La Biblia dice en Ester 6:6

Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?

La historia del libro de Ester es muy aleccionadora para quienes se dedican a las labores de gobierno. La tarea entre quienes se dedican a administrar los asuntos del Estado están llenas de enemigos, las intrigas son el pan de cada día y ni que decir de la envidia y las zancadillas para que quien avanza en el ánimo del gobernante tropiece y caiga.

Amán y Mardoqueo representan perfectamente esta verdad. Ambos estaban en la corte de Asuero, Jerjes o Ajashverosh como le llaman los judíos al rey medo persa que gobernaba en Susa, donde se concentra la historia de Ester y los dos servían al rey, aunque por diferentes motivaciones y también de diferente manera.

Prevalecer en el ánimo del monarca era para Amán una consigna que le hacía cometer injusticias, pero eso no le importaba. Era tal su altivez que Mardoqueo le producía un gran malestar porque no le rendía pleitesía, algo muy común entre los potentados que gustan de ser admirados y hasta venerados.

En cambio Mardoqueo tenía solo como divisa ayudar a su pueblo. Protegerlo de todas y cada una de las persecuciones que siempre llegaban y han llegado a la existencia de esa nación y estaba en la corte siempre pendiente de lo que allí sucedía.

La historia de ambos dio un sensacional vuelco cuando el rey le hace la pregunta en el verso que hoy meditamos y Amán está seguro que Asuero lo quiere honrar a él. Y pide que le den el vestido y caballo real para que vista y monte, además de la corona, para pasear mientras un heraldo grita: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.

Nunca pensó que en realidad el rey tenía en mente honrar a su archienemigo llamado Mardoqueo. Lo que en efecto ocurrió y provocó pesadumbre, tristeza y una molestia que creció como la espuma en la vida de Amán, quien paseó a Mardoqueo vestido con el ropaje real y la propia corona, mientras gritaba que así honraba el rey a su colaborador.

La historia tiene múltiples aplicaciones: nos enseña en primer lugar a no desear mal a nadie. Nos muestra, también, que debemos desear a nuestro prójimo lo mejor como si se tratará de nosotros mismos y quizá ese sea el gran ejemplo para aprender a desear lo mejor a los demás para que cuando eso ocurra no sintamos ni frustración, ni envidia.

Los amigos de Amán se consternaron con él cuando lo vieron paseando a su rival en Susa porque nunca imaginaron que el aborrecido Mardoqueo tendría un reconocimiento de ese tamaño y mucho menos que sería su amigo quien lo hiciera público. Las rivalidades solo harán que hagas el ridículo cuando Dios opera a favor de tu adversario.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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