La Biblia dice en Salmos 89: 47

Recuerda cuán breve es mi tiempo. 

Este salmo fue compuesto por Etán, ezraita, un contemporáneo del rey David que compitió seriamente en sabiduría con Salomón y otros hombres de su tiempo. Fue reconocido en el primer libro de los Reyes como un varón de sapiencia y conocimiento especial entre los judíos. 

Este salmista nos dejó una manera muy humilde y sencilla de acercarnos a Dios planteándole al Creador algo que él sabe perfectamente: nuestra brevedad porque al recordarle a Dios que somos efímeros, en realidad estamos reconociendo con la cerviz inclinada que la vida depende totalmente de su persona. 

Esta breve plegaria que encontramos en el salmo ochenta y nueve nos muestra como podemos llegar al corazón de Dios, admitiendo que nuestra existencia esta en sus manos que nosotros en realidad no somos dueños de absolutamente nada porque la vida nace y acaba cuando Dios así lo determina.

Frente al Creador nada ni nadie puede jactarse, enorgullecerse y ponerse altivo. Todo lo contrario debemos llegar ante él con la sencillez propia de quienes no tienen en nada, apelando a su misericordia, recordándole que somos como un poco de neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego de se desvanece. 

Recordarle a Dios que somos muy breves de tiempo en esta tierra es una forma de expresarle su eternidad, pero sobre todo es una manera de decirle que es el dueño de todo y que nosotros dependemos de su voluntad y de lo que a él le plazca hacer con nuestra existencia. 

Nada somos sin él. Nada tenemos sin él. Nada disfrutamos sin él. Lo necesitamos día a día porque fuera de Dios nada hay en este mundo que valga la pena. 

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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