La Biblia dice en Santiago 4:8
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Introducción
Además de llamarlos a luchar contra el mundo y evitar a toda costa hacerse amigos del sistema de creencias que encontrarán en donde viven, Santiago hace un vehemente llamado a la iglesia para que se arrepienta de todo corazón a fin de que no se vuelvan enemigos de Dios.
Tomando como referente a los profetas del Antiguo Testamento, el autor de la carta llamado exhorta a la iglesia del primer siglo a cambiar de actitud, a deponer su mente pecaminosa y dar una vuelta de ciento ochenta grados a fin de transformar su estilo de vida como amigos de Dios.
Les llama pecadores y hombres de doble ánimo para hacerles notar la condición espiritual en la que se encuentran y que necesitan mutar para bien suyo y sobre todo para alcanzar de nueva cuenta la comunión con el Señor. Se está dirigiendo a dos grupos de creyentes muy marcados.
Eso nos lleva a suponer que en la iglesia habremos de encontrar pecadores y personas ambiguas o sin una definición completa sobre el significado de ser cristiano. Es claro que los pecadores son todos aquellos que han perdido el objetivo o han errado en el blanco como un arquero.
Pero también se dirige a personas a las que llama de doble ánimo y que algunas versiones traducen como “personas de dos mentes”, “inconstantes” o “inestables” que son aquellos que por un momento están en la iglesia y otro tiempo en el mundo, es decir que no se definen completamente.
A todos ellos les hace un llamado como los antiguos profetas hacían con Israel para que se volvieran de todo corazón al Señor. Esa clase de llamado al arrepentimiento o cambio de mentalidad que se requiere cuando nos hemos extraviado de nuestra relación con Dios y la hemos convertido en un asunto sin la relevancia que tiene.
Los creyentes del primer siglo y de todos los tiempos necesitan tener siempre una relación estrecha con Dios y Santiago nos muestra el camino a seguir para mantener nuestra comunión con el Creador.
Una fe práctica para una vida práctica
Nos lleva al arrepentimiento
A. Para acercarnos a Dios
B. Para limpiar nuestras manos
C. Para purificar nuestros corazones
Santiago quiere que lo que hacemos y lo que somos esté en armonía con nuestra relación con Cristo. En otras palabras el autor de la carta que estudiamos quiere que nosotros seamos sinceros, honestos e íntegros ante la presencia de nuestro buen Señor que nos ama y dio su vida por nosotros.
A. Para acercarnos a Dios
Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes, dice Santiago en la primera parte de nuestro estudio. Una de las grandes consecuencias de amar al mundo o de dejarnos llevar por la corriente de los postulados de este mundo es que nos alejamos de Dios y si no tenemos cuidado, de pronto podemos estar sumamente distanciados del Señor.
Es interesante notar que se pide que nosotros seamos quienes nos acerquemos a Dios. Esto obviamente porque somos nosotros los que necesitamos a Dios y también porque el arrepentimiento tiene como principal característica buscar siempre el rostro de Dios con un corazón compungido, pidiendo compasión.
No es Dios el que vendrá por quienes se han distanciado de él. Lo que él sí hará es acercarse a nosotros cuando nosotros hayamos quitado las barreras que ponemos cuando el pecado nos arrebata y lleva a la oscuridad que tanto daño nos causa porque nos lleva a la maldad en todas sus manifestaciones.
Dios está dispuesto siempre. Dios jamás se aleja de alguien que de todo corazón se acerca a él. Aún de los pecadores más rebeldes, Dios tiene compasión cuando se arrepiente con todo su ser y lo buscan. Un ejemplo de esta verdad la encontramos en Acab, según nos relata 1º Reyes 21:27-29.
27 Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado. 28 Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita, diciendo:
29 ¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.
B. Para limpiar nuestras manos
La frase limpiar nuestras manos es un figura retórica que tiene que ver más con lo que hacemos o con nuestra conducta. Cuando la Escritura pide en otros pasajes que limpiemos nuestras manos lo que quiere decir es que nosotros ajustemos nuestro estilo de vida a los mandamientos de Dios.
La gente que amaba al mundo más que a Dios y se convertía por esa actitud en enemigo de Dios estaba haciendo cosas o viviendo de tal manera que sus hechos contradecían grandemente lo que se espera de una persona que ha nacido de nuevo y que ha sido redimido por la sangre de Cristo.
Limpiar las manos quiere decir entonces, modificar nuestra vida y ajustarla a la santidad de Dios, deshacernos del pecado y vivir agrandando a Dios con lo que hacemos cotidianamente. Es cambiar radicalmente nuestro estilo de vida pecaminoso por la vida santa que Dios nos ha dado.
Esta petición Santiago la hace a los pecadores. A ellos les dice claramente que limpien sus manos.
C. Para purificar nuestros corazones
A los de doble ánimo o inconstantes o de dos mentes, les pide que purifiquen sus corazones. La palabra purificar implica una limpieza profunda hacia su interior porque el problema que ellos tienen nace de su corazón porque allí nacen todos los malos deseos que al verlos en el mundo los practican.
Este es un llamado a revisar seriamente lo que ocurre al interior de cada persona porque el hecho de estar con pie en el mundo y con otro pie en la iglesia habla de una grande incomprensión de lo que significa ser un hijo de Dios. Es un llamado a salir por completo del mundo. A quemar nuestras naves para nunca más volver.