La Biblia dice en la 1ª carta a los Corintios 1:26-31

26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia. 30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Introducción

A la iglesia de Corinto se introdujo el pensamiento de la filosfía griega y eso los llenó de soberbia, altivez, orgullo y presunción. La cultura griega de esos días estaba marcada por la influencia de los filósofos que hoy en día siguen vigentes como Platón, Aristoteles, Sócrates, que forman parte de la llamada etapa dorada o más elevada del razonamiento humano.

Muy cerca de allí los pensadores griegos Pitágoras, Heráclito y Parménides dejaron plasmados sus ideas que influyeron e influyen aún hoy en día en la búsqueda de respuestas a interrogantes que a falta de la revelación divina parecen no tener respuesta, pero una vez conocida la palabra de Dios esos cuestionamientos tienen contestación.

Pablo emplea la sección del capítulo uno, verso dieciocho al capítulo dos dieciséis para resolver la grave equivocación de los Corintios con respecto a la sabiduría humana frente a la sabiduría divina para corregir en esa iglesia un error de buscar en la filosofía respuestas que ellos ya tenían en la persona de Jesucristo.

Lo hace porque entre ellos se había desatado una actitud presuntuosa y jactanciosa porque se sentían sabios según este mundo ya que desde ese punto de vista la predicación de Cristo crucificado era una locura. De hecho la palabra locura, traducida en algunas versiones como tontería o ridículez se repite en al menos siete veces en la sección mencionada arriba.

¿Qué había pasado en la iglesia de Corinto? Alguien introdujo el pensamiento helenista que privilegiaba el intelecto y la razón y menospreciaba enormemente todo aquello que no tuviera como punto de partida el razonamiento para explicar el mundo y en consecuencia la muerte de Cristo desde esa perspectiva era simplemente absurda y en consecuencia, sin sentido y sin ninguna clase de repercusión o resultado positivo.

Pablo, entonces, les escribe para hacerles ver su gran error. Y lo hace a traves de un argumento sencillo: les hace ver quienes eran, de donde los había sacado el Señor y finalmente los confronta con los grandes beneficios que obtuvieron por gracia al creer en Cristo Jesús.

El orgullo inhibe el amor. Ver a los demás como inferiores no produce amor. Sentirse superior a nuestro prójimo de ningún modo nos hace más amorosos, al contrario nos convierte en personas engreídas e intolerantes. La altivez nos hace discriminar a los demás por creer que sabemos más o conocemos más que ellos.

La sabiduría humana tiene ese grave defecto, convierte a las personas en hombres y mujeres llenos de orgullo y vacíos de humildad, atiborrados de desprecio por el prójimo y huérfanos de actitudes de compasión, empatía y solidaridad con el afligido y menesteroso de este mundo.

Solo les faltaba amor

Porque les sobraba orgullo
A. Al no considerar su propio llamado
B. Al olvidar su vida anterior
C. Al perder de vista las riquezas de su unión con Cristo

A. Al no considerar su propio llamado

El verso veintiséis de nuestro estudio dice así:

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.

Entre los Corintios no había sabios o filósofos, en el sentido estricto del término. Es decir tal vez en la congregación habría uno que otro que haya tenido esa formación que para ese tiempo era costosa porque habría que tener dinero para dedicarse a ella sin tener que preocuparse por las necesidades materiales. Pero no había sabios de ese tipo.

Tampoco había entre los Corintios muchos poderosos, la palabra poderosos, algunas versiones la traduce como influyentes, otras lo vierten como “personas que ocupaban puestos de poder”, es decir no había allí hombre que tuvieran acceso al poder humano del imperio romano. No eran procónsules, procuradores, militares, ni nada por el estilo.

