La Biblia dice en. la 1ª carta de Corintios 10:11-12

Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Introducción

Pablo concluye su idea sobre las lecciones que se pueden aprender si atendemos lo acontecido a Israel. De hecho dice con toda claridad que lo sucedido al pueblo hebreo, además de ser un ejemplo o un modelo que no debemos repetir, está escrito como una advertencia, amonestación, consejo o exhorto.

La palabra griega “nouthesia” que utiliza el verso once tiene esos significados y por eso otras versiones la traducen como amonestar, escarmiento, aviso, lección, enseñanza y hasta instrucción. Queda claro aquí lo valisoso que para nosotros resultan las historias de personajes del Antiguo Testamento.

Y es que uno de los grandes males que todos los seres humanos tenemos es que no nos gusta aprender de lo que le sucede a los demás cuando actúan de cierta manera. El Señor, a través del apóstol Pablo, quiere que aprendamos de la experiencia de los demás y el dicho mexicano que dice: Nadie escarmienta en cabeza ajena, deje de aplicarse en nuestra vida.

Una lección tomada de otras personas es muy útil porque evita los males que esas personas padecieron por actuar de determinada manera. Es una forma muy sabia de aprender porque al ver lo que le ocurre a una persona, por ejemplo, que le hace mal a sus padres, podemos evitar dañar a nuestros progenitores.

En el caso de Israel lo que les sucedió en el desierto deja en claro que es una parábola para todos nosotros como iglesia. El Antiguo Testamento cobra vida y es relevante, entonces, porque nos enseña que lo acontecido al pueblo escogido, puede ocurrirnos de no ceñirnos a la voluntad del Señor.

Es una advertencia, un llamado de atención y una exhortación para que aprendamos perfectamente la lección de lo que sucede cuando no valoramos lo que el Señor hizo por nosotros. Pablo quiere que entendamos, comprendamos y recapacitemos si nuestro estilo de vida no se ajusta a lo que Dios demanda para nosotros.

Sobre todo a quitarnos lo soberbios y arrogantes que somos cuando creemos que eso que a ellos les pasó a nosotros no nos ocurrirá.

Solo les faltaba amor
Porque rechazaban amonestaciones
A. A pesar de que vivían el tiempo de la gracia
B. A pesar de que podían tropezar

Uno de los grande problemas que tenemos todos los seres humanos es nuestra disposición a recibir o ser objeto de una amonestación. Pienso que el tamaño de nuestra necedad es inversamente proporcional al grado de molestia que tenemos cuando alguien nos llama la atención. Entre más grande o mayor edad son las personas, mayor es la resistencia.

Pero siempre serán necesarias. Así lo considera Pablo al darnos dos razones por las que los Corintios debían aprender a ser exhortados.

A. A pesar de que vivían el tiempo de la gracia

El verso once de nuestro estudio dice de la siguiente manera:

Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.

A nosotros se nos define como las personas a las que las han alcanzado los fines de los siglos. Los últimos días, traducen muchas versiones esta frase. Pero la palabra griega que se usa para esta frase es “aión” que denota la idea de un periodo largo de tiempo caracterizado por alguna particularidad. En este caso por la gracia del Señor sobre la iglesia y el mundo.

Esta expresión la entendemos mejor cuando la relacionamos con Marcos 1:14-15 que dice:

Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.

Y también Gálatas 4:4

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.

A la iglesia de Corinto y a nosotros nos ha alcanzado este precioso tiempo de la gracia. Un periodo donde el amor de Dios se ha manifestado de una manera sublime al salvarnos no por obras de justicia que que nosotros hubiéramos hecho, sino por su infinita misericordia, por la renovación en el Espíritu Santo el cual derramó abundamente sobre nosotros.

Dios fue severo con el pueblo hebreo y lo puede ser con nosotros cuando perdemos de vista que aquellos no tuvieron la oportunidad que nosotros tenemos. Ellos caminaron guiados por una nube y una columna de fuego. Nosotros tenemos a la mano al Espíritu Dios para que nos dirija.

Nosotros somos unos privilegiados porque Dios nos ha salvado por gracia y por esa razón muchos creyentes creen o piensan que no tienen que hacer absolutamente nada más que esperar la redención y que a diferencia de los hebreos en el desierto a ellos no les sucederá lo que sí les pasó a los judíos.

B. A pesar de que podían tropezar

Pablo hace una afirmación estremecedora cuando llega a la conclusión de la enseñanza que podemos obtener si atendemos la advertencia que nos hace la historia de Israel en el Antiguo Testamento:

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

La palabra caer conlleva la idea de fallar. En griego procede de la raíz “piptó” que comunica el hecho de que una persona deje un posición elevada a una posición inferior. Por eso algunos utilizan el termino caer como quedar postrado o estar inclinado para mostrar que el vocablo nos lleva a pensar en personas que estaban una buen condición y pasaron a una peor.

Cuando Pablo le dice eso a los Corintios lo hace no para desear que alguien de la iglesia tropezara. Tuviera un fracaso o fallara estruendosamente, sino para evitar la arrogancia y la soberbia que hace que algunas personas se ufanen que ellos no serán iguales a los que fallan, pero no saben que pueden tropezar.

Pablo nos anima a tener mucho cuidado con lo que pensamos cuando vemos que alguien falla o se equivoca. El apóstol desea con todo su corazón que seamos sencillos y humildes para amarrar nuestro corazón al Señor y encadenarnos a su gracia para no caer de su gracia infinita.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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