La Biblia dice en Santiago 2: 14-17
14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Introducción.
Para Santiago la fe debe traducirse o expresar con obras, acciones o hechos. El autor de esta carta expresa su convicción de que la confianza en Dios no es un asunto meramente mental o interno. Tiene su origen allí, pero su manifestación plena es a través de los actos o hechos cotidianos del creyente.
Esta carta causó “ruido” a Martín Lutero porque aparentemente choca o se estrella con su tesis de que la salvación es por fe exclusivamente y la verdad es que no hay tal enfrentamiento. Más bien lo que podemos encontrar en este pasaje es un complemento de lo que Pablo enseñó cuando dijo que somos salvos por la fe en Jesucristo.
Y es un complemento por luego de ese texto, Pablo escribe que hemos sido salvos para buenas obras. Es un hecho entonces que la manera de saber no de alcanzar, sino de conocer la salvación de una persona es a través de sus hechos. Jesús lo planteó de una manera más ilustrativa: por sus frutos.
Cuál, entonces, es el interés de Santiago con estos versos que hoy estudiamos. Debemos ubicarlos en un contexto en que están escritos. Santiago ha terminado de hablar de la acepción de personas, discriminación o favoritismo y ha dicho que esa clase de conducta no corresponde a un creyente.
En otras palabras un creyente no obra así o no hace ese tipo de acciones. Luego de ello pasa a explicar que la fe debe mostrarse con obras o buenas obras diríamos nosotros. Las buenas obras son la confirmación de una persona que ha alcanzado la salvación en Cristo. Rinde buenos frutos.
Una fe práctica para una vida práctica nos lleva a hacer buenas obras. El nexo entre fe y buenas obras es el vínculo que liga o expresa la salvación de una persona. Una persona salva tiene buenas obras, una persona que no es salva no tiene buenas obras.
Debemos aclarar que las buenas obras no salvan. La fe es la que salva, pero esa fe debe traducirse irremediablemente o inevitablemente con lo que cada uno de los creyente hace. Las buenas obras confirman, por decirlo de alguna manera, que un hombre ha sido rescatado del pecado y ahora sirve a su Salvador.
Una fe práctica para una vida práctica nos lleva a hacer buenas obras
A. Porque la fe se acompaña de obras
B. Porque la falta de obras es inconveniente
C. Porque la fe sin obras está muerta
Las palabras que Santiago dirige a sus oyentes son demoledoras sobre este tema. Fe y obras son para él fundamental en la vida del creyente. No tiene empacho en hacer fuertes declaraciones como por ejemplo que la fe sin obras está muerta. Una fe muerta es la más grande crisis que puede tener un hijo de Dios.
A. Porque la fe se acompaña de obras
El verso catorce de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
Son dos preguntas que deben responderse: ¿Tiene alguno provecho si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? Enuncia la primera y la respuesta obviamente es: no. No tiene ningún provecho si alguien habla de la fe pero no da muestras contundentes de esa fe. Puede saber mucho o puede tener mucho conocimiento, pero la fe requiere acción.
La fe ha de acompañarse de obras o acciones. Si alguien dice que confía en Dios ha de mostrarlo y demostralo. Una persona que manifiesta o habla de la fe irremediablemente debe acreditar sus palabras con acciones que hagan evidente que su confianza está en Dios, de lo contrario esa fe es ociosa o inútil o sin provecho.
La segunda pregunta que hace Santiago en ese verso es todavía más puntillosa: ¿podrá la fe salvarle? y por supuesto que la contestación es negativa. Una fe que no se manifiesta con acciones no salvan a nadie porque la fe ha de ser práctica, activa. Juan el Bautista decía que debíamos hacer obras dignas de arrepentimiento.
Por ejemplo, el malhechor que murió con Cristo y le pidió que lo considerará en su reino cuando viniera. Su obra fue reconocer que Cristo era el Mesías, aún en esa condición en la que estaba y ello le valió recibir la promesa de Jesús de que esa misma tarde estaría con él en el mismo paraíso.
La fe debe acompañarse de obras.
B. Porque la falta de obras es inconveniente
En los verso quince y dieciséis de nuestro estudio dice de la siguiente forma:
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
Fiel a su estilo, Santiago nos ofrece un ejemplo del tema que aborda: nos muestra que si un hermano o hermana tienen una gran necesidad de provisión y solo les decimos vayan en paz, calientense y coman, sin darles nada para hacer eso que les estamos pidiendo que hagan en realidad no estamos haciendo absolutamente nada.
También hace una pregunta al final de su ejemplo y esa pregunta al igual que las dos anteriores tiene como respuesta un contundente no. De nada sirve decirle a los necesitados o menesterosos lo que ellos ya saben que tiene que hacer. En realidad lo que debieramos hacer es ayudarlos aportando algo para ellos.
Santiago nos esta ofreciendo un estupendo ejemplo para comprender que de idéntica manera los creyentes si decimos que tenemos fe, pero no nos movilizamos con ella, en realidad nuestra fe no tiene fuerza o carece del sustento necesario para que podamos traducirla en acciones.
C. Porque la fe sin obras está muerta
El verso diecisiete es en verdad lapidario:
Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Son unas palabras durísimas que Santiago dirige a toda la cristiandad. Una fe que no se mueve o que no hace que las personas hagan algo por sí mismas o por los demás, sencillamente es un fe que no tiene vida. Se trata de una afirmación que debemos atender para no caer en semejante estado.
Acostumbrados como estamos a pensar que la fe tiene solo una manifestación mental o interna, cuando el autor de esta epístola nos cuestiona seriamente sobre la calidad de lo que nosotros tenemos como fe, nos incomoda y nos desafía para revisar como ejercemos nuestra fe.
Es una asunto de gran relevancia porque la clase de fe que ejercemos se pone en la lupa para averiguar o para investigar si en realidad se trata de una fe genuina. No hay que olvidar que Santigo proviene del judaísmo que en su tiempo estaba copado por los fariseos que vivían una fe exageradamente externa.
Pero sin frutos, sin resultados tangibles que se pudieran contabilizar y por eso está interesado de que en la iglesia ese fenómeno no se repita al interior de la iglesia que recién comenzaba sus labores.