La Biblia dice en la 1ª carta de Pablo a los Corintios 2:9-13
Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
Introducción
La falta de amor entre los Corintios era inversamente proporcional a su ignorancia de la gracia del Señor. Habían olvidado dramáticamente que su llegada a la iglesia tuvo como única razón el amor incondicional del Señor a los perdidos, perdieron totalmente de vista que su nueva condición espiritual surgió como un acto de bondad inmerecida.
El apóstol Pablo les escribe para recordarles que todos los que llegamos al cuerpo de Cristo lo hacemos por una decisión divina nacida exclusivamente de su favor, somos llamados, convocados y reclutados por el Espíritu Santo quien nos convence de pecado, justicia y juicio para arrepentirnos.
En realidad nosotros no somos nada, no tenemos nada que dar a cambio de esa gran misericordia de Dios que nos salva de la condenación eterna y nos garantiza una eternidad en la presencia del Dios del cielo y de la tierra gracias únicamente al amor incondicional del Señor.
Somos objeto de amor, nacemos de nuevo gracias a la compasión divina, nos convertimos en nuevas criaturas por la bondad inmensa de Dios y pasamos a formar parte del pueblo de Dios gracias a la piedad infinita del Creador que no nos da lo que merecemos, sino justamente lo que necesitamos.
El amor de Dios es el marco sobre el cual se desarrolla toda nuestra vida espiritual. Nos salva por amor, nos entrega dones por amor, nos ayuda a perseverar por amor y nos lleva con él también por amor, entonces no podemos salirnos de esa esfera, como tampoco podemos asumir una actitud distinta hacia nuestros hermanos.
Somos amados por Dios y en consecuencia debemos amar a Dios y amar a nuestros semejantes que cumpliendo estas dos prescripciones cumplimos lo más importante de las enseñanzas de Jesús.
Solo les falta amor
Porque ignoraban la gracia del Señor
A. Que los hizo merecedores de cosas inimaginables
B. Que la reveló por medio de su Espíritu
C. Que les fueron concedidas y no adquiridas
A. Que nos hizo merecedores de cosas inimaginables
Pablo cita al profeta Isaías que tuvo su ministerio unos setecientos años antes de Cristo. Ese varón fue grandemente utilizado por Dios para hablar del Mesías, sobre todo del Ungido sufriente y también de la salvación universal que habría de llegar, pero fue incomprendido por sus compatriotas porque los hebreos se cerraron al mundo y no hablaron de su Dios.
El pasaje que usa Pablo se encuentra en Isaías 64: 4 que dice así: “Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera”. La cita muy probablemente fue tomada de la versión griega del Antiguo Testamento llamada Septuaginta.
El uso que le da Pablo a este verso es para señalar que nadie imaginó nunca que los gentiles serían llamados a la salvación por Dios. Si bien la historia del profeta Jonás predicando en Nínive y muchos salmos perfilaban ya la incorporación de los gentiles en los planes salvíficos del Señor, nadie supo bien a bien, estructurar como sería.
Los judíos tenían y tiene aun hoy en día que cumplir con seiscientos trece mandamientos, pero los gentiles solo se les pidió que cumplieran con cuatro, señalados específicamente en Hechos 15 cuando se reunieron los apóstoles en el primer concilio de la iglesia y definieron con claridad que sí y que no debían de guardar los no judíos.
Pero antes de eso, nadie sabía nada. Nadie intuyó, ni visualizó cómo sería que Dios salvaría a los que parecían condenados para siempre. El plan de Dios a través de Cristo fue un misterio perfectamente guardado en el Antiguo Testamento y por eso dice Pablo que nadie las vio, ni las oyó y mucho menos las imaginó.
Fue un acto de gracia que los Corintios recibieron cuando Dios los llamó a la salvación eterna cuando eran unos pecadores.
B. Que la reveló por medio de su Espíritu
Los versos diez y once de nuestro pasaje señalan lo siguiente:
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
La salvación de los gentiles que nadie había podido visualizar, concebir o proyectar fue revelada a los gentiles por medio del Espíritu Santo del Señor que el Señor envió el día de Pentecostés, cincuenta días después de su muerte y resurrección y que les permitió a los creyentes de esa época y de todos los tiempos dimensionar el tamaño de la obra de Dios.
El Espíritu de Dios tuvo y tiene como misión revelar lo que Dios ha hecho por nosotros. El plan que Dios tenía con los gentiles fue dado a conocer por medio de su Espíritu y ha quedado plasmado en los escritos del Nuevo Testamento, particularmente en todo lo que Pablo escribió.
Pablo dice que el Espíritu revela lo profundo de Dios. La palabra profundo que usa Pablo procede de la raíz griega “bathos” que significa inmensidad, un grado extremo o algo inalcanzable. Lo que significa que la salvación de los gentiles por gracia era un concepto profundo o inalcanzable para la mente humana y por esa razón Dios nos la reveló.
La palabra revelar que usa Pablo surge de la raíz griega “ereunaó” que algunas versiones traducen como sondea, otras como investiga, algunas más busca o examina y quien tiene al Espíritu tiene esa capacidad de entender lo que Dios hizo con los gentiles. La labor del Espíritu Santo es encomiable o digna de reconocerse porque ilumina y hace comprensible la gran acción de Dios al salvarnos.
C. Que les fueron concedidas y no adquiridas
Los versos doce al trece dicen de la siguiente manera:
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
La gracia de Dios hizo posible nuestra salvación y consecuentemente también nos dio la capacidad de entender, comprender y procesar su obra a través de su Espíritu Santo que nos da a conocer lo que Dios nos ha regalado gratuitamente por su infinita bondad al llamarnos a su iglesia.
El creyente no recibió el espíritu del mundo, que odia, aborrece, se enorgullece o hace altivo a las personas, sino el Espíritu de Dios que permite hablar con palabras que enseña el Espíritu Santo y no con sabiduría humana, todo ello por la gracia de Dios que permite acomodar lo espiritual a lo espiritual.
Es decir las personas espirituales entiende las cosas espirituales, en cambio los hombres de este mundo están incapacitados para lograrlo comprender las cosas que son del Espíritu y en consecuencia son incapaces de amar como Dios instruye amar.