La Biblia dice en Ezequiel 37:3
“Entonces me dijo: ¿Crees tú que estos huesos pueden volver a tener vida? Yo le respondí: Señor, sólo tú lo sabes.”
Una de las visiones más conmovedoras que tuvo el profeta Ezequiel ocurrió cuando el Señor lo llevó en espíritu, es decir lo colocó frente una realidad espiritual que necesitaba conocer, y vio miles de huesos secos, es decir esqueletos de personas que llevaban mucho tiempo de haber muerto.
La lectura del capítulo completo nos ayuda a comprender que era el pueblo de Israel en tiempos del cautiverio babilónico que había perdido toda esperanza de retornar a su tierra luego de varios años de vivir subyugados en Babilonia y necesitaban una palabra de aliento que les ayudara a no perder la fe.
La ilustración que usa el Señor para mostrar sus planes con el pueblo de Israel es sumamente valiosa porque quería que su nación tuviera claro que el exilio no era el fin de todo, sino un tiempo necesario para castigar su iniquidad y si bien parecía que todo estaba perdido, aun no era el fin.
Lo que llama la atención del verso que meditamos en esta ocasión es que Dios le hace una pregunta a su profeta y éste reconoce que no sabe si los huesos volverán a vivir, es decir admite que los planes del Señor son desconocidos y, con todo de ser su emisario, hay cosas que desconoce.
Eso nos lleva a considerar que siempre Dios se reserva la facultad que tiene de hacer y deshacer conforme a sus eternos propósitos y que ningún hombre puede penetrar en los profundos misterios que la vida encierra y que siempre habrá límites bien marcados entre lo que sabemos y lo que Dios hace.
El gran acierto de Ezequiel fue exactamente devolver o respetar a Dios su poder soberano. No se sintió ni con los méritos ni con los derechos como tantos profetas modernos que piensan que Dios opera según sus deseos o según sus limitados pensamientos. No. Dios está muy por encima de ideas o sentimientos humanos.
Al decirle a Dios “solo tú los sabes”, Ezequiel admitió que al Señor que servía tenía y tiene caminos inexcrutables o indecifrables.