Ni tampoco había entre ellos nobles o personas nacidas en noble cuna o de familias importantes, las llamadas patricias o patricios, más bien en su mayoría eran plebeyos, del vulgo, esclavos o tal vez algunos ciudadanos, pero sin ninguna clase de alcurnia tan venerada entre los romanos.
Y como no había ni sabios, ni poderosos, ni nobles, ¿de qué presumían los Corintios? De nada porque ese es el gran problema del orgullo sentirnos mucho o creernos superiores a los demás cuando en realidad no tenemos ninguna clase de argumento sustentable para pensarnos superiores a los demás.

B. Al olvidar su vida anterior

En los versos veintisiete y veintiocho Pablo les recuerda de dónde el Señor los sacó, ahora sí, a la mayoría de los creyentes para ello usa tres veces la expresión escoger, una palabra que se origina de la raíz griega “eklegó” de donde procede la raíz “ekklesía” o iglesia, es decir con los llamados de afuera.

Los versos dicen de la siguiente manera:

Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es.

Los corintios eran lo necio del mundo, también eran lo débil del mundo, asimismo eran lo vil y lo menospreciado y lo que no era. Esta última frase quiere decir que no tenían la menor importancia para el mundo.

Los Corintios desde el punto de vista de los sabios y filósofos eran necios, es decir ridículos por su ignorancia o falta de intelecto. Ellos no podían alcanzar, según los sabios del mundo, ninguna clase de conocimiento porque no eran intelectuales. También se les consideraba débiles, es decir sin ninguna clase de poder como los hombres de poder.

De hecho ellos eran considerados por la sociedad de la ciudad de Corinto como indignos de ninguna clase de consideración, ese es el sentido de la expresión viles y menospreciados y tambien por eso mismo carentes de toda importancia o valor para nadie, es decir no eran nada o no tenían valor alguno como para darles un lugar en una posición social.

El único que se atrevió a mirarlos y a ayudarlos fue Jesús, quien no consideró estas condiciones y los salvó gracias a la predicación de Pablo que les llevó las buenas nuevas porque para Cristo si tenían importancia, si eran de gran valía, aun cuando para los sabios ellos eran menos que nada.

Pablo usó estas verdades para hacerles comprender que ellos no tenían porque despreciar a nadie ya que Cristo no los había despreciado cuando vivían de una manera completamente alejada de la voluntad del Señor y eran despreciados por todos lo que ahora ellos querían ser.

Que gran tragedia para todos olvidarnos de dónde Dios nos sacó y sobre todo menospreciar a aquellos que están como nosotros estábamos. Esa es una gran falta de amor.
Por eso les dice que nadie puede, entonces, jactarse en la presencia de Dios. No hay razón de sentirnos orgullosos ni altivos con los demás.

C. Al perder de vista las riquezas de su unión con Cristo

Pablo remata su argumento con las siguientes palabras:

30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Pablo les dice que no tienen que andar buscando en la sabiduría humana lo que ya tienen. Cristo es nuestra sabiduría. La sabiduría en Cristo ha hecho tres acciones fundamentales para que el hombre sea verdaderamente libre: lo ha justificado, es decir lo ha declaro justo ante la culpabilidad que tenía, lo ha santificado, es decir lo ha apartado para su reino.

Y también lo ha redimido que quiere decir que lo ha comprado con un precio muy elevado, sin tener, para el mundo, el valor que para Cristo si tenían.

La sabiduría humana los despreció a ellos. Los consideró insalvables en su condición, pero Cristo no. Al contrario Cristo no conforme con comprarlos con precio de sangre les dio su sabiduría, los hizo sabios, no en el sentido de la filosofía griega, sino de acuerdo a la sabiduría que viene del temor de Dios.

Todos los creyentes son dotados de sabiduría porque Dios la da a todos abudantemente y sin reproche, como dice Santiago.

Y por esa razón si algo se ha de presumir es de que Dios ha sido sumamente benévolo con todos nosotros que de la oscuridad nos llevó a su luz y no sentirnos orgullos o altivos ante nuestros amados hermanos que merecen siempre nuestro respeto, pero sobre todo nuestro amor.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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