La Biblia dice en Santiago 2: 20-26
20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
Introducción
En su argumentación de la necesidad de una fe con obras, Santiago recurre a dos ejemplos para mostrar y demostrar que la fe sin obras está muerta, frase que repite tanto en el verso veinte como en verso veintiséis para reiterar la necesidad de acompañar nuestras creencias con acciones.
Recurre para ello a cuatro interrogantes que pretenden hacer entrar en razón a quienes piensan que la fe no requiere nada más que el cumplmiento de ciertos rituales y ceremonias e incluye entre esas peguntas una dura expresión al decir “hombre vano” para referirse a todos los que separan la fe de las obras.
Santiago busca de todas las formas posibles hacer comprender a sus lectores que de ningún modo deben separar fe y obras y ahora recurre a dos ejemplos de personas de fe, un hombre y una mujer que no solo son distintos por su sexo, sino porque son diametramente opuestos en su vida.
Abraham es el padre de la fe. Venerado por los hebreos y llamado como el padre de la fe y por otro lado pone a una mujer llamada Rahab que fue una prostituta de la ciudad de Jericó que ayudó a escapar a los espías que fueron enviados por Josué para reconocer la tierra que habrían de conquistar.
La intención es muy clara con ella. Era una gentil, era mujer y había sido una tosuda o ramera que dejó su estilo de vida al abrazar la fe. Es decir no importa lo que una persona haya hecho si se arrepiente, entonces puede llegar a la presencia de Dios justificada por haber tenido una fe que la llevó a obrar.
Ambos, Abraham y Rahab están vinculados porque los dos fueron justificados por haber actuado de la misma manera: tuvieron fe que la demostraron con sus buenas obras. Un hombre y una mujer que demostraron su confianza en Dios por medio de lo que hicieron cuando se requirió que patentizaran sus creencias.
Una fe practica para una vida practica
Nos hace justos ante Dios
A. Como Abraham fue justificado
B. Como Rahab fue justificada
A. Como Abraham fue justificado
La historia que Santiago toma para enseñarnos la fe de Abraham la encontramos en Génesis 22: 1-12
Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. 4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. 6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. 7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. 9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. 10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
Santiago es categórico cuando afirma que por esta acción Abrahma fue justificado. La palabra justificación es la declaración de inocencia por parte de Dios para con una persona. Su fe quedó ratificada cuando no rehusó darle a su hijo al Señor en forma de una ofrenda. Abraham quería mucho a Isaac, que era su único hijo, pero aún así lo entregó al Señor.
La fe se ratifica cuando obramos de acuerdo a lo que Dios establece. No es que Abraham buscara obras, sino más bien daba testimonio de su confianza en el Creador con este tipo de actitudes en las que sin tener nada más que confiar en el Señor ofreció a Dios a su hijo.
B. Como fue justificada Rahab
El relato de Rahab que usa el autor de la carta lo encontramos en Josué 2: 1-14 que dice de la siguiente forma:
Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí. 2 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. 3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra. 4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. 5 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. 6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. 7 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores. 8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: 9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. 10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. 11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; 13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte. 14 Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.
En el caso de Rahab su fe estuvo acompañado de obras que pusieron en riesgo su vida. Ella lo único que oyó es Dios había salvado a Israel de los egipcios y aunque no lo vio, ni lo vivió para ella ese hecho era una realidad y que Dios haría lo mismo con los habitantes de Jericó que eran enemigos de los judíos.
Ella acompañó sus fe con sus obras: escondió a los espías que habían llegado a observar la tierra prometida y logró salvarlos de una muerte segura y por esa fe fue justificada al igual que Abraham.