La Biblia dice en Eclesiastés 9:1-6
Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. 2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. 4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
Introducción
Salomón plantea a todos como iguales ante la muerte. Al hacerlo descorazona porque señala que carece de relevancia quien seas o que hayas hecho, de todas formas morirás y esa forma de resumir la existencia humana hace que muchos consideren al Predicador un maestro empecinado en mostrar la crudeza de esta vida.
La muerte representa para Salomón un aborto de todo sueño de grandeza, lo único que disipa la altivez de los hombres y la presenta como una enemiga silenciosa que nos acompaña desde que nacemos y nos toma como suyos a la hora menos esperada, trayendo desazón a todos por igual.
El Eclesiastés nos habla del fin de todos los hombres para hacernos reflexionar y tomar decisiones correctas sabiendo que estamos a merced de Dios. El hombre puede hacer grandes planes, proyectar enormes propósitos, pero debe estar muy consciente que todo está dispuesto por Dios.
El rey sabio de Israel nos ofrece una perspectiva de la vida muy útil para saber aprovechar cada instante de nuestra existencia y también para poder hacer frente a todas y cada una de las circunstancia que hemos de atravesar. Muchos piensan que sus palabras son para desalentarnos y arrojarnos a la angustia.
Pero no, en realidad al decirnos que todos tenemos el mismo final la intención suya es provocar que sus lectores puedan disfrutar la vida. Frente a la realidad de la muerte, el hombre debe reaccionar no con pesismismo, ni desaliento, sino al contrario con el deseo ferviente de disfrutar al máximo su paso por este mundo.
El hombre debe sobreponerse a la realidad de que le espera el fin y para lograrlo debe valorar estar vivo porque en la tumba no hay más memoria y puede ser que su recuerdo se pierda una vez que parta de este mundo, lo cual es tristísimo y un gran mal debajo del sol, según dice el Predicador.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque todos los hombres tienen un mismo final
A) Todo esta determinado por Dios
B) No hay ninguna excepción
C) Es mejor perro vivo que león muerto
Qué tremenda tragedia la del ser humano que a pesar de dominar sobre la naturaleza tenga que dejar este mundo en el momento menos esperado. Qué tristeza tan grande que ha alcanzado grandes prodigios como gobernar sobre leyes de la naturaleza, pero deba abandonar sus planes y proyectos porque se le atraviesa la muerte.
A. Todo esta determinado por Dios
El primer verso de nuestro estudio dice de la siguiente forma:
Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos.
Salomón reitera que sus afirmaciones nacen de su observación y lo hace con todo su ser, es decir, anteponiendo su razonamiento a sus emociones. El sabio podría decir lo que todos quisieran escuchar o podría dejarse llevar por sus sentimientos, pero no, Salomón es consciente de que debe hablar verdad por más dolorosa que sea.
La primera afirmación que hace antes de entrar de lleno al tema de la muerte, es que todo los justos y los sabios así como cada una de las cosas que hacen están en la mano de Dios. El hombre tiene límites y uno de ellos es la extensión de su vida. No puede hacer nada, absolutamente nada, por prolongarla o llevarla más allá de lo que Dios ha establecido.
Esa verdad provoca en el hombre gran desconcierto porque no sabe si es odio o amor lo que produce su temporalidad en esta tierra. Aunque en realidad no logra asimilar todo lo que ocurre ante él. Su destino es completamente incierto para su persona y solo Dios sabe lo que en realidad va a ocurrir.
Esta incertidumbre lo ofusca y produce justamente ese debate entre lo vano y lo eterno porque por una parte desea trascender, pero la muerte se interpone ante él y corta de tajo todo proyecto y lo hace sentir pequeño y anulado por un evento inevitable que llega por igual a sabios y necios, ricos y pobres, como ya lo hemos visto en otros textos.
B. No hay ninguna excepción
La Nueva Versión Internacional presenta el verso dos de nuestro estudio de la siguiente manera:
Para todos hay un mismo final:
para el justo y el injusto,
para el bueno y el malo,
para el puro y el impuro,
para el que ofrece sacrificios
y para el que no los ofrece;
para el bueno y para el pecador,
para el que hace juramentos
y para el que no los hace.
El texto es un contraste entre personas que vivieron píamente y quienes llevaron una existencia sin ninguna clase de referente divino. Todos ellos morirán. En otras palabras el destino final es idéntico para todos hablando en términos estrictamente físicos.
No hay que perder de vista que Salomón esta planteando la existencia para todo el género humano. Todos mueren. El resto de la revelación nos dice qué ocurre cuando alguien muere, pero en este texto y para los fines que persigue el Predicador en todo su libro, nos queda claro que todos morirán.
Y allí justamente radica la profundidad de la enseñanza del Predicador, hacernos ver que todos somos iguales ante la muerte. Nadie es diferente frente a ella. ¿Entonces cuál es la diferencia?, preguntaríamos. Si todos vamos a morir, entonces, qué hacer ante esta fatalidad?
El verso tres de nuestro estudio dice de la siguiente forma:
3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.
La respuesta la encontramos en los versos siete al diez. La fatalidad de la muerte debe ser un acicate y no desaliento.
C. Es mejor perro vivo que león muerto.
La existencia humana transcurre en medio de circunstancias dolorosas. El sufrimiento que conlleva vivir tiene como corona final la muerte a la que todas las personas se dirigen –sabios y necios— sin que el hombre pueda hacer nada por evitarla, dice en un tono pesimista y desalentador.
La tragedia para el ser humano, según Salomón, se encuentra precisamente en esta dolorosa verdad: nos dirigimos ineludiblemente hacia la muerte; algunos justos mueren en su justicia y algunos malos envejecen en su maldad, de acuerdo al rey más rico que tuvo el pueblo de Israel.
Para el escritor de Eclesiastés los seres humanos se dividen en vivos y muertos. Estas dos categorías solo se diferencian por la esperanza que hay en los vivos. Los muertos nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol y en consecuencia han perdido toda esperanza terrenal.
La vida, con todas sus dificultades y sin sabores, pero también con todas su alegrías y disfrutes, constituye el bien más preciado para hombres y mujeres. En medio de las injusticias, la maldad, el dolor y sufrimiento por doquier, el solo hecho de vivir ya constituye un triunfo para cada persona.
Si desde hace más de 3000 mil años ya se cuestionaba y polemizaba lo contradictorio que resultaba la existencia –por las desigualdades entre pobres y ricos, necios y sabios, vivos y muertos— la contradicción se ha ahondado en nuestros tiempos, sin embargo nuestra vida se alentará siempre con la esperanza.
La esperanza como la confianza y expectativa que las circunstancias adversas y difíciles cambiarán. La esperanza como optimismo en la intervención divina para transformar el sufrimiento y dolor en gozo y alegría.
La vida es el don más maravilloso que podemos tener, aún con las experiencias más tristes y dolorosas que nos encontraremos en su duración. ¡Estás vivo! ¡Que bendición! Posiblemente con carencias y problemas y sin resolver muchas de los anhelos de tu corazón, pero con la esperanza firme en que Dios hará algo para cumplir con los deseos de nuestro corazón.
Del verso cuatro al verso seis encontramos las siguientes palabras del Predicador:
4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.