La Biblia dice en la 1ª carta de Pablo a los Corintios 4:3-5
Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. 5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
Introducción
En estos tres versos que hoy meditamos Pablo usa cuatro veces la palabra juzgar. Las cuatro palabras tienen la misma raíz griega “krinó” que significa separar en el sentido de distinguir; tener la capacidad de ver diferencias y particularmente de usar esa capacidad y expresarla como una opinión, juicio o valoración.
En el verso tres y cuatro las tres palabras procede de la raíz griega ankrineó que nace justamente de la palabra griega “krinó” y significa “examinar cuidadosamente”, mientras que en el verso cinco usa la palabra “krinete” que significa discernir o distinguir para separar correctamente una idea o un hecho.
Pablo esta conduciendo de esta manera a los Corintios a un problema que ellos tenían en su congregación y era la de juzgar prematuramente o antes de tiempo como dice la versión Reina Valera 1960 y esa acción los hacía equivocarse porque colocaban en un pedestal a personas porque diferenciaban entre uno y otro de sus líderes.
Pero el mal que padecían los hermanos de la iglesia de la ciudad de Corinto es un mal de muchas personas que cuando conocen a una persona de inmediato emiten un juicio ya sea por su ropa, su piel, su forma de hablar o de plano su forma de caminar o sentarse y eso define el trato que le han de dar si cruza con ellos palabras.
Esa es la razón por la que Pablo los lleva a considerar que juzgar a los demás es de por sí un grave error porque nadie tiene la capacidad para reunir todos los elementos o conocer todos los factores que hacen que una persona se conduzca de tal o cual manera y en cambio Dios si puede conocer perfectamente a una persona.
Pablo los llevará y nos conducirá junto con ellos en un tema muy importante para poder apreciar a cada persona y reconocer no solo sus defectos, pero también sus virtudes.
Solo les faltaba amor
Porque juzgaban prematuramente
A. A pesar de que nadie tiene el derecho a juzgar
B. A pesar de que solo Dios tiene el derecho a juzgar
C. A pesar de que Dios tiene el derecho de aclarar todo
La palabra juicio en el Nuevo Testamento no solo significa juicio, opinión o valoración. También se usa como sentencia o veredicto y Pablo la utiliza en ese sentido en este pasaje para hacerles ver que a las personas les hacemos un juicio sumario para condenarlas y declararlas inocentes.
A. A pesar de que nadie tiene el derecho a juzgar
Pablo nos enseña claramente su posición frente a los juicios sobre su persona en este esclarecedor versículo:
Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
Pablo está diciendo que él no se está sujeto a lo que la gente opinen de él, tanto las personas de la iglesia como la de los tribunales humanos, ni aún él mismo se juzgaba a sí mismo, es decir Pablo no permitía que lo que las personas en su entorno definieran quién era él o su valor como persona, como apóstol y como evangelista.
La frase “ni aun yo me juzgo a mí mismo” nos hace ver que Pablo tenía muy en claro que la opinión de los demás y la suya propia podría estar desvirtuada porque los demás podrían condenarlo o señalarlo como alguien malo o que no hacía bien las cosas que se le habían encomendado, pero de igual modo lo podría colocar en un pedestal.
Y eso es justamente lo que sucede con los juicios de las personas, condenan o declaran inocente y por esa razón no es correcto ni bueno dejarse someter a ese tribunal que hoy en día ha cobrado una gran relevancia en las redes sociales donde la vida de las personas pasa por una especie de tribunal popular y la mayoría de los que caen allí son condenados.
Y ni qué decir del juicio que podemos tener de nosotros mismos. Nos podemos debatir entre condenarnos por alguna acción que ha marcado nuestra vida o de plano sentirnos superiores a los demás por considerarnos mejores que ellos o mucho mejores que ellos y por eso Pablo no se juzgaba a sí mismo.
Pablo no dejaba llevar por la opinión personal que tenía de él mismo. Quería ser ecuánime y sensato a la hora de pensar en lo que hacía para el Señor. Sabía que había hecho más que sus compañeros apóstoles, pero sabía que no debía engrandecerse por ello.
B. A pesar de que solo Dios tiene el derecho de juzgar
Pablo dice el verso cuatro lo siguiente:
Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
Pablo explica a los creyentes que su conducta se ajustaba a buscar permanentemente una conciencia limpia delante de Dios, pero ese hecho no necesariamente podía servir para justificar sentirse superior a los demás. En otras palabras vivir de acuerdo a lo que Dios demanda no necesariamente nos debe llevar a sentirnos más que los demás.
Y entonces dice con toda claridad que a él el que lo juzga es el Señor. Dios es su único juez porque el Creador es quien cuenta con todos los elementos, todo el conocimiento de nuestra conducta, además de que es omnisciente y omnipresente para tener todos los detalles necesarios para conocer a una persona.
Con esta frase Pablo nos recuerda que el único que tiene derecho a condenar o declarar inocente a una persona es solamente Dios. Nadie puede tomar ese lugar para despreciar a su semejante. Pablo se sometía a ese juicio porque sabía perfectamente que siempre es el mejor y el que pondrá a cada quien en su lugar.
C. A pesar de que Dios tiene el derecho de aclarar todo
El verso cinco nos ayuda mucho para entender que los juicios humanos son totalmente equivocados, pero el de Dios es exacto y sobre todo justo y realista.
Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
Pablo les pide a los creyentes de la iglesia de Corinto y a nosotros que no encumbremos a nadie antes de tiempo que esperemos al retorno de Cristo el cual cuando venga hará dos cosas muy importantes: 1. Aclarará lo oculto de las tinieblas y 2. Manifestará las intenciones de los corazones.
Los seres humanos son claridad y oscuridad. Todos luchamos diariamente con estas dos situaciones y podemos perfectamente maquillar lo tenebroso en nuestras vidas, pero cuando Jesús regrese aclarará o iluminará perfectamente en la vida de los creyentes y entonces se sabrá lo que fue de sus vidas.
Lo segundo que sucederá cuando nuestro bendito Salvador retorne es que hará público las intenciones o motivaciones del corazón de cada una de las personas que le sirvieron. Pondrá en su justa dimensión la razón por la que predicaron, evangelizaron, hablaron en nombre Dios y todo lo que hicieron en y por la iglesia.
Es interesante notar que Pablo dice que una vez hechas esas dos acciones, los creyentes entonces recibirán su recompensa, galardón o premio. ¿Por qué no dice que serán condenados? Porque esta pensando que los servidores hacen bien lo que hacen y de ningún modo necesitan ser reconocidos antes de tiempo.
Cuando sobrevaloramos a una persona menospreciaremos a otros. Pablo sabía que el problema de amor entre los creyentes de Corinto nacía justamente de los juicios prematuros que hacían.