La Biblia dice en el salmo 104:34
“Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos, pues sólo en él encuentro mi alegría.”
El salmo ciento cuatro revela claramente que cuando la razón se acompaña de la fe el resultado es sumamente impactante, porque la lógica racional puesta al servicio del Creador produce descubrimientos brillantes que tienen la capacidad de alegrar el corazón de las personas.
Este salmo tiene la particularidad de conducir a quien lo lee o recita a un trayecto para descubrir como Dios sustenta a la creación de una manera perfecta, recordándonos que el diseño de la naturaleza procede de una mente muy inteligente que no dejó absolutamente nada al azar o al accidente.
Son innumerables las obras del Señor hechas con una inteligencia superior y su control es descrito de manera formidable por Jesús cuando categórico afirmaba que ni una sola hoja de los árboles cae sin que sea su voluntad, es decir su dominio, señorío y total control se mira en lo que para el ser humano no es más que la llegada del otoño.
Las profundidades de los océanos son inmensas y aún allí hay vida que sólo el Creador conoce y que en muchas ocasiones el ser humano ignora porque aún la creación contiene abismos insondables en las que Dios es señor y amo porque diseñó y estructuró la naturaleza con una capacidad sobresaliente.
El salmista después de reflexionar, meditar y pensar en todo lo que Dios hizo o creó, desea con toda el alma que Dios se agrade de sus pensamientos porque a través de los razonamientos planteados en el salmo él ha descubierto a un Dios proveedor, a un Señor que sustenta a todas sus criaturas.
El autor del salmo ha encontrado alegría en Dios al descubrirlo como el Creador de todo y quien además sustenta su creación. Es una alegría inmensa que nace de descubrir a nuestro buen Dios acompañándonos día a día y mostrándonos su gran amor al no dejar a la tierra, sino regarla y hacerla producir.
El ser humano necesita alegría, una alegría con sustento, no pasajera, ni efímera. La ha buscado a través de la comicidad, los bufones, los payasos desde siempre, pero esa es momentánea. Hombres y mujeres requieren alegrarse en medio de un mundo que solo produce tristezas y soledades.
El salmista ha encontrado una razón para alegrarse siempre. Mirar a la creación y encontrar en ella a un Creador que todo lo hizo perfecto. Que hizo los mares y los ríos para abastecer a sus criaturas en todos los lugares. Que no olvidó nada. Que no olvida nada.