La Biblia dice en 3ª Juan 1:4

“No hay para mí mayor alegría que saber que mis hijos viven de acuerdo con la verdad.”

Los seres humanos vivimos en la verdad o en la mentira. No hay una tercera vía. El apóstol Juan, que ya era un anciano para cuando escribió esta tercera carta, se alegra cuando descubre que su hijo espiritual llamado Gayo vive de acuerdo a la verdad y ha desalojado de su existencia la mentira porque una persona que vive en la verdad vive en luz y amor.

Juan “El amado”, como le llaman al autor de esta epístola, había visto a muchos sucumbir ante la falsedad y el engaño y su vida se había extraviado siguiendo la corriente de este mundo que es gobernador por el diablo, el padre de la mentira, que tiene como actividad exclusiva tergiversar la verdad. Los que viven en la mentira viven en oscuridad y amargura.

Someterse a la verdad puede resultar complejo y desafiante, pero tiene una bondad o resultado sin igual: nos hace libres. La verdad es libertadora; el hombre que vive bajo su imperio, sometido a ella, tiene la dicha de vivir sin ataduras, pero el que se deja llevar por la mentira está aprisionado y muchas veces nunca sale de allí.

La verdad es uno de los temas que Juan abordó en su evangelio y sus cartas. Pero ¿qué es la verdad? Juan encontró la verdad en Jesucristo y por eso escribió que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Para el apóstol no había duda alguna sobre la encarnación de la verdad en el Hijo de Dios. En sus palabras encontramos el mejor antídoto contra la apariencia.

Para muchos resulta una sorpresa que la verdad se encarne en una persona. Pero fue la mejor manera en la que Dios quiso que aprendieramos un tema fundamental para la existencia porque lo que creemos, lo que pensamos o lo que hacemos puede ser una gran impostura que solo puede ser descubierta cuando llegamos ante la verdad personificada.

Los filósofos griegos discutieron por mucho tiemo donde encontrar la verdad, como llegar a ella y sobre todo como vivir en ella. El evangelio de Juan resolvió este dilema que tuvo siglos de discusión señalando a una persona no como poseedora de la verdad, sino como la Verdad misma.

En Cristo solo encontramos verdad. Lo que dijo, lo que vivió y lo que enseñó son la verdad indiscutible y absoluta. No hubo, ni hay en sus palabras una sola falsedad lo que quiere decir que al ceñirnos o aceptar su versión de la vida, la muerte, la existencia humana, la alegría, la tristeza estamos aceptando la última palabra sobre esos y otros temas.

Por eso Juan se alegraba cuando veía a Gayo viviendo bajo la verdad porque, a la inversa, es una tristeza muy grande ver a una persona creyendo y viviendo en la mentira.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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