La Biblia dice en Malaquías 4:2
“Pero para ustedes que me honran, mi justicia brillará como la luz del sol, que en sus rayos trae salud. Y ustedes saltarán de alegría como becerros que salen del establo.”
En un mundo lleno de injusticias el anhelo de muchos es que algún día haya justicia que haga pagar a los malvados sus fechorías, que retribuya a los bondadosos sus actos y que recompense a cada uno según sus obras, para que de esta manera la paz se extienda sobre toda la tierra.
Malaquías escribe unos cuatrocientos años antes de Cristo y las condiciones sociales que privan en Israel y en el mundo conocido entonces es de grandes contrastes y paradojas que desanimaban a quienes trataban de vivir agradando a Dios, porque los malos parecían vivir sin la menor molestia a pesar de su terrible y terca conducta.
Cuando uno vive en una sociedad donde la impunidad priva, donde la ley parece comprada por los poderosos y los ilícitos y violencia se asientan como una realidad con la que hay que convivir diariamente, la única alternativa parece ser dejar nuestras convicciones y defendernos haciendo exactamente lo mismo que los malvados.
Y ese clima era el que vivián los piadosos del tiempo de Malaquías, un clima de gran desaliento porque la maldad parecía premiada siempre y la bondad una absurda actitud que solo traía problemas a quienes la practicaban y por ello había que renunciar a ella para asimilarse con un mundo violento, cruel e injusto.
A ellos es a los que les escribe la promesa del nacimiento del sol de justicia. Así traducen la mayoría de las versiones la frase que la Biblia Dios Habla Hoy vierte como “mi justicia brillará como la luz del sol”. El sol de justicia es evidentemente una figura retórica o recurso poético para mostrarnos lo que ha de ocurrir con los justos.
La comparación es sumamente sugerente porque poéticamente el sol nace cada amanecer y lo que el profeta Malaquías está anunciando de esa manera es un nuevo amanecer, un nuevo día en el que la justicia del Señor alcanzará a todos: a malvados y a justos de tal manera que nadie podrá escapar de ella como nadie puede escapar de los rayos del sol.
La justicia del Creador provocará el regocijo y júbilo de los justos que se alegrarán como los becerros que salen del establo porque en esos días habrán sido recompensados justamente todos por los actos que hicieron. Los actos de bondad serán reconocidos y premiados y los actos de maldad serán castigados y no habrá más injusticias.
La idea del profeta es llamarnos a todos para vivir haciendo actos de bondad y de justicia.