarlas. Si es que e puede estar listo para una situación de esa naturaleza. Pero eso nunca sucede ni sucederá porque Dios actúa según su soberanía y de acuerdo a sus planes y propósitos que el hombre jamás podrá descubrir.
El sufrimiento siempre es inesperado. Nunca llega al mismo tiempo para todos. De hecho en algunos malvados parece que nunca llega y en algunos justos parece que han nacido solo para padecer. Esa es una realidad que lacera el corazón del patriarca y nos produce desazón a todos nosotros.
Nunca sabremos cuando llegarán esos días de tribulación. Lo que sí podemos saber y estar seguros es que vendrán y que solo Dios nos podrá ayudar a enfrentarlos. Tenemos garantizado su consuelo y fortaleza en esos días que nos sacuden de pies a cabeza y que nos aturden grandemente.