La Biblia dice en Salmos 126:1
“Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos pareció que estábamos soñando.”
Hace sesenta años, el pastor bautista Martin Luther King cimbró los cimientos de la nación estadounidense con su mítico discurso llamado “Tengo un sueño”, que dirigió a un cuarto de millón de personas que se dieron cita en Washington y en el que fustigó la ignominiosa segregación racial de la comunidad afroamericana de su tiempo.
Increíblemente hace apenas sesenta años, los blancos de Estados Unidos pensaban que los descendientes de esclavos que fueron traídos de África para trabajar en las plantaciones de algodón, frutas y verduras no tenían derecho a la educación, salud y que debían conformarse con el trabajo de servidumbre. Aquí uno de los párrafos de aquellas palabras.
“Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano. Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: ‘Creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales’.
“Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.
“Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!”
Cinco años después, el cuatro de abril de 1968, el ministro Martin Luther King murió asesinado en Memphis, Tennessee, pero su lucha provocó un sacudimiento en la conciencia nacional de los norteamericanos que muy a pesar de la resistencia de grupos ultra conservadores como el violento Ku Klux Klan tuvieron que modificar su actitud ante la gente de color.
Los sueños grandes requieren oraciones grandes. Cuando sus beneficiarios son miles el costo es elevado. El sueño que Martin Luther King se vio materializado con la llegada del primer presidente afro, Barak Obama, quien en honor a su predecesor, tituló sus memorias con la frase “La tierra prometida”, expresión que usó el reverendo King al finalizar su discurso hace sesenta años.