La Biblia dice en Jeremías 1:7

“Pero el Señor me dijo: No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene.”

Así le contestó Dios a Jeremías cuando intentando zafarse de su llamado puso como pretexto que era muy joven. La versión Reina Valera 1960 dice “soy un niño”. Pero Dios, en lugar de hacerle caso a Jeremías, le dijo que no pusiera como obstáculo para servirle que no tenía la edad suficiente ni la experiencia requerida.

Y no debía presentar esa oposición porque solo tendría que hacer dos cosas para las que no se requiere ninguna clase de experiencia ni mucho menos edad: ir a donde lo enviara el Señor y decir lo que el Creador le ordenara decir. Todo lo demás resultaba secundario. Era suficiente con cumplir con esas dos solicitudes divinas.

Pero el profeta Jeremías cayó en lo que muchos de nosotros caemos cuando Dios nos da una encomienda o debemos cumplir con un mandamiento que establece su palabra, búscamos rápidamente una excusa para deshacernos de la obligación, anteponemos cualquier clase de pretexto para incumplirla.

Pero Dios sabe perfectamente que lo que nos pide lo podemos hacer. Y es que así siempre ha operado y opera Dios. Si nos manda a hacer algo sabe perfectamente que lo podemos hacer. Jamás nos dará una encomienda que no podamos ejecutar o que no tengamos la capacidad para llevarla adelante.

Dios es categórico cuando ha tomado una determinación. No se va a mover de allí y nos va a llevar a cumplir con ese plan que él ha establecido para nuestras vidas porque él sabe que lo podemos hacer y que al final de cuentas allí estará con nosotros para poder ponerlo en marcha. No nos va a dejar, sabiendo como somos de débiles y temerosos.

La negativa de Dios a Jeremías nos ayuda mucho para comprender el carácter de Dios cuando ha resuelto llevar a cabo un proyecto. Su “no” es definitivo. No diga que eres muy joven le dijo a su profeta para enseñarle que para obececer a Dios no hay edad. Todos podemos hacerlo en cualquier etapa de nuestra vida.

Nos muestra también que al llevar a cabo la voluntad de Dios para nuestras vidas estamos asegurando nuestra existencia. Jeremías vivió de lleno la destrucción de Jerusalén por el pecado de Israel que fue llevado cautivo a Babilonia, pero el vidente de Dios fue preservado por el Creador porque cuando Dios le dijo que no dijera que era muy joven, él se quedó callado.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

Deja tu comentario