La Biblia dice en Lucas 11: 3

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”

La única petición material que registra el Padre nuestro con el que Jesús le enseñó a sus discípulos fue ésta. En ocho palabras, el Señor resumió claramente la gran necesidad que todos los seres humanos tenemos y como es que Dios la desahogaría para beneficio de todos los creyentes.

Todos necesitamos pan que en sentido estricto tiene un carácter figurado en esta petición. Es claro que Jesús se refiere a los alimentos, sin los cuales ningún ser vivo puede existir. Los humanos necesitamos comer es un hecho incontrovertible. Jesús tiene claro que usted y yo requerimos alimentación.

Pero la gran verdad que podemos encontrar en esta breve oración es que el discípulo debe esperar “el pan de cada día” y justamente allí es donde radica el problema de la ansiedad de los seres humanos porque el afán y la preocupación nacen justamente de que quieren no el pan de cada día, sino el sustento de semanas, meses y hasta años.

Vivir al día es en resumen la oración de Jesús al pedir el pan nuestro de cada día. Evitar a toda costa la preocupación por el mañana. Pero también acotar perfectamente lo que es indispensable. Solo los alimentos merecieron para Cristo su inclusión en la oración que sus seguidores debían hacer.

Todo lo demás pasaba a un segundo orden o dejaba de ser prioritario para que los corazones no se cargaran del engaño del afán de este mundo y la mentira de las riquezas que hacen que la palabra de Dios se ahogue y se vuelva infructuosa. Jesús nos estaba enseñando con esa súplica el bendito camino de la tranquilidad.

Porque no hay más calma que la que nace de saber que solo tenemos este día y con su gracia, nuestra principal necesidad será suplida y lo demás vendrá por añadidura al buscar el reino de los cielos. El descanso de nuestra alma viene justamente de saber que lo que más necesitamos ya fue suplido al orar por su provisión.

Cristo nos enseñó que el afán de ningún modo debe formar parte de nuestra vida. La preocupación y la ansiedad son aniquiladas cuando descubrimos que nuestra necesidad es suplida diariamente y que solo nos debemos ocupar por el día a día, dejando en la manos del Señor el futuro que nunca veremos un justo desamparado, ni descendencia que mendigue pan.

El pan nuestro de cada día es la oración que además de desahogar nuestra necesidad material, también desahoga nuestras necesidades emocionales: no tienes porque desgastarte Dios sabe lo que necesitas con urgencia y él se hará cargo de ello.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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