La Biblia dice en 2º de Reyes 5:19
“Eliseo le respondió: Vete tranquilo.”
Así despidió el profeta Eliseo a Naamán el valeroso y opulento general sirio, que luego de ser sanado de una incurable lepra, se volvió un prosélito del judaísmo de tal manera que se disculpó con el vidente de Dios en caso de que acompañara a su monarca al templo de Rimón y tuviera que postrarse allí para que su rey se arrodillara ante esa deidad.
El corazón del militar de Siria se había convertido de tal manera que quería hacer patente su abandono de esas prácticas idolátricas y le preocupaba que ese acto pudiera tomarse como un hecho en contra del Dios de Israel, de quien sabía perfectamente que aborrecía la idolatría.
La conversión de Naamán fue una conversión radical en un medio difícil y complicado como lo es el militar. Creer en Dios y vivir bajo su amparo, nos demuestra este caso, que se puede hacer sin complicaciones mayores para quienes en verdad quieran seguir al Creador porque Dios nos acepta siempre, a pesar de tener una actividad compleja o un trabajo sea cual fuere.
Naamán no iba a dejar su labor como militar. Eso nos queda claro. Pero a partir de ese momento deseó con todo su corazón ajustar su vida a la voluntad de Dios. No todos quienes siguen a Dios dejan su labor de la que viven, me refiero totalmente a una actividad lícita, si es ilícita, sobra decir que tienen que salir corriendo de allí.
Se trata de servir a Dios siempre desde donde quiera que estemos, pero teniendo preocupación de no hacer aquello que desagrada a Dios. Esa es la lección que nos deja la historia de Naamán, un valiente hombre al que Dios sanó de lepra y a partir de allí se convirtió en un fiel servidor desde su posición.
Nos deja en claro que debemos servir desde cualquier posición. Que no debemos poner como pretexto es que no puedo ser creyente porque tengo esta posición o este trabajo. No. Debemos desde el más modesto empleo hasta el más encumbrado puesto honrar a Dios sin pena ni vergüenza.
Dios se agradó tanto de este poderoso general como de la joven criada que lo hizo ir a Eliseo porque no se apenó de su condición, sino que desde su humilde condición supo glorificar a Dios. El Creador se agrada siempre que lo honremos sin importar a lo que nos dedicamos o que si lo que hacemos es muy grande o muy pequeño a los ojos de los hombres.